Me pasaron este canto oración inspirado en un poema de la escritora chilena Gabriela Mistral, su invitación a vivir y trabajar con bondad, poniendo amor en todo.
El canto de aire infantil y piadoso acompañó unas palabras del 4° evangelio sobre la fidelidad, la mutua amistad entre Jesús de Nazaret y sus discípulos:
«Yo soy la vid y ustedes los sarmientos. El que permanece unido a mí dará mucho fruto, sin mí no podrán nada. Como el Padre me amó, así los amé yo: permanezcan en mi amor», san Juan c.15.
El texto podrá ser útil como inicio o resumen del día, expresión de agradecimiento y petición de mejora. Comenzar y acabar bien sin dejar cabos sueltos, vivir y dormir en paz, aun en medio de fallos y disgustos, mas también con los buenos sabores y alegrías.
En este nuevo día que me concedes, Señor,
dame mi parte de alegría,
que sea tu amigo y consiga ser mejor.
Dichoso yo si al fin del día,
un odio menos llevo en mí.
Dichoso yo si aun con la rudeza mía
nadie sus lágrimas vertió;
y si alguien tuvo la alegría
que mi ternura le ofreció.
Que cada tumbo en el sendero
me vaya haciendo conocer
cada pedrusco traicionero
que mi ojo al fin no supo ver.
Ame a los seres este día,
a todo trance halle la luz;
ame mi gozo y mi agonía,
ame la prueba de mi cruz.
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Cfr. Gabriela Mistral, Himno cotidiano.
Vean también en el post «Vivir al día».