La Pascua, nuevos caminos

«Las mujeres, camino del sepulcro: ¿Quién nos moverá la piedra? Un joven de blanco les dijo: No teman, Jesús Nazareno resucitó. Digan a sus discípulos que caminen a Galilea, allá lo verán», san Mateo c.16.

Resumiré el llamado del Papa Francisco en la Pascua pasada:

+ Ir a Galilea significa empezar de nuevo, donde el Señor los llamó, el lugar del primer encuentro junto al lago. Hacer memoria será agradecer, pedir perdón y hacer planes, ser testigo.

+ Ir a Galilea será recorrer nuevos caminos, moverse en la dirección opuesta al sepulcro, ir hacia la luz. Las mujeres buscaron con la fe de los recuerdos, el Jesús del pasado.

+ Ir a Galilea significa ir a los confines, ser como Jesús buena noticia para los alejados, los excluidos, los frágiles y más pobres, los enfermos.

En efecto, Jesús resucitado desea hacerse presente en el corazón del mundo, superando dudas y temores. Si compartimos la Paz que Él nos da, notaremos su presencia.

El Papa finalizó su homilía de la noche pascual con estas cariñosas palabras:

. . Si esta noche tu corazón vive una hora oscura sin amanecer, ven y abre tu corazón al anuncio de la Pascua.
. . No tengas miedo, resucitó. Tus lágrimas serán enjugadas y tus temores vencidos, por la luz de la Esperanza.
. . Alégrate, el Señor camina siempre contigo, a tu lado. Con Él la vida comienza de nuevo.

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‘Magníficat’, canto agradecido de María,  que recibe en la casa a su Hijo Jesús resucitado.

Magdalena enamorada

¿Qué viste de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Vengan a Galilea,
allá el Señor aguarda;
allá verán los suyos
la gloria de la Pascua.

–Liturgia pascual

Fue su fiesta hará pocos días. Quise retomar el propósito de la Magdalena de acercarnos a Jesús de Nazaret que tanto significó para ella. El amor y la amistad crean proximidad, curando heridas, realizando sueños, ¿Eres tú, Señor? El amor buscará la presencia y la figura, ‘contemplar para amar’ lo llamó el santo de Loyola.

María Magdalena, anciana y exiliada, lo explicará así a unos jóvenes que quisieron saber más de Jesús:

«Esta gente amiga llegó hasta mi puerta con pequeñas excusas, acercándose pronto al fuego que nos calentaba. Juntos soñábamos abrazando nuestras manos, y al poco despertábamos sintiéndonos personajes que vivieran en otro tiempo con el Galileo y sus discípulos, en un mundo que nos encantaba, un mundo de ensueño y bienestar.

Eran muy jóvenes y no me resultó difícil poner en marcha sus sentidos de dentro, imaginando y contemplando para que vieran y tocasen, que oyeran y hasta notasen aromas y sabores, ‘Ven, amigo mío, acércate, cuéntame’. Yo los fui llevando de la mano poco a poco hasta el Nazareno que los atraía con fuerza, familiarizados con sus bellos ojos y su semblante agradable. Cantamos abrazados una canción de amor:

Junto a ti
amor
todo es belleza,
tras de ti
mi vida
vuelo sin tregua,
sin ti
bondad suma
solo tristeza.

Sin haberlo visto ya lo amaban, como si en verdad lo conocieran. Las palabras y hasta los gestos del gran maestro les hablaron a ellos mismos, siguiendo paso a paso el camino que marcaba mi discurso, con frecuencia entrecortado por el recuerdo y la emoción, ¡Señor mío, amor mío!»

–Cf. María Magdalena -4 / Frescos recuerdos.

* Imagen: Anton Raphael Mengs, Magdalena penitente, 1765.

Verán en comentario un lindo texto de Isaías, el amor infinito de Dios.

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«Llegó el Esposo, salgan a su encuentro». Las mujeres prudentes y enamoradas que mantuvieron encendidas sus lámparas de la fe y del amor esperando al Señor, con el deseo aunque indignas de entrar en su presencia. Así lo expresó el evangelio y los versos de este cántico:

Nos apremia el amor, vírgenes santas;
vosotras, que seguisteis su camino,
guiadnos por las sendas de las almas
que hicieron de su amar amor divino.

Esperasteis en vela a vuestro Esposo
en la noche fugaz de vuestra vida,
cuando llamó a la puerta, vuestro gozo
fue contemplar su gloria sin medida.

