Henri Matisse, La lectora distraída
Recuperando viejos cantos de poetas que son artistas, pero antes que nada amantes.
Me pregunté si pudiera cantar a la vez el desengaño y la amistad, como juntos van llorar y sonreír, sin pensar, como la melancolía o la fría soledad, en el abrazo que sintieron después.
Siempre igual. Cada día nacerá nuevo el sol mas luego se oscureció, así la soñada amistad que llegó y marchó, sola la tristeza quedó. Los sueños van, vienen, sueños son.
«El día que llegaste junto a mi,
dejaste tu equipaje en un rincón,
pusiste tu mirada sobre mi,
y luego te instalaste en mi sillón.
A veces en la noche te escuché,
cruzando de puntillas el salón,
y hoy en la mañana desperté,
y estabas dentro de mi corazón.
Buenos días tristeza,
sientate junto a mi
cuentame si conoces a alguien que sea felíz.
Dime como se llama,
cuentame por favor,
pero nunca me digas que su nombre es amor.
El dia que llegaste junto a mi,
volaron tantos sueños a la vez,
los tuyos que luchaban por vivir,
los mios que murieron sin querer.
Pero ahora estoy contigo ya lo ves,
me estoy a costumbrando a verte aquí,
a veces entonando una canción,
y a veces caminando por ahí.»
«Buenos días, tristeza», por José Luis Perales: