# De hace mucho conozco y aprecio las consignas principales del libro «Ejercicios espirituales», escrito hará casi cinco siglos por el vasco Ignacio de Loyola, en el santoral católico desde 1622.
El libro figuró en listas de clásicos del Siglo de Oro, también Inquisidores españoles sospecharon del autor y del libro por sus teorías, y por sus efectos prácticos, fueron tiempos de la Reforma y los reformadores.
En verdad el libro «Ejercicios» fue pensado para ser practicado más que para ser leído. Contiene una guía compleja de vida interior y sugerencias para meditar.
Les pondré en el blog en varias entradas algún texto significativo, algo de introducción y comentario.
# El mismo autor llamó a este texto que hoy verán su ‘Principio y fundamento’, dando a entender que será el cimiento sobre el que construir la vida cristiana con libertad interior, la indiferencia, deseando elegir bien.
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PRINCIPIO Y FUNDAMENTO
– El hombre fue creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y así salvar su ánima. Las otras cosas son creadas para que lo ayuden a conseguir el fin para el que fue creado.
– De donde se sigue, que tanto ha de usar de todo cuanto le ayuden para su fin, y tanto dejará cuanto le impiden. Será menester hacernos indiferentes a todo en lo posible,
– no queriendo de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta; deseando y eligiendo lo que más ayude para el fin que fuimos creados.
# Se le ofrecerá a la persona un sentido de vida basado en el ejercicio de su propia libertad, y en la relación confiada y madura con Dios, con sus semejantes y con todo lo demás. Si tomare decisiones, deberá dar preferencia al ser sobre el tener, preferir ser libre a ser dependiente.
Mejor mostrarse con Dios respetuoso y agradecido, con las cosas desprendido, con los demás confiado. Todo un programa que sabe bastante a evangelio:
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– Te doy gracias, Padre, señor de cielo y tierra.
– Pondré mi vida en tus manos.
– Busquen primero el Reino de Dios y su justicia.
– No anden agobiados por la vida, por el comer o el vestir.
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En comentario verán la poesía de Santa Teresa de Jesús «Vuestra soy para vos nací».
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Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes,
vuestra porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida:
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme Infierno o dadme Cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
o por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí o allí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid:
¿qué mandáis hacer de mí?
–Santa Teresa de Jesús (+1582)