«El ciego Bartimeo sentado al borde del camino pedía limosna. Al oír que pasaba Jesús Nazareno, empezó a gritar:
– Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús le dijo:
– ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
– Maestro, que pueda ver.
Al momento recobró la vista y lo seguía por el camino», s Marcos c.10.
En su vida siempre fue de noche. Bartimeo oyó hablar de Jesús, pero no conoce su rostro, no podrá seguirlo. Su oración será la mejor: ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! ¡Quiero verte! Oración humilde y confiada, insistente.
No veo, no creo, no conozco. Muchos en el evangelio confesaron su necesidad y su ceguera, soñaron con un nuevo día: ver, conocer, ser amigo y seguidor de Jesús de Nazaret. Será la fe del evangelio, ‘Quiero verte, Señor’.
El ciego del camino dejó todo, su puesto en el camino, dejó su manto, y casi a ciegas caminó junto a Jesús contento, copiando su vida y su palabra, su compasión, su aliento. Será otro Jesús, en otros lugares y para otras gentes, irá donde Jesús no llegó a pasar, ‘para consolar a los abatidos, abrir los ojos de los ciegos y soltar las cadenas de los encarcelados’.
Muchos recordaron la liturgia de su propio Bautismo y de la Pascua, impresa en algunos presentes, memoria y canto a la vez:
-Él nos libró de nuestra ceguera, nos devolvió la confianza en nosotros mismos y nos puso en camino. Así como cuentan de aquel mendigo ciego que en las puertas de Jericó oyó pasar a Jesús de camino y al oír que le hablaba, enloqueció de alegría, pareció olvidar su ceguera, y puso ya todo su empeño en sólo amar y seguir al Nazareno.
EL CIEGO DEL CAMINO
Seguir tus huellas
como ciego curado en el camino
sin manto ni sandalias
cantando por valles y colinas,
sin monedas ni pan ni vino
solo contigo
al calor de tu figura amiga
que sientes y adivinas.
¿Cómo resumir esta experiencia de fe y de seguimiento?
-Los enfermos y abandonados buscando cobijo se acercaban a él. El encuentro fue una fiesta imborrable. ¿Qué es la fe sino vivir enamorada de esa primera llama encendida y de su rescoldo nunca del todo apagado? La huella del primer encuentro nos acompañará en la búsqueda madurando y dando buen fruto. El amor primero lo fue todo: fiesta, luz, melodía y hoguera.
* Cfr. Nuestra entrada «María Magdalena #10»