# Para este tiempo de luna llena y primavera, una bendición en la alborada de la vida nueva, en las primeras luces de esta Pascua que comparte ya algo de lo mucho que esperamos.
# Que esta oración de Sabine Naegel nos recuerde tanto de bueno por sembrar y de humanidad por cosechar.
Pascua es pues bendición, nueva humanidad, resurrección, estreno de luz y de vida, frágil aún en los comienzos.
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- Bendice, Señor, mis MANOS para que sean delicadas y sepan tomar sin jamás aprisionar.
- Bendice mis OJOS, que vean la necesidad y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra.
- Bendice, Señor, mis OIDOS para que sepan oír tu voz y perciban el grito de los afligidos, las voces que llaman, aunque turben mi comodidad.
- Señor, bendice mi BOCA para que dé testimonio de Ti y no diga nada que hiera o destruya, que sólo pronuncie palabras que alivian, que consiga despertar sonrisas.
- Bendice mi CORAZON, templo vivo de tu espíritu, que sepa dar calor y refugio, que sea generoso en perdonar y comprender.
- Dios mío, que puedas disponer de mí con TODO lo que soy, con todo lo que tengo; que mi vida sea de verdad como el pan y el vino, buenos para darse, agradables al compartir.
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# Algo así debieron suplicar a Jesús de Nazaret aquellos discípulos que caminaron desanimados hacia Emaús, mas luego regresaron alegres y bien dispuestos.
«LLegando al pueblo le rogaron: Quédate con nosotros, es tarde y el día se acaba. Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él desapareció de su vista.» (san Lucas c.24)