+ En las fiestas ya pasadas de la Semana santa, leyendo la Pasión de San Mateo, rechinaron en nuestro interior esas piezas que no ajustaron bien en la vida de JESÚS de Nazaret:
– ¿Por qué no huyó ante la muerte inminente?
Tras el beso de Judas, JESÚS dijo: Amigo, lo que has de hacer, hazlo pronto.
– ¿Por qué no quiso usar la fuerza?
Uno sacó su espada y cortó una oreja al criado; JESÚS le dijo: Guarda tu espada.
– No se defendió ante Caifás y Pilato:
Los jefes y los ancianos acusaron. Pilato preguntó: ¿Oyes lo que dicen contra ti? JESÚS guardó silencio.
+ El silencio de JESÚS, su actitud paciente, todavía hoy nos interpela. Con razón él dijo: Todos perderán su fe en mí esta noche… Los discípulos lo dejaron solo y huyeron.
Mejor no escandalizarnos de la Pasión del Señor, ni de tanto dolor injusto ahora mismo. Ojalá pudiéramos con fe mirar y decir, sin comprender, como aquel testigo: ¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!
+ ¿No será el silencio de JESÚS su disculpa de tanta ofensa? ¿No será su más íntima oración, la palabra elocuente que nos salva? Su silencio fue entrega y perdón, misterio de amor.
Imagen: ‘Cristo Todopoderoso’, icono ruso, s. xv, A. Rublev.
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MARÍA, la madre del Señor, ejemplo de vida interior, de silencio y entrega. Así en esta canción «Madre del Silencio», del grupo universitario chileno ‘Canto Católico’.