Vuestra fe y vuestro amor fue fuego ardiente
que mantuvo la llama en la tardanza,
vuestra antorcha encendida fielmente
ha colmado de luz vuestra esperanza.

Pues gozáis ya las nupcias que el Cordero
con la Iglesia de Dios ha celebrado,
no dejéis que se apague nuestro fuego
en la pereza y sueño del pecado.

Demos gracias a Dios y, humildemente,
pidamos al Señor que su llamada
nos encuentre en vigilia permanente,
despiertos en la fe y en veste blanca.

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Cuaresma, un nuevo día

Más sobre la ‘Cuaresma’, unos días para pensar, cerca ya la Semana santa y Pascua. Con la ocasión recuperé una antigua entrada con propuestas para mejorar, colaborando por un mundo más fraterno y saludable, como un nuevo día.

  • El tiempo de Cuaresma apela a nuestras luchas y tristezas de cada día. Hallarás respuesta a tus cuestiones en el misterio de la persona de Jesucristo.

El Hijo de Dios conoce bien nuestra fragilidad. Tiempo para notar mis tropiezos y caídas, también para recordar cuanto de bueno y bello encontré.

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A Y U N O

28 febrero 2016

  • El ayuno que a mí me agrada será que rompas las cadenas de la injusticia, que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; que vistas al que no tiene ropa y socorras a tus semejantes. (Isaías c.58)

·· Ayuna de voces hirientes, y transmite palabras bondadosas.
·· Ayuna de descontentos, y llénate de gratitud.
·· Ayuna de enojos, llénate de mansedumbre y de paciencia.
·· Ayuna de tristezas y pesimismo, vive con esperanza y alegría.
·· Ayuna de egoísmo y no perdón, llena tu corazón de misericordia.
·· Ayuna de palabras, llénate de silencio, escucha a Dios y a los demás.

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+ Dar las gracias siempre, con alegría.
+ Recordar a los demás tu cariño.
+ Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita.
+ Celebrar las cualidades o éxitos de otros.
+ Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesite.
+ Pacificar, sanar heridas, fortalecer la esperanza.

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Retomar ánimo, un nuevo día será posible, recordando al inolvidable cantautor argentino Facundo Cabral (+2011):

  • Me he transformado en un hombre libre, como debe ser, es decir que mi vida se ha transformado en una fiesta que vivo en todo el mundo, desde la austeridad del frío patagónico a la lujuria caribeña, desde la locura de Manhattan al misterio que enriquece a la India.

Este es un nuevo día
Para empezar de nuevo
Para buscar al ángel
Que me crece los sueños
Para cantar
Para reír
Para volver
A ser feliz.

– Vean en la entrada «No soy de aquí», su arte generoso y renovador.

 

Puertas cerradas | Via crucis

+ Señor Jesús, ayúdanos a ver tu Cruz en todas las cruces del mundo, la cruz de las personas migrantes que encuentran las puertas cerradas, los corazones blindados por nuestros miedos y cálculos.

El papa Francisco presidió el pasado Viernes Santo el Via Crucis en el Coliseo de Roma. El Vía Crucis del Papa condenó a los países que cierran sus puertas a migrantes en busca de refugio.

El Coliseo con antorchas y velas recordó la pasión y muerte de Jesús, la cruz en procesión simbolizó persecución y muerte del pasado, también las cruces de nuestro tiempo.

– Sor Eugenia, desde su atención a las mujeres migrantes, escribió la reflexión.
– Por las víctimas de la trata, traídas a Europa, que se ven obligadas a prostituirse.
– Las personas sin hogar, los jóvenes sin trabajo, los refugiados, los ‘nuevos crucificados’.
– El desierto, nuestras calles y el mar, estarán siendo los nuevos cementerios de hoy.

«En una fría noche de enero, en una calle de las afueras de Roma, tres africanas casi niñas calentaban sus cuerpos semidesnudos acurrucadas en el suelo alrededor de un brasero. Desde un automóvil, algunos jóvenes arrojaron material inflamable al fuego para divertirse, quemándolas gravemente».

Si los crucificados y sus verdugos de hoy fueron recordados, también los nuevos ‘Cirineos’ que prestan asistencia y ofrecen su ayuda en la noche y el día. La presencia y generosidad de tantos voluntarios/as, los nuevos samaritanos del tercer milenio.

