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«Demandaré conocimiento interno de tanto bien recibido, para que yo, enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su divina Majestad» /Ejercicios esp. 233
Así pensé ultimar esta pequeña serie, fue un repaso breve de la propia vida desde dentro, el sentir interior, siguiendo 3 peticiones del Padre nuestro, en la memoria de personas y vivencias, con alegría y mucha gratitud, pues ‘Todo es gracia’.
Quiso ser también confesión de fe y mutua amistad, testimonio de una gran confianza, porque dijo el Señor, ‘Yo no me voy a separar de ti, no lo dudes. Mi mano estará siempre contigo, sobre tu hombro’.
La vida como regalo divino de amistad no será para poseer y guardar, sino para corresponder y compartir, como ‘el pan nuestro de cada día’, al modo de Jesús de Nazaret, así hasta el último día en espera, con la candela encendida del amor, y el aceite suficiente de la fe.
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. . Señor nuestro, esperamos vigilantes la venida de tu Unigénito, y saldremos a su encuentro con las lámparas encendidas.
. . No teman, ustedes serán mis amigos si viven mis enseñanzas.
. . Al más pequeño se le perdona por piedad, los poderosos serán examinados con rigor.
Verán como resumen este poema joven, anónimo, familiar, la visión que de nuestro Dios y de su propia vida tiene el creyente, este creyente que hoy les escribe.
«Señor de la historia, Señor de mis años,
tu presencia en el hoy de mi vida,
te vistes de cotidiano.
Me conoces y sabes que me cuesta verte
en el ‘paso a paso’,
en lo rutinario, en el ‘día a día’,
en lo no brillante, en lo limitado.
¡Límpiame los ojos, mi Dios hecho hermano!
Me conoces y sabes
que no me acostumbro a tu traje,
ropa de pocos colores,
concreto, común, desgastado.
¡He buscado tu rostro, Señor de mis años!
Mis ojos han visto en tu paso,
señal de alianza, amor extremado.
Con gran confianza se han vuelto
buscando los tuyos,
pidiendo la gracia, la fuerza, el descanso.
Compañero siempre, mi Dios alfarero,
hazme a tu manera, cántaro sencillo,
de paz, de silencio,
de gratuidad hecha entrega.
Señor de mi vida, amigo, hermano,
hazme a tu manera, gesto cotidiano
de fe, de escucha, de ofrenda, de abrazo
¡Mi Dios entrañable, mi Dios compañero,
gracias por tu paso!»
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(En comentario la letra del poema canción ‘Hasta la Raíz’, de la cantautora mexicana Natalia Lafourcade)
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-Vean también nuestra entrada «Amigos de Jesucristo»
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