:: El Evangelio es en cierto modo supra confesional. El Sermón de la montaña, por ejemplo, renueva la existencia humana y puede valer para todo el mundo, decía el cardenal Carlos Martini. Sabemos la gran consideración que a Gandhi le mereció el Sermón del monte y las Bienaventuranzas.
En una soleada mañana, en un lugar agradable y tranquilo, JESÚS DE NAZARET habló largo rato a la multitud que lo seguía. El Maestro quiso consolar y animar a la gente cansada y agobiada por el peso de la vida. Quiso invitar a la solidaridad y la compasión a sus seguidores que le preguntaron por lo que debían hacer.
Viendo que lo seguían tantas personas y tan diversas, Jesús subió a un alto, se sentó y mirando muy especialmente a sus discípulos, comenzó a enseñarles diciendo:
A . – “Bienaventurados los pobres en espíritu, a ellos les pertenece el Reino de los Cielos”.
– “Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia”.
Son los que han dado cuanto tenían, se han quedado sin nada para sí. Solo les queda su fe que ahora es confianza y misericordia. La satisfacción de saber que el Dios que los sacó de la esclavitud de Egipto, los quiere como una madre y ya nunca los abandonará. Son los pobres y necesitados, también los generosos y los confiados. No les faltará de nada en adelante.
B . – “Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.”
– “Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”.
– “Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia”.
Son los que están sufriendo por mil motivos, pero el dolor no los encierra en sí mismos. La pena y la injusticia no los desaniman ni quitan la paz, abiertos a la ayuda y el consuelo que pronto les llegará. Viven su aflicción incluso agradecidamente, amorosamente, al ver tanta gente buena. El dolor y la inquietud pasarán, llegará pronto la calma.
C . – “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.
– “Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.
– “Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos”.
Son los que no pretenden grandezas ni buscan gloria para sí mismos. Su intención es recta y sus deseos son limpios, sólo buscan el Reino de Dios y su justicia, el bien de las víctimas de la injusticia y de la violencia de los poderosos. Ellos estarán dispuestos a pasar incomprensiones, acosos y rechazos, perdonando y sin echarse atrás.
:: Sólo el Amor produce esta maravilla, los imitadores de Dios, los bienaventurados. Todos invitados a vivir la vida en clave de bienaventuranzas. Será útil examinarnos de ellas de vez en cuando. Mientras tanto nos queda desear y pedir:
SEÑOR, quiero vivir tus bienaventuranzas, fuente de la verdadera felicidad. Dame hambre de justicia, deseos de ayudar y gracia para consolar. Quiero parecerme a ti en la mansedumbre y la misericordia. Que yo sea trabajador de paz y concordia. Enséñame la limpieza de corazón, que no busque mi propia gloria, solo amarte y servirte a ti, Señor, en todo.
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* Imagen: El Salvador del mundo, El Greco (1541-1614). El Rostro de Cristo, “manso y humilde de corazón”, que mira complacido a todos.
-El Sermón del Monte o Discurso del Reino, en el evangelio de san Mateo cc 5-7.
-Podrán encontrar ya la entrada EXAMEN de BIENAVENTURANZAS.
-Más de evangelio en MEDITACIONES, pdf, ebook de Nicodemo Martin, inspiradas en los Ejercicios Espirituales.
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