Santificado sea tu Nombre

    «Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda clase de bendiciones en Cristo; por cuanto nos eligió en Él para ser santos e inmaculados en su presencia en el amor». /Efesios c.1

Vean aquí estos apuntes, el pequeño resumen de la vida desde dentro, el interno sentir. Serán tres entradas tomando tres peticiones del Padre nuestro, un memorial de personas y un repaso de vivencias, con ánimo agradecido.

I . Fue el conocido libro ‘Confesiones’ de san Agustín que sugirió esta pequeña serie, una colección de situaciones y experiencias, siguiendo el esquema ignaciano del examen de la conciencia. Lo primero será caer en la cuenta y actuar la presencia cierta de Dios, lo segundo será recordar, dar gracias de corazón, haciendo memoria. Lo tercero será pedir luz para reconocer los errores y malentendidos, los pecados, con el deseo de curar heridas, dar y recibir el perdón generoso. Finalmente el examen ignaciano acaba pidiendo ayuda, gracia, para mejorar y arrepentir. Es examen y oración a la vez, no solo mirar a uno mismo hacia atrás, sino dejándose mirar por el Creador y Señor, que por su Espíritu santo me llevará de su mano para no desanimar, sino seguir adelante reconciliada y confiadamente. La memoria orante recordando, por el entendimiento reconociendo, y la voluntad removiendo para avanzar en el buen Camino, en la Verdad y la Vida que es nuestro Señor Jesucristo.

Esto que escribo no fue pensado tanto para ser leído, a no ser por uno mismo y por mi Señor, a su Bondad suma dedicado.

    Para ti mi Señor,
    mi memoria se hace canto y corazón,
    melodía suave y caricia a la vez,
    acto de fe y de entrega,
    don total.
    Recíbeme, Señor, tuyo quiero ser,
    que tú seas también mío.

II . La memoria primera será de las primeras personas. De ellas la primera de todas es Dios nuestro Creador y Señor, ‘Tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tus manos’. De un modo o de otro, tomando las ayudas precisas, Él quiso mi existencia. Fue su voluntad que yo fuera, nada casual, pues no es frío su deseo sino amoroso y personal, la creación es obra de amor. ‘Él es antes que nada fuese y da el ser a todo lo que es, me regala el ser, me llama y me envía’. Más no sabemos, solo pensamos lo mejor, nuestro bien y felicidad, como Él mismo es. En general, pero también en particular, recordaré que ‘El hombre fue creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor’. El por qué será la libertad y el amor de Dios, donde solo hay amor sin ningún otro interés, y el para qué fui creado será la relación amable que expresan los tres verbos, ‘alabar, reverenciar y servir’, resumidos por Ignacio de Loyola en su expresión, ‘en todo amar y servir’, el sentido de toda una vida. Así lo piensa el creyente que soy, bautizado un 5 de junio y llevado a la Comunión con Jesucristo 7 años más tarde en la Iglesia del viejo colegio, luego sacerdote a los 27, hoy con mis 76 ¡Santificado sea tu nombre!

    En mi interior hallé
    que estabas junto a mí desde que fui creado,
    dando luz a mi vida, con esperanza y fe,
    alumbrando el camino que conduce
    a tu lado.

III . En segundo lugar los padres, hermanos y familia. Sin ellos nada hubiera sido posible. Su presencia, sus cuidados, su cariño, sus amores y sus miedos me llevaron a crecer dependiente pero poco a poco libre, yo mismo, con mis propios pensamientos y deseos. Me recuerdo caprichoso y receloso, aun siendo el último y más pequeño. Misterioso dicen, creo que sí. Algo solitario, poco de grupo, pero buenos amigos. Desde muy pronto tuve a Jesús y María también como amigos y compañeros a los que dirigirme, confidentes, sobre todo cuando me sentí menos apreciado en la casa o en los colegios. No derroché cariños ni tampoco recogí muchos, lo justo y necesario, antes de refugiarme en mi pequeño interior. Los inviernos colegio, obligaciones y deberes; los veranos libertad, más gente y novedades. Hacerse adolescente en verano, más adulto en invierno. Aire libre y calor de amigas y amigos el verano, prisionero y fría soledad los inviernos. A veces jugando a perderme, escaparme, esperando llegar sin saber. Más movido por el temor que por el amor. Al recordar veo más amor entonces a mi alrededor conmigo, que entonces no sentí. Agraciado pero desagradecido un tanto, pensando no merecer a pesar del esfuerzo.

