A lo lejos pude adivinar las tumbas y cruces. Allá descansaron los cuerpos y los nombres de conocidos y desconocidos. Recordando y pensando, también rezando, vinieron versos de esta larga Rima de G.Bécquer, romántico castellano: ¡Qué solos quedaron los muertos!
Pensar la muerte fue llenar el papel de preguntas, siempre las mismas más otras nuevas. Conversación de velatorio, también de café y copa por conocer lo que tú piensas, lo que ellas creen, sin concluir nada nuevo, hasta otra vez.
Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.
–Rima LXXIII
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Saulo de Tarso -san Pablo- amenazado de muerte, escribe a los atemorizados cristianos de Roma:
«Que ninguno de nosotros vive ni muere para sí mismo: si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor; o sea que, en vida o en muerte, somos del Señor. Para eso murió Cristo y recobró la vida, para ser Señor de vivos y muertos», c.14.
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Habiendo tomado ‘Al Alba’ como título de nuestro post, podrán recordar si gustan aquí la entrada y canción de Luis Eduardo Aute.