: Dios mismo estará con ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, ya no habrá muerte, ni más duelo. (Apocalipsis c.21)
No imaginamos a Dios llorando, pensando que llorar es un fallo humano. Sin embargo uno llora si alguien querido sufre o llora. También las lágrimas de emoción o alegría, la sonrisa. Un Dios frío, sin sentimientos, será un dios de cartón piedra, no interesa.
Recuerden la representación de Dios como niño indefenso. Ver llorar a un niño será cosa muy triste, pudo ser por hambre, por falta de amor o el temor a perderlo. Las lágrimas con todo serán algo íntimo y personal.
Una antigua tradición rabínica dirá que cuando su amigo Moisés murió, triste por no pisar la tierra prometida, Dios lloró por amor, contagiado de su pena y ausencia.
: El alma de Moisés se entregó con un beso de Dios, que le dará sepultura, y toda la creación prorrumpe en llanto y duelo.
Una vez en los evangelios Jesús lloró. En público una vez, en la muerte de su amigo Lázaro; cuántas veces más en privado o en soledad, no sabemos.
: Al ver Jesús el llanto de María, se conmovió: ¿Dónde lo pusieron? Y Jesús lloró. Cuánto lo quiso, pensaron. (san Juan c.11)
Imaginen las parábolas: el buen pastor en busca de su oveja perdida; el hombre abandonado que el samaritano tomó en brazos y curó; el dolor del Padre por el hijo pródigo y la alegría del reencuentro…
Cuando vuelto hacia ti de mi pecado,
iba pensando en confesar, sincero,
el dolor desgarrado y verdadero
del delito de haberte abandonado.
. . Cuando pobre me volví a ti humillado,
me ofrecí como inmundo pordiosero;
cuando, temiendo tu mirar severo,
bajé los ojos, me sentí abrazado.
. . Sentí mis labios por tu amor sellados,
y ahogarse entre tus lágrimas divinas
la triste confesión de mis pecados.
. . Se llenó mi alma de luces matutinas
y, viendo ya mis males perdonados,
quise para mi frente tus espinas.
Las lágrimas de Dios equivalen al dolor de Jesús de Nazaret, viendo al paralítico en soledad o al ciego del camino, la multitud sin pan, la pena del hombre por su hija o la mujer amenazada por dirigentes del templo.
: Se le revolvieron sus entrañas al ver tanta gente perdida, hambrienta, errantes como ovejas que no tienen pastor. (san Mateo c.9)
Estas experiencias compartidas causaron impacto en el Señor que hizo cuanto pudo por acompañar y ayudar, bendecir y sanar.
-Imagen: El hijo pródigo, Antoine Knibily, artista y sacerdote en Chile donde andará por cárceles, basurales y casas de menores.
-Soneto: Autor desconocido.
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Les recordaré esta vieja canción «Yo vi llorar a Dios», del argentino Ángel Cabral (+1997), aquí en versión de Nati Mistral.
Anoche, soñando,
he visto a Dios llorando
jamás lo olvidaré…
Yo vi llorar a Dios
y al preguntar por qué lloraba,
me respondió el Señor
que por nosotros se apenaba.
Me habló con triste voz
de tanto niño abandonado,
de la miseria atroz
de muchos pueblos destrozados.