Feliz Navidad, dos palabras que expresan necesidad de luz, si vives anochecido; que recuperes la paz, si estás impaciente o desanimado; cariño, calor y compañía que arropen al abatido.
El misterio cristiano de la Navidad fue y será un intento por romper el silencio y la soledad.
Lo que Dios quiso con su venida fue abrir un canal permanente de comunicación, confianza y amistad, vencer la distancia entre las personas humanas y las divinas, acercar el cielo y la tierra.
Si tú eres
el Dios humilde
que te escondes,
¿me atreveré yo
a revelarte
en el rigor insuficiente
de mis palabras?
Si tú eres
el Dios humilde
que te comunicas,
¿trataré yo
de enmudecerte
con el silencio puritano
de mi boca cerrada?
¡Bienvenido seas,
silencio divino,
expresándote
en nuestra palabra
tan humana!
* B. González Buelta, “Caminar sobre las aguas».