Las Siete Palabras de Jesús desde la cruz

LAS 7 PALABRAS DE CRISTO DESDE LA CRUZ

Al repasar los cuatro evangelios, fue devoción popular agrupar las Palabras de Cristo pronunciadas desde la Cruz en su larga agonía, en presencia de la madre María y del discípulo amado, de otros crucificados y más gente allá presente por amistad o curiosidad, sin olvidar la presencia de los soldados que lo crucificaron y del Centurión que confesó su fe en el Hijo de Dios.

    1 . “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23). Palabra de perdón y disculpa, por aquellos que lo humillan y atormentan.

    2 . “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23). Palabra de consolación y amistad, promesa para el ladrón que lo reconoce y suplica misericordia.

    3 . “Mujer, ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu madre” (Jn 19). Palabra de atención y cuidado por aquéllos que Él más quiere.

    4 . “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado” (Sal 22; Mc 15). Palabra de dolor del Hijo amado del Padre, en comunión con los abandonados.

    5 . “Tengo sed” (Jn 19). Palabra de lamento en extrema necesidad, cansado y sediento por el abandono, por tanta fatiga y tormento.

    6 . “Todo está cumplido” (Jn 19). Palabra de obediencia por la misión encomendada, el amor cumplido, el amor extremo, hasta la última gota.

    7 . “Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu” (Sal 31; Lc 23). Palabra de amor y confianza en el Padre Dios, promesa de Espíritu compartido.

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+ TOMAD, SEÑOR, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo disteis; a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta +

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ORACIÓN AL CRISTO DEL CALVARIO

    En esta tarde, Cristo del Calvario,
    vine a rogarte por mi carne enferma;
    pero al verte, mis ojos van y vienen
    de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

    ¿Cómo quejarme de mis pies cansados
    cuando veo los tuyos destrozados?
    ¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
    cuando las tuyas están llenas de heridas?

    ¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
    cuando en la Cruz alzado y sólo estás?
    ¿Cómo explicarte que no tengo amor,
    cuando tienes rasgado el corazón?

    Ahora ya no me acuerdo de nada,
    huyeron de mí todas las dolencias.
    El ímpetu del ruego que traía
    se me ahoga en la boca pedigüeña.

    Y sólo pido, no pedirte nada,
    estar aquí, junto a tu imagen muerta,
    ir aprendiendo que el dolor es sólo
    la llave santa de tu santa puerta.

    –Gabriela Mistral (+1957), Chile