«Viendo a Jesús orando, los discípulos le preguntaron: Señor, enséñanos a orar. Oren así: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino.»
– ¿Sabemos rezar? ¿A quién dirigirnos? ¿Cómo saber si alguien me espera, si me mira o escucha? Cuestiones habituales sobre el encuentro y la relación a veces difícil con Dios nuestro Señor.
Leí algunos modos de hacer. No resuelven el enigma del encuentro, pero lo hacen más verosímil, describen la experiencia del creyente, «místico», o sea abierto a la presencia del Misterio.
Si buscan conversar con Dios, tomarán conciencia de su presencia, harán un sencillo acto de fe y de adoración:
= El Señor está ante mí en silencio y me mira, caeré en la cuenta de su amor infinito, para escuchar y hablar.
= Estar presente será llegar tal cual uno es. Cuando yo me acerco y saludo, Él estará ya esperándome y me saluda.
= Dios llegó antes que yo, deseando contactar como el mejor de mis amigos. Saludaré al Señor que mira con amor.
Teresa de Jesús encontró al fin el tesoro escondido, «Solo les pido que lo miren, y que se dejen mirar por Él», un ejercicio de espera paciente, enamorada:
Dichoso el corazón enamorado
que en sólo Dios ha puesto el pensamiento,
por Él renuncia todo lo criado,
y en Él halla su gloria y su contento.
Aún de sí mismo vive descuidado,
porque en su Dios está todo su intento,
y así alegre pasa y muy gozoso
las ondas de este mar tempestuoso.
Teresa de Calcuta habló de su oración simple: «Si te pones en la presencia de Dios en oración y silencio, Dios te hablará». Bastará el silencio interior, la escucha y la espera, en su presencia.
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* Imagen: Jean-François Millet, Angelus, 1860. Millet afirma: «En el ‘Angelus’ pensé en cómo mi abuela, al escuchar el tañido de la campana, nos hacía interrumpir nuestro trabajo en el campo para rezar el Ángelus por los pobres muertos y con el sombrero en la mano”.
(Podrán leer más del tema en «Cómo orar», pdf, eBook de Nicodemo M.)