En la villa Auvers-sur-Oise, a 30 kilómetros de París (Francia), encontrarán el albergue Ravoux donde murió Vincent van Gogh (+1890). El 29 de julio pasado, en el aniversario de su muerte, presentaron el lugar inspirador de una de sus últimas obras, metáfora de la angustia que lo empujó al suicidio: el cuadro «Raíces de árboles» quedó inacabado.
Van Gogh, malherido de un tiro en el pecho, morirá dos días después en el albergue, cuya habitación de solo siete metros cuadrados, en la buhardilla, no volverá a alquilarse y permanecerá vacía.
Pocos días antes de su último trabajo, el pintor confesó a su hermano Théo que su vida estaba “atacada a la raíz misma”, como un testamento desde la naturaleza y la obra de arte. Ya vimos la huella autobiográfica en sus obras, por su interior dolorido. Los valles del Oise y del Sena influenciaron sin duda en los impresionistas.
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Por el corazón dolorido que expresan, por su soledad, vean estos versos de Gabriela Mistral en «Sonetos de la muerte», que perdió tan joven a su marido por suicidio.
Yo canto lo que tú amabas
Yo canto lo que tú amabas, vida mía,
por si te acercas y escuchas, vida mía,
por si te acuerdas del mundo que viviste,
al atardecer yo canto, sombra mía.
Yo no quiero enmudecer, vida mía.
¿Cómo sin mi grito fiel me hallarías?
¿Cuál señal, cuál me declara, vida mía?
Soy la misma que fue tuya, vida mía.
Ni lenta ni trascordada ni perdida.
Acude al anochecer, vida mía;
ven recordando un canto, vida mía,
si la canción reconoces de aprendida
y si mi nombre recuerdas todavía.
Te espero sin plazo ni tiempo.
No temas noche, neblina ni aguacero.
Acude con sendero o sin sendero.
Llámame a donde tú eres, alma mía,
y marcha recto hacia mí, compañero.
–Gabriela Mistral, Chile, 1914.
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= Podrán ver aquí si gustan un recorrido con buena música por las últimas obras de van Gogh, de enero a julio 1890, algunas menos conocidas, presentado por Consuelo Albert Más.