Qué es morir -4 / Francisco

    ‘Gozan en los cielos las almas de los santos,
    que siguieron las huellas de Cristo;
    que por su amor derramaron su sangre,
    por ello reinarán con Cristo eternamente’.

    (Magnificat antiphon for feasts of martyrs)

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Verán del Papa Francisco unos pensamientos recientes sobre la muerte y la vida. La ocasión fue un Evangelio leído en el final del año, evocador de otros finales, el de la propia vida.

    Dijo Jesús a sus discípulos: Como sucedió en los días de Noé, hasta el día que entró en el arca. Llegó el diluvio y todo acabó. El que pretenda guardarse su vida, la perderá, el que la pierda por mi, la recobrará. (san Lucas c.17)

La Iglesia es madre, quiere que cada uno piense en la propia muerte. Acostumbrados a la normalidad de la vida, un día llegará la llamada de Jesús que nos dirá: ¡Ven!

    . . El Señor nos dice: Párate, no vivas como si esto fuera la eternidad. Un día tú también irás con el Señor.
    . . Ante una nueva jornada pensaré: Hoy, como si fuera el último día, haré todo bien, mi trabajo, las relaciones.
    . . Pensar en la muerte no es una fantasía. Llegará el encuentro con el Señor: ‘Ven, bendito de mi Padre’.

«Tengan paz, no teman. Yo volveré, les prepararé un lugar. Donde esté yo, estarán también conmigo. Vivirán de mi misma vida». (san Juan c.14)

Será menester estar en vela, mantener abiertas las puertas:

    Este es el tiempo en que llegas,
    Esposo, tan de repente,
    que invitas a los que velan
    y olvidas a los que duermen.
    . Danos un puesto a tu mesa,
    Amor que a la noche vienes,
    antes que la noche acabe
    y que la puerta se cierre.

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-En comentario verán una reflexión sobre los frutos que espera el Señor encontrar, si perseveramos unidos a Él.

-También en comentario un texto de san Pablo sobre el final.

-Teniendo a la vista el propio final, así expresó su esperanza J.L. Martín Descalzo (+1991):

    «Morir sólo es morir. Morir se acaba.
    Morir es una hoguera fugitiva.
    Es cruzar una puerta a la deriva
    y encontrar lo que tanto se buscaba.
    Acabar de llorar y hacer preguntas;
    ver al Amor sin enigmas ni espejos;
    descansar de vivir en la ternura;
    tener la paz, la luz, la casa juntas
    y hallar, dejando los dolores lejos,
    la Noche-luz tras tanta noche oscura».

-Todavía muy cerca la marcha de nuestra querida Emy al encuentro del amigo Jesús, recordé los versos finales de aquel poema ‘Nada más’, el discípulo amado en vela espera a su Señor:

    Vivir para ti esperando tu venir
    y al caer de la tarde descansar,
    amor de mi vida, solo en ti, nada más.

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    «Jesús es mi alegría
    y el consuelo de mi corazón.
    Jesús me preserva de los sufrimientos
    y es la fortaleza de mi vida.
    – Es la luz y el sol de mis ojos;
    el gozo y la paz de mi alma.
    Por todo ello no lo rechazaré
    ni de mi corazón ni de mis ojos».

    (J.S.Bach, BWV 147)

2 pensamientos en “Qué es morir -4 / Francisco

  1. La gloria de mi Padre consiste
    en que den fruto abundante

    Padre todopoderoso, misericordioso, clemente, bueno, compasivo, tú que ganas a la malicia con tu bondad, suplico tu inmensa misericordia para conmigo, rama seca, pues no aproveché el tiempo de la poda cuando me plantabas en santa religión, sino que pasé en la total esterilidad el tiempo de la vida.

    Te suplico, en nombre de esa bondad innata en ti, en nombre de tu querida Madre, nuestra gloriosa protectora, la Virgen María: dirige hoy hacia mí tu mirada de misericordia y caridad. Que yo reverdezca tomando toda mi fuerza en ti y reflorezca, santificada en la verdad. Concédeme ofrecer el culto verdadero de la santa religión y ser fiel a los deberes de la vida espiritual. Que por ti, que me amas, porte los frutos de la virtud y la santidad con el fin de que, en el momento de la vendimia, el día de mi muerte, al aparecer ante ti, sea encontrada en plena madurez y consumación de la perfección religiosa. Amén.

    Santa Gertrudis de Helfta
    Monja benedictina (1256-1301).

  2. «Nosotros creemos sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él. Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno. Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos.»

    –San Pablo, 2a. Carta a los Corintios cap. 4°

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