+ Te pedimos, Padre bueno, que despojándonos del hombre viejo con sus inclinaciones, vivamos unidos y obedientes a Jesucristo, a quien nos has incorporado por los sacramentos de la Pascua, por el Bautismo y la Eucaristía.

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El Papa propuso como intención de oración para Mayo 2019: “La Iglesia en África, que sea fermento de unidad entre pueblos y signo de esperanza para el continente”. Podrán ver si lo desean «El Video del Papa» (Red Mundial de Oración).

= 24 de Mayo, Día de Africa: La educación sigue siendo una deuda pendiente. Más de 97 millones de niños y niñas en África Subsahariana no van al colegio. En este Día pondremos el foco en dos de sus grandes retos: el acceso a la educación y la calidad educativa. Podrás leer más en «Día Mundial».

Las manos de Cristo, la Pascua

«Los discípulos estaban con las puertas cerradas por miedo. Llegó Jesús y les dijo: la Paz con ustedes. Y les mostró las manos y el costado», san Juan c.20.

«Al tercer día resucitó», dirá el Credo cristiano. El canto de pascua con sus versos invitará a poner la mirada en las manos del crucificado: «Miren las señales de los clavos en mis manos; soy yo, no teman».

Y ante la incredulidad de santo Tomás, el resucitado dirá: «Trae tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado».

El poema que verán fue confesión de fe y amistad, pues la cruz no interrumpe la relación, ni el aparente fracaso limitará la tarea de anunciar la Buena Noticia.

«Y en esto entró Jesús, se puso en medio,
Soy yo, dijo a los suyos, vean mis manos;
serán siempre señal para creer,
la verdad del Señor resucitado.

Las manos de la Pascua lucirán
las joyas de la sangre y de los clavos,
alianzas de amistad inigualable,
quilates de un amor que se ha entregado.

Esas manos pascuales lucharán
para dar libertad a los esclavos,
proteger a los débiles, caídos,
construir la ciudad de los hermanos.

Oh Señor de las manos traspasadas,
Señor del dolor resucitado,
pon tus manos heridas en las mías,
que te cure del dolor en otras manos».

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Les pondré aquí también el poema ‘Las manos’ de Miguel de Unamuno, viendo al ‘Cristo crucificado’ de Velázquez.

Tus manos, las que abrieron a los ciegos
los ojos, los oídos a los sordos;
las que a la hija de Jairo levantaron;
las que en toque de amor como una brisa
de los niños las sueltas cabelleras
acariciaron; las que repartieron
en tu cena nupcial al despedirte
tu pan que era tu cuerpo, hoy son dos fuentes
que manan sangre. Cae sobre los ojos
de los que ven; cae sobre los oídos
de los que oyen; sobre los cabellos
de los niños también. Y llueve sangre
de las manos del Cristo taladradas
a tierra que fue manos pedigüeñas
antaño y aún a Dios se alzan pidiendo
que les devuelva pordiosera vida.
¡Y con ellas apuñas sendos clavos
manejando los remos de tu cruz!

–El Cristo de Velázquez, III,20

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El Papa Francisco en la homilía de la Misa funeral por Joseph Ratzinger, Papa emérito Benedicto xvi:

– ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’. Últimas palabras que el Señor pronunció en la cruz; así  fue toda su vida: un continuo entregarse en las manos de su Padre. Manos de perdón y de compasión, de curación y de misericordia, manos de unción y bendición que lo impulsaron a entregarse también en las manos de sus hermanos.

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* Dibujo, Rostro de Cristo, fragmento, K. Argüello.

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W.A. Mozart – Coronation Mass – Gloria  – The English Concert

Estoy a la puerta y llamo / Si falta el amor

«Miren que yo estoy a la puerta y llamo, si oyeran mi voz y me abren, entraré y cenaremos juntos», Apocalipsis c.3.

Inspirado en su meditación asidua de la vida de Cristo, un misionero de Madagascar ya fallecido escribió tiempo atrás el poema oración que les pondré hoy en el blog. El autor tomará el punto de vista del mismo Jesús que expresó con frecuencia su pena ante la multitud abandonada.

El Señor conoció nuestra indolencia, se identificó con el malherido, y también con quien tuvo misericordia de él.

«Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o te vimos forastero y te recibimos? Cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de mis hermanos, me lo hicieron a mí», San Mateo c.25.

Jesús de Nazaret nos estará invitando a mirar hoy con sus ojos la pobreza y el dolor de muchas personas, las vemos cada día en nuestras plazas y nuestra pantallas, rostros tristes y doloridos, interpelantes, víctimas de pobrezas y violencias.

