:: Tomé estas notas a propósito del cielo y del infierno. Preguntaron si al final muchos merecerán duro castigo, pues hicieron gran daño a otros.
– Infierno como cosa de Dios no me cuadra. No puedo pensar un Dios que sea padre, y partidario de pena de muerte para su gente.
– La venganza, desear mal o condenación para alguien, aun culpable, no es un pensamiento gratificante.
– Sobre el final y el después, habrá que esperar y confiar. Solo un Padre bueno sabrá hacerlo. Bastará creer en la vida eterna como anhelo y puro regalo.
Fue una apuesta del creyente. Más que creer en algo, creemos en Alguien que nos ama, y no quiere que nadie se pierda.
Lo claro es que Jesucristo resucitó, pues si Él no resucitó, todo termina ya aquí. Prometió un lugar para cada uno. También cuenta la ilusión del reencuentro.
:: Yo también lo creo así. Importa mucho sentirme bien, verme vivo, vivir en paz. Ver si en la espera puedo mantener encendida la lámpara de mi fe, pues pronto será de noche.
Alguien dijo que lo más importante será esperar, esperar siempre, esperar a Dios hasta el final.
«Jesús dijo: Tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas, como aguardando a su señor de la boda, para abrirle apenas llame. Dichosos los criados a quienes el señor encuentre despiertos, los hará sentar y los irá sirviendo. Si llegara entrada la noche o de madrugada, dichosos ellos» (san Lucas c.12)
«Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando,
mientras los ojos se duermen.
Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre.»
:: El testimonio del gran Pablo de Tarso, san Pablo, con alguna certeza entre enigmas. Al fin se fiará plenamente de Jesucristo:
«Sabemos que vivir en el cuerpo es estar de viaje, lejos del Señor; es el tiempo de la fe, no de la visión. Deseo salir de este cuerpo para vivir con el Señor. En esta casa o fuera, lo que importa es agradar al Señor. Esperamos comparecer ante el tribunal de Cristo, cada uno según sus obras» (Cf.2Corintios c.5)
:: Leí que Gandhi oraba este bello deseo: “Enséñame, Señor, que perdonar es un signo de grandeza, y que la venganza es una señal de bajeza”.
Y un buen amigo, llegado ya a su destino, me recitó un día con mirada serena estos sencillos versos:
«Al borde de mi noche me he sentado,
esperando tranquilo la mañana.»
Acaban de pasarme estos dos versos, que no me resisto a poner aquí, por su simplicidad y belleza, su confianza, mas no he retenido el autor… Poco importa, la poesía verdadera es de todos.
– Al borde de mi noche me he sentado
esperando tranquilo la mañana.
Es verdad, lo que importa es esperar, esperar siempre.
Gracias. Salud.
Cierto, mas leí hace ya un tiempo este que para mí es terrible pensamiento: «El infierno es esperar sin esperanza» (André Giroux). Solo el creyente verá la luz, aunque habrá luz divina y vida para todos, en abundancia. Saludos.
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