Algún experto resumió el libro «Ejercicios espirituales» de San Ignacio de Loyola como ‘un camino de libertad’. Fue la experiencia del autor en su conversión, como verán en el texto que hoy les traigo, «Si quieres, puedes venir conmigo». La fe y la amistad llevó al santo a decidirse por imitar y seguir a Jesús de Nazaret. Pensó ayudar a otros a hacer lo mismo.
Habrá gente que no dará el paso, poniendo excusas. Algunos se entusiasmaron, mas todo quedó en nada. Otros atemorizados se alejaron, muchos sin embargo, seducidos por el Cristo del Evangelio, aun viéndose frágiles, le entregaron toda su libertad.
LA LLAMADA DEL REY ETERNO
«Mi voluntad es de conquistar todo el mundo y los enemigos,
así entrar en la gloria de mi Padre.
Quien quisiere venir CONMIGO,
será contento de comer, beber y vestir como yo;
asimismo ha de trabajar CONMIGO en el día y vigilar en la noche,
porque así después tenga parte CONMIGO en la victoria,
como la ha tenido en los trabajos;
porque siguiéndome en la pena, también me siga en la gloria.»
La suerte está echada: libre, personal, total, así habrá de ser la respuesta del buen discípulo, «Tomad, Señor, y recibid». Mas si no sintiere atractivo por el proyecto, ni la invitación personal «Ven conmigo«, el discípulo se verá pronto perdido, sin saber qué hacer ni a dónde ir.
El llamado no fue para gente selecta, más bien sencilla. La clave fue la fuerza del amor. Jesús de Nazaret presentó la fe en él como amistad y trabajo en común, por un mundo más luminoso y fraterno. Tal vez no baste creer en Dios, debió pensar el Maestro, puedes apuntarte a ser discípulo de Jesucristo, a tu manera.
«Señor, que yo os conozca, porque si os conozco os amaré; que yo os ame, porque si os amo os seguiré»
Encontré en mi mochila estos versos como eco de la propuesta de imitación y seguimiento:
YO VOY, SEÑOR
Yo voy, Señor.
Quien quisiere venir conmigo,
habrá de comer y vestir
como yo.
Quien quisiere trabajar conmigo,
vivirá y dormirá
como yo.
Yo voy, Señor.
Trabajar en el día, velar en la noche,
alcanzará la gloria si dura en la pena
como yo.
Si quisieres vivir conmigo
habrás de ofrecer y dejar todo
como yo.
Yo voy, Señor.