Francisco de Asís, tres consejos

– Supliqué y recibí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, tuve en nada la riqueza. Todo el oro y la plata a su lado es arena y barro; la quise más que a la salud y la belleza, su resplandor no tiene ocaso. (Sabiduría c.7)

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Francisco falleció la noche del 3 de octubre de 1226 en Asís, Italia. El santo de Asís, más actual por la opción del Papa que quiso llamarse por eso Francisco: ¡Cómo quisiera una Iglesia pobre para los más pobres!

En testimonios de la época se cuenta de San Francisco que estando un día en oración, abrió por tres veces el Evangelio y recibió tres consejos de boca del mismo Jesús:

1° Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo, tú vente conmigo.
2° No lleven nada para el camino.
3° El que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.

El Señor reveló a Francisco su voluntad de que viviera según el Evangelio, siguiendo los tres consejos.

No os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto. (Romanos c.12)
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Así fue la Sabiduría evangélica de Francisco de Asís:

– Que Dios es Dios. Que Dios es. Saber esto fue la sabiduría del pobre de Asís. Luego quedará ya el silencio de la plenitud. El derrocharse todo a la vez como esas florecillas que viven unos instantes, el tiempo justo para alabar al Creador en su estallido de color… La definitiva madurez del que ya nada espera, sino el regalo de la muerte.
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Oh, vivir junto a ti; siempre a tu lado
descanso hallar y conversar contigo,
ser de tu amor y tu bondad testigo,
tú, de bondad y amor, nunca saciado.

En tu bendito Corazón sagrado
poner la frente y encontrar abrigo,
como la puso tu mejor amigo,
tu dulce Juan, ¡tu compañero amado!

Oh, vivir junto a ti, cual la sencilla
lámpara tenue que callada brilla
entre las sombras de tu templo santo;

y mientras rueda en su bullicio el mundo,
solo contigo, en éxtasis profundo,
darte mi amor y mi abundoso llanto.

–Hernando Holguín, Bogotá, +1921.

Vean también este poema de José M. Pemán, reflejo de un sentir e intimidad deseada, como ocurre en el corazón de Francisco de Asís, de su Señor enamorado:

Se me aclaró el sentido,
de pronto, del paisaje.
Y me sentí total como el latido
de un corazón inmenso, y el mensaje
del Amor a los hombres.

Me di todos los nombres
desde el del alba hasta el de la amapola.
Me entregué sin prudencia y sin escudo.
Y me sentí en la sola
y alta hermosura del Amor, desnudo.

Como advertí tu acento
delgado, mi Señor, por la pradera,
he sido en la ilusión de aquel momento
todos los hombres, yo, en la primavera.

Desde aquel día por los más cimeros
picos de mi esperanza levantado,
estoy de tu hermosura sin linderos
con este amor total enamorado.

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-Imagen: El Greco, San Francisco en oración, fragmento, 1585.

-Cf. Juan M. LLopis, Sabiduría de un pobre, Prólogo.