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«Al bajar Jesús del monte se le acercó un leproso: ‘Señor, si quieres, puedes limpiarme’. Extendió Jesús la mano y lo tocó: ‘Quiero, queda limpio’. Y enseguida quedó limpio de la lepra», san Mateo c.8.
Los gestos de acogida y de misericordia hicieron realidad la bienaventuranza de la misericordia. Para el poeta y el lector será un llamado: ¡Anda, haz tú lo mismo!
Verán aquí un bello y viejo poema, canto de agradecimiento y de alegría. El autor se vio identificado con el enfermo leproso del evangelio, y en su meditar sentirá cercano el gesto de Jesús de Nazaret que lo toca y cura, como también el abrazo cariñoso al pródigo.
De Simeón Nuevo Teólogo, Monje y poeta ortodoxo (+1022):
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«Antes de que brillara la luz divina,
no me conocía a mí mismo.
Viéndome entonces en las tinieblas y en la prisión,
caí a los pies de aquel que me había iluminado.
Y aquel que me había iluminado toca con sus manos
mis ataduras y mis heridas;
allí donde su mano toca y donde su dedo se acerca,
caen inmediatamente mis ataduras,
desaparecen las heridas, y toda suciedad.
Extraña maravilla: mi carne, mi alma y mi cuerpo
participan de la gloria divina.
Desde que fui purificado
y liberado de mis ataduras,
me tiende una mano divina,
me saca enteramente del lodazal,
me abraza, se echa a mi cuello,
me cubre de besos.
Es la luz que me arrebata y me sostiene;
me arrastra hacia una gran luz.
Me ha regalado una vida inmortal
y me ha dado unas sandalias, anillo y corona
incorruptibles y eternos.»
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Con María dando gracias a Dios, que ‘alza de la basura al pobre’.
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Vean en comentario las ‘lepras actuales’ de las que también pediremos ser liberados.

«Hoy la lepra ya no está prácticamente presente en nuestra sociedad. En el tercer mundo, por desgracia, aún sí. Pero nosotros tenemos otras lepras que nos dañan. La lepra del egoísmo, del materialismo, de la superficialidad. No afectan a nuestra salud física, pero sí al modo de relacionarnos con los demás. Hemos de ser humildes y reconocer esas enfermedades contemporáneas para pedir a Jesús que nos libre de ellas y nos ayude a vivir el Evangelio con alegría».
Fernando E. Ramón Casas, Aleluya, Valencia, 02/2024.