CARNAVAL DE POETAS, «LA POESIA ES LA ESPERANZA»
Diablitos y sirenas bailan por las viejas calles de la bella Granada en Nicaragua, detrás de un cortejo fúnebre. Un carruaje negro, tirado por dos caballos, recorre esta ciudad colonial, una de las más antiguas del continente americano, hasta llegar al gigantesco lago Nicaragua.
Con gritos de ¡Viva la poesía! ¡Viva la libertad! ¡Viva el amor!, sigue la fiesta, sacan el ataúd del carruaje y lanzan las flores al lago.
# Así concluye este «entierro del pesimismo y la tristeza» que, con el lema «La poesía es la esperanza», es una de las muchas actividades del IV Festival Internacional de Poesía de Granada en el que participan escritores de unos 50 países.
En 11 esquinas de la ciudad el cortejo se detiene, cesa la fanfarria, y un poeta tras otro, como sumos pontífices de este carnaval, desde una florida tribuna itinerante, declaman algunos de sus versos.
En el rescoldo de la espera
el calor de mi voz encendido
vence el valor el amor vive
muere la muerte cae el temor
-canta valiente un poeta
en tarde de fiesta y misterio-
Flores pequeñas lloran del cielo
altas y tiernas guirnaldas
cese la oscura tristeza
que en la tierra es ya primavera.
# El Festival ocurrió días pasados ante un público como el nicaragüense que es un amante furibundo de la poesía. Una semana de lecturas en los atrios de las iglesias, en los parques y plazas, y en diversos centros culturales de toda la ciudad. El cantautor Luis Enrique Mejía Godoy dijo en la presentación del evento:
«Cuando cuento que miles de personas se reúnen a escuchar poesía en Nicaragua, un país donde todo está patas arriba y de los más pobres de América Latina, no me lo creen. ¿Y cómo van a creerlo? ¿De dónde sale tanta riqueza? Tal vez los poetas lo puedan explicar.»
# Estoy uniendo mi voz a esta fiesta de la esperanza. Quiero traer aquí con mucho cariño y admiración a una gran poeta que canta con energía la ‘redención’ esperada.
«En el valle profundo de mis tristezas, tú te alzas
inconmovible y silencioso como una columna de oro.
Eres de la raza del sol: moreno, ardiente y oloroso
a resinas silvestres.
Eres de la raza del sol, y a sol me huele tu carne quemada,
tu cabello tibio, tu boca oscura y caliente aún
como brasa recién apagada por el viento.
Hombre del sol, sujétame con tus brazos fuertes,
muérdeme con tus dientes de fiera joven,
arranca mis tristezas y mis orgullos,
arrástralos entre el polvo de tus pies despóticos.
¡Y enséñame de una vez -ya que no lo sé todavía-
a vivir o a morir entre tus garras!»
-Dulce Mª Loynaz, La Habana, 1902-1997
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-Imagen: “Fleurs de mon jardin secret”, Odile Aubert.
-Ver la web del Festival de Poesía, Granada (Nicaragua).