Por la pasada fiesta de la Pascua un colega hizo llegar al blog su apuesta de resurrección para todos:
– Yo resucito, nos dice el Señor, si ellos resucitan.
– Yo soy el enfermo, el pobre prisionero, el anciano olvidado, el niño hambriento.
– Soy también la mujer maltratada y la prostituida, tan llenas de sufrimiento…
– Soy el parado que ve cómo se le apaga la esperanza.
– Soy cuantos marchan de su país, muertos de hambre y de miedo, buscando poder vivir y la ‘dignidad’ del ‘ganarse el pan’.
– Yo soy el que sufre sin nadie que le comprenda.
– Espero resucitar. Tengo que resucitar.
– Les necesito. Yo resucitaré, si ellos resucitan. Así será buena la Pascua.
Prometemos vivir el presente en solidaridad, por un futuro más fraterno. Viviremos el triple mandato del Señor: lávense los pies unos a otros, ámense como yo los amé, y harán Eucaristía en mi nemoria.
La foto que les puse. El Papa Francisco maestro bueno que nos reeduca en la misericordia. Un Jueves santo lava los pies en la prisión romana.
Viéndonos a veces tan ciegos e insensibles, rezaremos así:
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+ Tú eres la luz, luz que te entregas;
tú ciegas los ojos del soberbio
y curas al pobre su ceguera.
+ Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta.
Podrán leer en comentario un ‘lavatorio de los pies’ virtual, al unir y extender nuestro gesto con el de Jesús por personas de nuestro entorno que precisan ayuda y atención.
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