Federico, la dulce queja

Fue llamado amor oscuro. Unos lo rechazaron y maldijeron con odio eterno, otros por temor se ocultaron. Algunos como Federico vivieron su propia pena y dulce queja.

– Odiar, rechazar, maldecir, verbos del no amor, verbos de muerte, de envidias y desprecios, vidas rotas entre negros presagios.

Habrá poemas de García Lorca muy personales. Este de ‘la dulce queja’, con su amor bueno, nos invitará a la escucha amable y las buenas palabras, lo que llamaron ‘bendecir’.

[Soneto de la dulce queja]

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.

[1936]

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* Fotograma, Morte a Venezia, Luchino Visconti (1971).

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Así lo recordará Pablo Neruda, cónsul de Chile en España, 1934-1937:

«¡Qué poeta! Nunca vi reunidos como en él la gracia y el genio, el corazón alado y la cascada cristalina. Federico García Lorca era el duende derrochador, la alegría centrífuga que recogía en su seno e irradiaba como un planeta la felicidad de vivir”.

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