IV . Fueron sensaciones confusas del recuerdo y la distancia. De las personas, agradecer mucho y pedir disculpas por las más cercanas. Los padres y hermanos, regalo tan valioso, encantador y amable. El buen padre siempre tan preocupado por todo y por todos, pero ocupado en sus asuntos y negocios. Poco trato ni conversación, receloso de mi educación no desbarate sus planes de gran profesional para su hijo más pequeño. Su preocupación pudo crear inquietud, ansiedad, en el estudio y el trabajo. Nada importante, sino la voluntad sincera de agradarle y corresponder. Ahora pienso si no fuera su dolor por pérdidas de seres muy queridos, así desengañado tal vez de Dios y su voluntad, ‘El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó’, como el santo Job. Las varias guerras pasadas debieron marcar fuertemente los ánimos de su generación, sus victorias y fracasos, también profesionales. Pocas palabras, mas lindas miradas y cariño, exigente, así como nuestro Dios, Padre de muchos silencios y corazón inquieto por todos nosotros, por cada uno.

V . Entre las primeras personas la madre, que como nuestro Señor nos dio su misma vida y existencia, compartida, así es nuestro Dios, por eso también es Madre nuestra. La mía siempre sufriendo, temerosa y muy piadosa. Leyendo nuestros pensamientos y adivinando los deseos, adelantándose a veces por complacer. Si castiga será por conseguir algo mejor. Su experiencia también de sufrir por la marcha de seres queridos, temerosa que pudiera repetirse en el más pequeño que era yo, como así fue. Las madres sospechan, sin preguntar saben las respuestas, las intuyen y esperan. Por eso las madres de verdad no pueden sino sufrir, rezar, ser dolorosas, temiendo lo peor por si llegara. Es la madre. Donde va el hijo va ella, siempre cerca, como ángel de la guarda, no te pierdas, mi niño. Amar sin sufrimiento no es amor verdadero, por eso Dios nuestro Señor quiso al hacerse como nosotros amar y sufrir, con su madre, sus hermanos, por sus amigos, discípulos y seguidoras, por todos. Y así continuará siendo, pues el buen amor conlleva dolor, mas nunca se acaba pues ‘no tiene fin’. El Evangelio de san Juan, discípulo amado, dirá que ‘Él nos amó hasta el extremo… Que dio la vida por los que ama’. Generosidad extrema que interpela. Por estas primeras y principales personas, un modelo, gracias mil y disculpas.

    «Esto dice el Señor: Yo la llevaré al desierto y le hablaré al corazón. Allí responderá como en los días de su juventud, como el día de su salida de Egipto. Me desposaré contigo para siempre» (Oseas c.2)

VI . En efecto, fue entrando con fuerza el deseo de dejarlo todo y marchar lejos de voluntario. Ese fue el título del libro prestado ‘Voluntarios’. La parte heroica de la vida cristiana que los padres jesuitas presentaban a sus alumnos en los famosos Ejercicios espirituales, encerrados en casas para retiros, con silencio, reflexiones que calan hondo e interpelan, ‘Y tú, ¿qué piensas hacer?’.

    «Sal a mi encuentro, buen Jesús, y dime
    que tu voz es el canto más sublime
    y que suena más límpido y profundo.

