Como homenaje y en memoria desde aquí, cuando el arte además nos hace pensar y mejorar.
El Premio Nobel José Saramago, autor de ‘Ensayo sobre la ceguera’ o ‘Las intermitencias de la muerte’, falleció días pasados en su refugio de Lanzarote. Su pensamiento no deberá ser simplificado. El utópico pesimista le han llamado algunos.
«Yo no escribo para agradar ni para desagradar: yo escribo para desasosegar».
Fiel a sus principios, fue crítico e inmisericorde con la religión y con la injusticia. Él pensó lo divino como invención de los humanos, como una quimera. No fue el primero en imaginarlo así ni en explicarlo.
En su afán solidario consecuente, Saramago creó una edición especial de su novela ‘La balsa de piedra’ y cedió sus derechos al pueblo haitiano. Nos quedará de él la trascendencia de su literatura como arte y denuncia, su pensamiento interpelante y libre. Descanse en paz.
“Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía, como espacio, lugar, método de reflexión… Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte” (Expresso, Portugal, 11/10/2008).
* Pueden leer nuestra entrada sobre Saramago, «El sueño religioso».