Van Thuan, esperar con amor | Oración del sacerdote

Vivir el tiempo presente, mantener viva la espera, vivirlo todo con amor, fueron temas muy propios de este blog. Vivir al día, vivir el hoy desde el corazón, sin guardar nada para sí, dando todo por amor ¡Tomad, Señor, y recibid! Encontré a tal fin este testimonio tan sincero:

. . Me llamo Xavier Nguyen Van Thuan, soy vietnamita. En abril de 1975 fui nombrado Obispo de Saigón. Con los comunistas en Saigón, fui arrestado.
. . En la noche sentí cansancio y abandono. Recordé las palabras de un misionero preso en China: ‘Pasé la mitad de mi vida esperando’.
. . Más tarde decidí: Yo no esperaré. Viviré el presente colmándolo de amor. Cada día como el último de mi vida, centrado en lo esencial. Temo perder un segundo vivido sin amor.
. . En este mar de extrema amargura me siento libre. Solo tengo la cercanía de Jesucristo y de María. En cautividad recé: ‘Tú eres mi Dios y mi todo’.
. . Como tú, Jesús, siempre queriendo agradar al Padre. Cada minuto decirte: Jesús, te amo, mi vida será una nueva y eterna alianza contigo.

* François-Xavier Nguyen Van Thuan (1928-2002) pasó 13 años en la cárcel, 9 de ellos en aislamiento. En 1991 se le autorizó ir a Roma, sin posible regreso. Vivió exiliado en esa Ciudad.

__

Emotiva oración de Michel Quoist (+1997), los sentimientos, penas y alegrías de un sacerdote, a ejemplo de Jesucristo:

.

(Verán también el texto de la oración en comentario)
__

«En este mar de extrema amargura». Se dio a conocer estos días la red de oración por los náufragos del submarino argentino desaparecido. Deseé ponerla aquí por los que perdieron su esperanza, también en el oscuro mar de esta vida. Será firme la fe a pesar de todo:

«Padre Eterno, fuerte para salvar,
cuyo brazo ata la ola inquieta,
quien ordena al poderoso Océano profundo
sus propios límites designados mantener;
¡Escúchanos cuando clamamos a Ti,
por los que están en peligro en el mar!»
__

Un pensamiento en “Van Thuan, esperar con amor | Oración del sacerdote

  1. Oración del Sacerdote

    Esta tarde, Señor, estoy solo.
    Poco a poco los ruidos en la iglesia se han callado, los fieles se han ido y yo he vuelto a casa, solo.
    Yo te lo he dado todo, Señor, pero no es fácil.
    Es duro dar su cuerpo:
    él querría entregarse a los otros.
    Es duro amar a todos sin reservarse nadie.
    Es duro estrechar una mano sin querer retenerla.
    Es duro recibir secretos sin poder compartirlos.
    Es duro sostener a los débiles sin poder apoyarse uno mismo sobre otro…

    Hijo mío, no estás solo; Yo estoy contigo. Yo soy tú, pues Yo necesitaba una humanidad de recambio para continuar mi Encarnación y mi Redención.
    Desde la eternidad te elegí: te necesito.
    Necesito tus manos para seguir bendiciendo, necesito tus labios para seguir hablando, necesito tu cuerpo para seguir sufriendo, necesito tu corazón para seguir amando, te necesito para seguir salvando: continúa conmigo, hijo.

    Tú estás conmigo, Señor, por eso heme aquí: He aquí mi cuerpo, he aquí mi corazón, he aquí mi alma.
    Dame el ser lo bastante grande para abarcar el mundo, lo bastante fuerte para llevarlo a hombros, lo bastante duro para poder abrazarlo sin intentar guardármelo.
    Concédeme el ser tierra de encuentro, pero solo tierra de paso, camino que no conduzca a sí mismo, sino que lleve a ti.
    Esta tarde, Señor, mientras todo se calla, yo te vuelvo a decir mi SI, humildemente, solo, Señor, ante Ti en la paz de la tarde.

    Michel Quoist: «Oraciones para rezar en la calle».

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.