Se trató de ser felices y sentirnos bien, pero cómo y hasta cuándo. En un reportaje reciente leí una de las cuestiones que el verano te puede plantear, ¿Por qué no eres feliz?.
«Recuerdo haber sufrido mucho en mi infancia. Mi madre murió cuando yo tenía dos años. En el colegio preguntando qué sentían al abrazar a sus mamás. Huérfana, sin autoestima, tan triste que lo veía todo negro.
. . Cuando me enamoré, me fui sintiendo mejor conmigo misma, me di cuenta de que este bienestar se multiplicaba cuando amaba a las personas.
. . Así fue como poco a poco mi egoísmo murió de inanición. Que lo importante no es qué pueden hacer los demás por mí, sino qué puedo yo hacer por los demás»
Pude pensar en ese curioso decálogo evangélico de la felicidad que fueron ‘Las Bienaventuranzas’, motivos paradójicos para una dicha duradera. Nos dirán que no es oro todo lo que reluce, que sólo el amor nos rescata de la mayor de las desdichas, la del egoísmo y la soledad.
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* En la imagen, ‘Los amantes’, 1919, Pablo Picasso. Fueron muchas las mujeres que quedaron marcadas para siempre por el carácter imprevisible, cruel o tierno, del pintor. ‘Pinto igual que otros escriben su biografía. Los cuadros terminados son las páginas de mi diario’.
-Vean reportaje citado ‘Por qué no soy feliz‘.
-También aquí el post del tema «Las Bienaventuranzas de Cristo».