    Que hay en tu alma mucha más pureza
    y en tus ojos más luz y más belleza
    que en los soles y brisas de este mundo»

    (Julia Estevan)

Todo pudo quedar en nada, pero apareció una continuidad en el enamoramiento de Jesucristo y su Evangelio, en el deseo de tener trato íntimo con Él y de ponerse a su disposición para aventuras y misiones, para imitarlo, también imitando a santos y santas que como ‘Vidas ejemplares’ aparecían y escondía para no levantar sospechas. Trato pues muy personal, entrega mutua de todo corazón, yo siempre contigo, tú conmigo, o algo parecido y mucho más, que al recordar parece verdadero. Su mirada amable, su corazón herido, aquella imagen, y mi respuesta, ‘Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer, vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed de todo a vuestra voluntad, dadme vuestro amor y gracia que esto me basta’, la conocida oración de san Ignacio de Loyola. Lo pueden llamar mutua alianza o ingenua devoción adolescente. Fue así marcando señal, huella imborrable, que aparece y desaparece luego, en medio de otros amores y errores; mas el flechazo, la herida, serán más fuertes que otras pasajeras.

Prueba de aquellos calurosos instantes serán estos viejos versos piadosos del discípulo amado, aún actuales:

    Te adoro y te amo, mi señor,
    íntima presencia, abrazo infinito
    y mi todo, nada más.

    Estar contigo, amigo del alma,
    recostado en tu regazo,
    señor y dios mío, mi único amor.
    Decir mi sentir, llorar contigo
    amor, soledad y pena,
    tú me quedas, nada más.

    Vivir para ti esperando tu venir
    y al caer de la tarde descansar,
    amor de mi vida, solo en ti, nada más.

Hasta aquí fue todo antes de marchar lejos tan joven. Habrá más de esto, tal vez pronto. Esta primera parte quiso recuperar ‘el amor primero’, fue necesaria e importante, escrita para mí sin apenas interés para lectores, como un ‘Principio y fundamento’ personal, su testimonio… ¡Santificado sea tu nombre!

___

Música Católica – Rema AdentroJunto al lago encontró a Pedro, Santiago y Juan, y les ofreció ser pescadores de hombres.
.

___

– De las Confesiones de San Agustín, recuerden este bello texto de la experiencia de Dios, conocerlo desde los cinco sentidos personales ahora sanados:

    «Me llamaste y clamaste y quebraste mi sordera,
    brillaste y resplandeciste y curaste mi ceguera,
    exhalaste tu perfume y lo aspiré y ahora te anhelo,
    gusté de ti y ahora siento hambre y sed de ti,
    me tocaste y deseé con ansia la paz que procede de ti»

– En comentario verán una reflexión de santa Catalina de Siena sobre la creación y redención de nuestra naturaleza humana.

Un pensamiento en “Santificado sea tu Nombre

  1. Dios, al hacerse hombre,
    restaura su imagen en nosotros

    «Amor eterno, te pido como una gracia que, en nombre de la caridad eterna que te ha movido a crear al hombre según tu imagen y semejanza, tengas misericordia de tu pueblo… Tú lo creaste así, oh Trinidad eterna, tan solo porque querías hacerle participar de ti mismo. Por eso le diste la memoria, para que se acordara de todos tus beneficios y así, Padre eterno, le hiciste partícipe de tu poder. Por eso, le diste la inteligencia, para que comprendiera tu bondad y participara de la sabiduría de tu Hijo único. Por eso, les diste la voluntad, para que pueda amar lo que ve y conoce de tu verdad, y participe así del amor de tu Espíritu Santo.

    Pero, a causa del pecado, el hombre perdió esta dignidad… Entonces tú, movido por este mismo amor con el cual nos habías creado, nos diste el Verbo, a tu Hijo único. Él llevó a cabo tu voluntad, Padre eterno, cuando lo revestiste de nuestra humanidad, a imagen y semejanza de nuestra naturaleza. Somos tu imagen, y tú la nuestra por esta unión que has consumado en el hombre velando tu divinidad con el barro de Adán. ¿Qué te ha movido a hacer esto? ¡El amor! Tú, oh Dios, te has hecho hombre, y el hombre ha llegado así a ser Dios. Por este amor indecible, te lo pido, ten misericordia de tus criaturas.»

    –Santa Catalina de Siena, Diálogos, Doctora de la Iglesia (1347-1380)

Replica a nicodemoblog Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.