«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Mientras dormía su enemigo sembró cizaña y se marchó. Cuando se formó la espiga, apareció también la cizaña. Los criados preguntaron: ¿Quieres que vayamos a arrancarla? Él les respondió: No, que al arrancar la cizaña, podrían arrancar también el trigo.»
Esta parábola es de paciencia y misericordia, propia del modo de ser de JESÚS de NAZARET. Nosotros preferimos juicio y condena express, sin esperar ni confiar. El Evangelio y el buen sentido piden dar oportunidad al bien, conceder tiempo a lo bueno.
Carnavales, Cuaresma, tiempo de ruptura con lo habitual, tiempo de cambio y conversión. No será fácil en la vida distinguir la buena semilla entre la mala hierba que crece con fuerza. Las buenas noticias en este tiempo son pocas y en letra pequeña; las malas acciones en titulares, invitando al juicio, la resignación o la desesperanza. Cuidado.
– Dicen que la conversión no deberá ser triste, al contrario se trata de aprender a vivir de manera más sana, con más amor, con más verdad, vivir con más alegría y gratitud.
En todo caso, no será misión del discípulo de Jesús determinar quién es buena semilla y quién cizaña. Jesús invitó a sus discípulos a ser ellos mismos buena semilla y no mala hierba, a no compararse con los demás, a no hacer juicios de valor sobre lo que los demás sean.
– “No juzguen a los demás, así no serán juzgados”.
– “Bienaventurados los misericordiosos, ellos obtendrán misericordia”.
– “Por sus frutos distinguirán la buena de la mala semilla”.
En caso de duda, el evangelio propuso esperar al fruto. Será fruto bueno la bondad, la paz y la misericordia, la esperanza, la verdad; malos frutos fueron la condena y la violencia, el juicio, el rechazo y la desconfianza, la mentira, y así otros semejantes… “Fue del corazón de cada uno de donde brotó y creció el mal”.
* Evangelio S. Mateo c.13