– El Amor perdona siempre,
disculpa siempre, espera siempre,
el Amor no falla nunca.
1 Corintios c.13.
En cierta ocasión el apóstol san Pedro dirigió al Maestro una pregunta difícil, que mereció una buena respuesta por parte de Jesús de Nazaret. Pedro conoció la disposición de Jesús a perdonar siempre:
– Señor, ¿Cuántas veces tendré que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?
– Jesús le contestó: No te digo siete, sino setenta veces siete.
# Más tarde el apóstol negará tres veces, dirá que no conoce a Jesús, que no tiene que ver con él. Pedro se acobardó y traicionó su amistad, tanto o más que Judas. Pedro lloró amargamente y se avergonzó de sí mismo.
– Jesús dijo: No he venido para juzgar y condenar, sino para salvar.
– Pedro tuvo su oportunidad junto al lago: Señor, tú sabes que te quiero.
– Judas desesperó, Pedro confió, no quiso morir de tanto dolor.
# Pedro recordó la escena con la mujer adúltera a punto de ser apedreada, vio cómo Jesús la protegió y la invitó a marchar en paz: Aunque todos te condenan, yo no te condeno, no temas, no peques más.
– Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen. El apóstol supo que Jesús desde la cruz pidió perdón para los soldados, disculpándolos.
# Pedro comprendió que nada estaba perdido, que Jesús ama y perdona siempre. Jesús tiene un gran corazón, pensó, no me rechazará, mas ¿qué me pedirá?
– Pedro, ¿Tú me amas? ¿Me amas más que estos? ¿De verdad tú me quieres?
– Señor, tú sabes todo, tú sabes que te quiero.
Así fue como Pedro aprendió a perdonar como había sido perdonado, generosamente. El perdón de Jesús de Nazaret lo curó y rehabilitó, le enseñó a ser misericordioso con todos.
# Cuentan que Nicodemo, un discípulo de última hora, al enterarse de lo sucedido, rezó así:
– Tú no quieres, Señor, la culpa ni el abismo del resentido, no quieres ver rechazado a Pedro ni malherido; tú quieres el abrazo y la fiesta del perdón.
– Jesús, háblame y viviré, será como nacer de nuevo; mírame y sanaré, tu mirada me basta, tú sabes que yo también te quiero.
En sintonía esta vez con el apóstol Pedro, así fue mi súplica deseando recibir la gracia de la paz que Cristo nos dará:
SEÑOR JESÚS, dame la paz, tu paz será mi descanso; tú eres mi paz, tu amistad y compañía. / Si tengo tu paz confío y nada temo, porque tú vas conmigo. / Eres brisa ligera que serena, agua fresca que calma mi sed, voz que apacigua las tormentas. / Tu paz es amor que abraza y reconforta, amor que perdona y siempre disculpa. Ven Señor Jesús.
___
-Imagen: «Cristo y Menas», icono bizantino, siglo vi, Egipto. ‘Jesús y su amigo’, Jesús con el Abad Menas. El Rostro de Cristo expresa la satisfacción y la alegría por la fiesta del reencuentro.
-Vean de Luis de Góngora (+1627), ilustre poeta cordobés, este soneto que fue sincera confesión del propio pecado y del perdón divino, en ambiente de intimidad y gran confianza:
«Pequé, Señor; mas no porque he pecado
de tu amor y clemencia me despido;
temo, según mis culpas, ser perdido,
y espero en tu bondad ser perdonado.
Recélome, según me has esperado,
ser por mi ingratitud aborrecido,
y hace mi pecado más crecido
el ser tan digno tú de ser amado.
Si no fuera por ti, de mí, ¿qué fuera?
Y a mí mismo de mí, ¿quién me librara
si tu gracia la mano no me diera?
Mas ¡ay! A no ser yo, ¿quién no te amara?
Y si no fueras tú, ¿quién me sufriera?
Y a ti, sin ti, mi Dios, ¿quién me llevara?»
___
Podrán leer otros temas de evangelio en «El Rostro de Cristo», pdf.
Aquí varios eBooks de nicodemoblog con sus enlaces: eBooks_links.
__
«Cristo te necesita para amar. No te importe las razas ni el color de la piel, ama a todos y haz el bien…»
Pingback: La misericordia | nicodemoblog