La libertad fue compañera inseparable del ser persona, verdadero patrimonio de la humanidad a la vez que conquista. Mucho más que un concepto o un sentimiento, la libertad será como su alma y honda razón de ser, su identidad, cuanto la persona es y se propone ser.
La libertad es mi yo de verdad, como también libertad eres tú. En el evangelio Jesús propuso a sus adversarios, enzarzados en estériles controversias, «Caminen en la verdad, la verdad los hará libres».
A . Les recordaré una historia. La Estatua de la Libertad, hoy en la bahía de Nueva York, en su primera versión una mujer campesina, debió adornar la entrada del canal de Suez en 1869. El escultor F.A. Bartholdi diseñó este símbolo de la revolución industrial. No fue posible costearla.
El artista consiguió que el gobierno francés ofreciera el monumento a EE.UU por el centenario de su independencia. En su mano la tablilla con la fecha de la declaración, JULY IV MDCCLXXVI, 4 de julio de 1776, en lo más alto una antorcha iluminada, a sus pies unas cadenas rotas. Al conjunto lo tituló «La libertad iluminando al mundo», Liberty Enlightening the World.
B . El hecho de sentirse libre corrió a la par con la conciencia de saberse igual, en igualdad de derechos, de verse tratados sin discriminación.
Pondré en ejemplo el reciente film de Sarah Gavron «Sufragistas», relató la lucha de las feministas por el derecho al voto. Muchas mujeres perdieron su trabajo, su familia, por un ideal de libertad y de igualdad.
La situación en Inglaterra previa a la 1ª Guerra Mundial, miles de mujeres en fábricas por un salario inferior al de los hombres. Lucha pacífica por la verdadera libertad y la igual dignidad, contra la desigualdad de género en lo laboral y político, también en lo religioso.
A pesar de los años y algunos cambios, perduran viejas costumbres contrarias a la igualdad de derechos, en oriente como en occidente, en el norte y en el sur.
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Traducción del poema de Emma Lazarus que se encuentra en el pedestal de la estatua Libertad:
«El Nuevo Coloso»
No como el gigante plateado de fama Griega,
con extremidades conquistadoras extendiéndose de tierra a tierra;
aquí, en nuestras puertas en el atardecer bañadas por el mar,
estará de pie una poderosa mujer con una antorcha,
cuya llama es la luz de los prisioneros y su nombre es la madre de los exiliados.
Su mano como faro brilla en bienvenida al mundo entero.
Sus ojos dóciles comandan la bahía ventosa enmarcada por las ciudades gemelas.
«Tierras de antaño quédense con su historias pomposas!»,
exclama ella con labios silenciosos.
«Dadme tus cansados, tus pobres, tus masas amontonadas gimiendo por respirar libres, los despreciados de tus congestionadas costas.
Enviadme a estos, los desposeídos, basura de la tempestad.
Levanto mi lámpara al lado de la puerta dorada!»
(Versión original inglés en Comentario)