La esperanza, razones

# Será una virtud cristiana fundamental, la Esperanza, junto a la Fe y la Caridad. Y fueron tantas las razones para desesperar, que un grupo cristiano se afanó este verano por buscar y encontrar motivos para seguir esperando.

Lo hicieron a partir de un texto del evangelio que ofrece posibilidades, anima a confiar, algo que pareció imposible:

«Al desembarcar vio Jesús mucha gente, sintió compasión de ellos, los vió como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles. Sus discípulos le dijeron: El lugar está deshabitado, y es hora avanzada. Despídelos para que vayan a comprarse de comer. El les contestó: Denles ustedes de comer», s.Marcos c.6

# En nuestros mejores ‘sueños’, nuestras largas esperas, la Esperanza no defraudará. Bastará en el discípulo un poco de Fe y algo de Amor, lo imposible se hará realidad.

El grupo encontró dentro y fuera de sí mismo suficientes MOTIVOS PARA LA ESPERANZA:

1° . Reconocer y sentir la presencia y trabajo entre nosotros de Jesús el Señor.
2° . Mucha gente lo busca y necesita, su palabra, su curación, su alimento.
3° . Notar su mirada compasiva que no cesa sobre el pueblo necesitado.
4° . Nos ve a nosotros agobiados, impotentes, ante tanta necesidad y dolor.
5° . Él cuenta ahora con cada uno, nos necesita para la misericordia.
6° . Jesús Señor pone su Pan, su Vida, en manos de sus seguidores y seguidoras.
7° . La gente quedó satisfecha, y buscará algo más que pan.

# Por la continuidad de su tarea redentora, Jesús de Nazaret buscó colaboración, cuenta con nosotros. El grupo recordó esta súplica que conocerán:

«Necesito tus manos, para seguir bendiciendo;
necesito tus labios, para seguir hablando;
necesito tu cuerpo, para seguir sufriendo;
necesito tu corazón, para seguir amando.
Te necesito para seguir salvando.»

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Quedó grabada en la memoria de los discípulos la mirada compasiva de Jesús a la gente. Suplicaron tener su misma mirada.

Verán la súplica en este canto de Cecilia Rivero, «Dame señor tu mirada».

Dame, Señor, tu mirada y pueda yo ver desde allí
el día que empieza, el sol que calienta y cubre los montes de luz.
Dame, Señor, tu mirada y pueda gozar desde allí
que el día declina y anuncia las noches de luna cuando viene abril.

Dame, Señor tu mirada, grábala en mi corazón,
donde tu amor es amante y tu paso constante, tu gesto creador.

Dame, Señor, tu mirada y entrañas de compasión;
dale firmeza a mis pasos, habita mi espacio y sé mi canción.
Dame, Señor, tu mirada y entrañas de compasión,
haz de mis manos ternura y mi vientre madura, ¡Aquí estoy, Señor!

# Estos fueron los deseos del Papa Francisco en el reciente SÍNODO de la JUVENTUD, que no perdamos la capacidad de soñar:

«La esperanza nos desafía a todos y nos moviliza. Que los Padres sinodales no se dejen asfixiar y aplastar por los profetas de calamidades y del infortunio, o por sus propios límites, errores y pecados, sino que sean capaces de encontrar espacios para inflamar el corazón y discernir los caminos del Espíritu».

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