Alguien evocó con acierto los duros versos que traigo aquí, notando la ‘manifiesta agresividad’ de una condena reciente. Culpable o inocente tal vez, humillado es cierto, mas solo uno mismo sabe lo que fue y lo que cada uno es. La traída unanimidad parece más un falso cerrojo que deja la puerta entreabierta a la verdad y libre a la dignidad.
Los Heraldos negros
«Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!»
* César Vallejo, 1892-1938, poeta peruano, de los grandes de la poesía hispana, sufrió en su vida penurias y amarguras. Fue acusado injustamente y encarcelado, lo que no menguó la calidad de su escritura. En 1918 publicó ‘Los Heraldos negros’, donde canta lo extremo del sufrimiento inmerecido, mezcla de culpa y muerte, de traición y abandono.
Saludos. Quien evocó entonces al poeta César Vallejo en relación a la condena del juez español Garzón, fue el escritor y periodista Juan Cruz . . Cierto que los sentimientos de venganza y resentimiento, moverse por ellos, serán de los más bajos e innobles. De fondo casi siempre escondida y disfrazada está la envidia quien cargó las baterías, tal vez.