«El Dios que conozco
permanece a la sombra de mi casa.
Cada día pide un poco de arroz,
más aún, una mirada de cariño, un rostro acogedor.

El Dios que conozco nació en un pesebre
y murió en un leño.
Y desde una cierta mañana de Pascua,
va de acá para allá por el mundo,
se confunde entre la muchedumbre anónima,
entre los olvidados, los rechazados,
y nueve de cada diez veces no es reconocido.

El Dios que conozco no tiene poder.
Me dice que tiene hambre, que tiene sed, que está desnudo,
que es extranjero, que está preso.
Creí entender su voz el otro día:

Estoy siempre con vosotros, nunca os he abandonado.
No me dejéis morir de hambre,
no me dejéis una noche más sin techo, sin calor.
No me dejéis en tanta aflicción.
Llamo a la puerta, pero nadie me responde.
Hace frío, estoy solo, nadie viene en mi ayuda.

El Dios que yo conozco se llama Jesucristo,
permanece a la sombra de mi casa»

–Jacques Couture SJ (+1995)

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Orar con Nicodemo -2 / la Paz

La primera generación cristiana pensó en el retorno casi inmediato de Jesús el Señor resucitado, lleno de vida. No fue así. Poco a poco, sus seguidores debieron disponerse para una larga espera. ¿Cómo mantener vivo el espíritu de los comienzos? ¿Cómo alimentar la fe sin dejar que se apague? . . Vean nuevos papeles de oración de Nicodemo, fariseo y luego discípulo, que fue de noche a interesarse por Jesús de Nazaret. Lo veremos todavía en la noche compartiendo la incertidumbre y desolación de los discípulos más cercanos al Señor. A pesar del testimonio del resucitado y de otros testigos, las dudas continúan.

La fragilidad de la razón y la dureza de corazón no fueron superadas. Urge abrir puertas y ventanas del corazón y de la propia casa. Los discípulos pasadas las semanas desearán alcanzar ya un nuevo modo de verlo todo, levantando el vuelo al viento del Espíritu divino, mas sin perder de vista la vida nuestra de cada día… Deberán atreverse a lo imposible. Nicodemo ya anciano nacerá hombre nuevo, valiente y decidido. Así oró esta vez el discípulo de la última hora.

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¡PAZ A USTEDES!

«Como fue escrito: «Al llegar la noche del día primero de la semana, los discípulos se reunieron con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y saludó diciendo: ¡PAZ a ustedes!». Pasados los días y las semanas, en otra noche cerrada, yo mismo Nicodemo supliqué así a Jesús resucitado: Entra tú, Señor, aunque encuentres cerrada la puerta, entra sin llamar y danos tu paz. Despierta con tu palabra resucitadora PAZ, nuestra esperanza adormecida y temblorosa. Señor, muchos te seguimos dispuestos a todo, en los trabajos que tú nos pidas, pero nos vemos cansados, sin fuerzas y con miedo, nos hallarás todavía atemorizados, encerrados en nosotros mismos, en nuestros templos y en nuestras casas.

El Reino de Dios no llega, mas Tú nos dices: ¡No teman, ábranse al mundo! Tus discípulos más valientes sintieron temor: miedo al ridículo y a la ineficacia, miedo al rechazo y el juicio, miedo incluso a la cárcel y la muerte. Tú nos lo anunciaste “el mundo los odiará”. Muchos sin embargo, enviados por ti en este tiempo difícil, optaron por abrir sus corazones, abriéndose al mundo, anunciando tu evangelio a la gente. Nada pudo detener ya su camino ni su tarea, ni la amenaza de suplicio ni la muerte. Hombres libres, fuertes, amando sin fronteras, entregados en ayuda de gente desvalida, siguiendo Señor tu ejemplo. ¡Varones y mujeres fuertes, vengan en nuestra ayuda! Entra tú, Señor, si encuentras cerrada la puerta, entra sin llamar y danos tu paz. Despierta con tu palabra resucitadora PAZ nuestra esperanza adormecida y temblorosa.

