+ Hoy 18 de diciembre se celebra la Virgen de la Esperanza, y con la Navidad muy cerca esperamos Luz del cielo para apartar sombras y vencer odios y desamparos ¡Ven, Señor, ven salvador! +
«Padre, te pido que cuides de aquellos que me confiaste, son mis amigos. Ellos creyeron en mi palabra y se mantuvieron fieles hasta el final» (san Juan c.17)
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Dos personas ya muy mayores conversan en una escalera e intercambian sensaciones superficiales y también más personales, en frigorífico por el frío de fuera, cálido y ruidoso por los pequeños de la escuela vecina.
Así la comunicación estuvo arropada y espontánea, con temas de la propia salud, del tiempo y del cielo prometido, su fe y su esperanza entre los 20 escalones de cada día.
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– Buenos días colega, el frío de fuera entra fácil adentro, como si no hubiera ventanas.
– El frío bien llevado mata microbios y conserva las carnes, dicen, también las viejas carnes como las nuestras.
– Yo dolores al subir, tú dolores al bajar, cada uno su propia biología, irrepetibles, únicos, dicen filósofos y científicos.
– Pero no pierdo ánimo, quiero seguir subiendo y bajaremos otro día, aun con dolores, pero con buena compañía. Gracias.
– Hasta que Dios quiera, se dice. Es frase usual, pero algo trágica ¿no?
– Cierto, no sabemos apenas nada del después ya cercano.
– Por eso yo prefiero como creyente amar a Dios y al prójimo y confiar, seguir con la tarea hoy y mañana.
– Sí, los sabios dicen que vivir el presente con ilusión y una tarea, aun pequeña, es reconfortante.
– Seguro, fortaleza para el cuerpo, piernas doloridas, y bueno para el espíritu y la mente, a veces adormecidas.
– Oye, entonces lo del cielo ¿en qué queda?
– Mira yo haré por vivir justamente y amablemente, lo de después es cosa de Dios, nada que temer.
– Sí, creo que será lo mejor, confiar, dejar a Dios ser Dios, él se cuidará de todo, si somos fieles a su evangelio. Una suerte.
– Y mientras tanto observar la vida, querer a la gente y ayudarnos, qué te parece, y tener al Señor Jesús como maestro y amigo, no fallará.
– De acuerdo. Siempre quedará el deseo de reencontrar a nuestros amigos y seres queridos.
– Sí, ellos también envejecieron, se apagó su cuerpo, pero recordamos su espíritu despierto y la luz de su mirada, ¿no es cierto?
– Confiaron ciegamente, confiemos también nosotros. Nada que temer.
– Ok. Hasta mañana. El cielo puede esperar.
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+ Te pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo ilumine las dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de la muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin +
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Solo en Dios descansa mi alma – Ain Karem
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–Vean el testimonio del Cardenal Martini sobre la fe y sobre la muerte: «Creer, Carlos Martini».
–Preparando la Navidad … ¡El Señor está cerca!
–Pondré en comentario la oración de humildad y confianza de un sacerdote de 92 años en Paraguay.
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