El discípulo amado

    Tú que en el monte Calvario
    entre sus manos dejaste
    el más santo relicario:
    la carne donde habitaste;
    tú que le dejaste ser
    el hijo bienamado,
    déjame, Señor, poner
    mi cabeza en tu costado.
    __

    «Eres uno con Dios, porque le amas,
    ¡tu pequeñez qué importa, y tu miseria!
    eres uno con Dios, porque le amas»

    –Amado Nervo
    __

En memoria de Carmen Benito que marchó con prisa camino de la casa del Padre. ‘Yo sé que Dios habita en mi corazón y él me llama’, instantes que saben a eternidad.

Ocurre así en lo humano y lo divino, entre luces y sombras, la unión sufre mal el misterio y la distancia. Compartir el pequeño arte personal del corazón es un fin que te engrandece, es oración.

    – Si tú me llamas, voy
    – En mi muerte, llámame, ponme junto a ti.

Quise poner aquí en el blog estos versos, testimonio de un amor para siempre. Es el discípulo amado de entonces y el de ahora, que de lejos ya mayor sin nada más, añora la palabra y la presencia.

    NADA MÁS

    Te adoro y te amo, mi señor,
    íntima presencia, abrazo infinito
    y mi todo, nada más.

    Estar contigo, amigo del alma,
    recostado en tu regazo,
    señor y dios mío, mi único amor.
    Decir mi sentir, llorar contigo
    amor, soledad y pena,
    tú me quedas, nada más.

    Vivir para ti esperando tu venir
    y al caer de la tarde descansar,
    amor de mi vida, solo en ti, nada más.

___

Más vale amar que solo creer, se establece una relación de dependencia, de necesidad… Lo mejor de lo humano vale también para lo divino.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.