Tú nos dices: ¡No teman, ábranse al mundo! Es la Buena Noticia ¡Cristo vive! Seguirte a ti, Señor, resulta arriesgado. Pero cómo dejarte, cómo desandar todo un camino de amistad y de fe contigo y con otras gentes, a dónde iremos si te dejamos. Muchas personas confían en ti y también en nosotros, no les defraudaremos. Te queremos, Señor, amigo nuestro. Aleja de nosotros toda inquietud, sabemos que tú estarás siempre con nosotros, a nuestro lado, dulce compañía en este camino nuestro de cada día, sabemos que tú vives nueva vida para siempre. Comparte con nosotros Señor tu misma vida, tu alegría, tu Espíritu Santo, tu amor divino. Tu Reino llegará y nuestra suerte cambiará, ¡Varones y mujeres fuertes, vengan en nuestra ayuda! Entra tú, Señor, aunque encuentres cerradas mis puertas, entra sin llamar y dame tu paz. Despierta con tu palabra resucitadora PAZ nuestra esperanza adormecida y temblorosa. Adiós, Señor, hasta otro día.»

(Dibujo: Rembrandt, Nicodemo con Jesús)

Orar con Nicodemo -1 / El perdón

– Por la Pascua pasada quise recuperar viejos papeles del personaje evangélico que fue uno mismo hace ya mucho, que brotaron de una espiritualidad de la confidencia. Los deseos de Nicodemo serán los mismos, las expresiones fueron otras, la amistad permanecerá para siempre. Eso es la oración, un diálogo de amistad. Para la ocasión tomaré el estilo apretado, todo seguido sin puntos y aparte. Verán hoy que el buen discípulo, aun cobarde o negador, encontrará siempre al Maestro bien dispuesto al abrazo. Así lo contó esta vez Nicodemo, un discípulo de la última hora.

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EL PERDÓN DE PEDRO

«Antes de los sucesos hablé con Pedro y Juan. Les pareció imposible conseguir que te echaras atrás, aunque tu vida corriera peligro. Te conocían bien, Señor, supieron tu determinación de mostrar a todos que la injusticia mata a los inocentes, que el PADRE quiso explicar así el gran amor que nos tiene, no ahorrando la vida de su propio hijo querido. A mí me pareció excesivo tanto sufrimiento y tanto amor. Quedamos después muy asombrados y también asustados por todo cuanto ocurrió. Todavía me parece oír las palabras dichas desde la cruz: ‘¡No saben lo que hacen, Padre, perdónalos, ellos no saben!’. Siempre disculpando, allá mismo, a tus propios verdugos y a los crucificados contigo, como tú. Ellos fueron sin duda tus primeros rescatados. Tras la muerte y tu resurrección, PEDRO va siempre inquieto buscándote, queriendo saber dónde estás, qué piensas, qué quieres, cómo hacer para agradarte. Él quiso recordar tus mismas palabras y en ocasiones no pudo. Su pecado y tu perdón le cambiaron la vida y su manera de ser, ahora más humilde, comprensivo y bondadoso con todos. Se sintió a veces muy inseguro, en la orilla y en la barca. Si hubo mala racha en el trabajo, lo atribuyó a su propio pecado, ‘Es por mí, yo negué al Maestro, fui un cobarde, fue mi culpa, lo traicioné’. Mas tú, Señor, no quieres la culpa oscura sino la gracia luminosa; tú no quieres el abismo del resentimiento sino el abrazo de la paz y la fiesta del perdón. Tu amor y tu gracia rehabilitaron a Pedro, como a muchas personas. Perdona hoy también mi falta de fe y sana la herida de mi cobardía en seguirte. Todos nos parecemos un poco a Pedro, muertos de miedo nos cuesta ahora responder por ti, mas al tú mirarnos recobraremos la vida y la palabra. Una mirada tuya, JESÚS, bastará para sanarme. Tú quisiste, Señor, que Pedro sintiera muy de cerca tu misericordia y tu perdón. Recordaré sus mismas palabras repetidas entre sollozos aquel día junto al lago: ‘Señor, tú sabes cuánto te quiero’. Pensando yo la escena de su curación, te diré también ahora en verdad, de corazón: Jesús, amigo, tú sabes que Nicodemo también te quiere. Si inconstante y poco consecuente, yo me comprometo a no dejarte nunca, aunque costase. Vigilaré por no caer en la desconfianza ni la cobardía. Ten piedad de mí, Señor, y de nosotros todos tan frágiles y temerosos, solo pobres pecadores, mas por ti enamorados. Adiós, Señor, hasta otro día.»

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Podrán ver aquí recopilados ORAR con NICODEMO, pdf.

