La humildad, Merry del Val

LLegaron textos, poemas, oraciones. Compartir en internet causa satisfacción. Como aquel muchacho que vio multiplicar al infinito sus cinco panes compartidos, llenando de alegría al Maestro, los discípulos y la gente con hambre. Una bendición y un mar de sonrisas.

A .- Monseñor Rafael Merry del Val -Londres 1865, Roma 1930- secretario de Estado del Papa Pío X, retirado de la vida pública compuso una «Letanía de la humildad» que recitaba cada día después de la Misa.

Qué es la humildad. Santa Teresa lo expresó así: «Dios es verdad, y la humildad es andar en verdad». En el humilde hallaré verdad y libertad; en el soberbio mentira y tiranía. Entre tantas voces y certezas, el humilde se siente inseguro pero sereno.

    «Si permanecen en mi palabra, serán en verdad discípulos míos, conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» /san Juan c.8.

Ecce homo, Honoré Daumier

B .- La humildad verdadera será madre de otras virtudes: facilita la acogida, la ayuda desinteresada, el servicio. Vean de su Letanía estas súplicas:

    «Jesús manso y humilde de corazón:

    -Del deseo de ser estimado, líbrame Jesús
    -Del deseo de ser alabado . . .
    -Del deseo de ser aplaudido
    -Del deseo de quedar bien
    -Del deseo de ser preferido a otros.

    -Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
    -Del temor de ser despreciado . . .
    -Del temor de ser olvidado
    -Del temor de ser juzgado.

    -Que otros sean más estimados que yo, dame la gracia de desearlo
    -Que otros sean alabados y de mí no hagan caso . . .
    -Que otros sean preferidos a mí en todo
    -Que los demás sean más santos que yo, con tal que yo sea todo lo santo que pueda.»

C .- Recordarán esta oración de Jesús de Nazaret agradeciendo y dando a conocer la preferencia de Dios:

    «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado los secretos del Reino a los sabios y entendidos y se los has dado a conocer a la gente sencilla» /san Lucas c.10

Aparecieron pronto en la primera comunidad cristiana los aires de superioridad, las tentaciones de soberbia y las envidias.  San Pablo puso como ejemplo a Jesucristo humilde servidor:

    «No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Que cada uno tenga la humildad de creer que los otros son mejores que él mismo. No busquen sus propios intereses. Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús hecho siervo» /carta Filipenses c.2.

La táctica del Dios de la Biblia se reflejó bien en el Magníficat, el canto de María de Nazaret:

    «El Señor abaja a los soberbios de corazón, derriba a los poderosos y levanta a los humildes» /san Lucas c.1

– En comentario verán un texto de San Gregorio Magno sobre los tropiezos de la vanidad y del orgullo.

Un pensamiento en “La humildad, Merry del Val

  1. Una brecha abierta

    ¡Con qué celo el fariseo que subía al templo para la oración pretendía ayunar dos veces por semana y dar el diezmo de todo lo que ganaba! Había fortificado bien la ciudadela de su alma. Se decía: Dios mío, te doy gracias. Había venido con todas las seguridades imaginables ante Dios. Pero dejó un espacio abierto y expuesto al enemigo cuando añade: Porque no soy como el resto de los hombres, ni como ese publicano. Así, por la vanidad ha dejado entrar al enemigo en la ciudadela de su corazón que estaba, no obstante, bien fortificado por sus ayunos y sus limosnas.

    Todas las precauciones son inútiles cuando queda en nosotros una rendija por donde puede entrar el enemigo. Este fariseo había vencido la gula por la abstinencia; había dominado la avaricia por su generosidad. Pero ¿cuántos esfuerzos en vista a esta victoria han sido anulados por un solo vicio, por la brecha de una sola falta? Por esto, no basta con pensar en practicar el bien, sino que debemos vigilar nuestros pensamientos para mantenerlos puros en las buenas obras. Porque si son una fuente de vanidades o de orgullo en nuestro corazón, nuestros esfuerzos estarían llenos de vanagloria y no servirían a la gloria del Creador.

    San Gregorio Magno (+604)

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