La presencia / resurrección

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– Dijo Jesús: Por mi parte, les prometo que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. (san Mateo c.28)

Pisando todavía terreno de ausencias y de muerte, llegó la ocasión de levantar la vista y traer al blog algún canto o poema de aire sencillo y piadoso, testimonio de la PASCUA, paso de la muerte a la vida, celebrando la resurrección.

Será nuestro modo de evocar la discreta presencia y el trabajo incesante de Jesús de Nazaret. Para el creyente Jesús es el SEÑOR que abraza y engrandece sin límites todo espacio y todo tiempo; él puso punto y final a las sombras de dolor y llanto, él será esperanza y promesa, llamarada de amor que brillará para siempre.

» ¡Qué alegre es tu presencia,
Señor resucitado,
cuando la fe te encuentra
porque te fue buscando!

La fe es la Magdalena
que te busca entre llantos.

Mi aleluya hoy se eleva
y vuela de mis labios,
tejiendo con sus vuelos
tapiz de alegres salmos.
Tu paz y tu alegría
-Señor resucitado-
ponen alas y ritmo 
a mi fe y a mi canto.»

–JL Mtez González

– Sin haberlo visto, lo aman, y sin contemplarlo todavía, creen en él, y se alegran con gozo indecible y radiante, alcanzando así la meta de su fe: la salvación personal. (san Pedro c.1)

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Me hablaron de una oda ‘A la Ascensión’, un poema de Fray Luis de León. Recordarán que este fraile fue preso de la Inquisición española por traducir al castellano el libro de amor de la Biblia «El Cantar de los cantares».

Vean los versos de Fray Luis tan cargados de nostalgia e incertidumbre, de cariño e interrogantes, por la ausencia de Jesús a los ojos de sus amados discípulos:

¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto,
y tú, rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?

Los antes bienhadados
y los agora tristes y afligidos,
¡a tus pechos criados,
de Ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?

¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura
¿qué no tendrá por sordo y desventura?

Aqueste mar turbado
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?

¡Ay!, nube envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!

El ciego del camino, quiero verte

vela_india-bl«El ciego Bartimeo sentado al borde del camino pedía limosna. Al oír que pasaba Jesús Nazareno, empezó a gritar:
– Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús le dijo:
– ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
– Maestro, que pueda ver.
Al momento recobró la vista y lo seguía por el camino»,
s Marcos c.10.

En su vida siempre fue de noche. Bartimeo oyó hablar de Jesús, pero no conoce su rostro, no podrá seguirlo. La mejor oración, humilde e insistente: ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!

Muchos en el evangelio confesaron su necesidad y su ceguera, soñaron con un nuevo día: ver, conocer, ser amigo y seguidor de Jesús de Nazaret. Será la fe del evangelio, ‘Quiero verte, Señor’.

El ciego del camino dejó su lugar y su manto, irá junto a Jesús para conocer su vida y su palabra, su compasión. Será otro Jesús, en otros lugares y gentes, irá donde Jesús no pasó, ‘para consolar a los abatidos, abrir los ojos de los ciegos y liberar a los encarcelados’.

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Muchos recordarán la liturgia Bautismal y de la Pascua:

  • Él nos libró de nuestra ceguera, nos devolvió la confianza y nos puso en camino. Lo cuentan de aquel mendigo ciego que oyó pasar a Jesús, y al oír que le hablaba, enloqueció de alegría, pareció olvidar su ceguera, y puso ya todo su empeño en sólo amar y seguir al Nazareno.

EL CIEGO DEL CAMINO

Seguir tus huellas
como ciego curado en el camino
sin manto ni sandalias
cantando por valles y colinas,
sin monedas ni pan ni vino
solo contigo
al calor de tu figura amiga
que sientes y adivinas.

¿Cómo resumir esta experiencia de fe y de seguimiento?

  • Los enfermos y abandonados buscando cobijo se acercaron a él, será una fiesta imborrable. La huella del primer encuentro nos acompañará en la búsqueda. El amor primero fue todo. ¿Qué es la fe sino vivir enamorada de esa primera llama encendida y de su rescoldo nunca del todo apagado?

 Cfr. Nuestra entrada «María Magdalena -10»

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+ JESÚS, que devolviste la vista a los ciegos, danos tu ayuda para abandonar el pecado. / Que los que viven en la incertidumbre o la indecisión encuentren claridad, firmes en la fe. / Que la Iglesia sea luz para los desorientados, misericordia si necesitan tu perdón. / Que los pobres sean evangelizados y quienes necesitan ayuda encuentren.

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