«El Señor viene», mensaje que prepara la Navidad cristiana, conmemora el tiempo de nacer y vivir de Jesús de Nazaret. Según los testigos él resucitó y sigue entre nosotros veladamente; vendrá al final abiertamente glorioso para salvar y restaurar, no para condenar ni destruir.
– Nos importará saber: si él viene ahora cómo reconocerlo, si cuando venga al final de la vida me recibirá en su Reino, qué me preguntará, y qué debo yo hacer ahora.
Los creyentes se relacionan con Jesucristo en la intimidad, humilde y silencioso como la primera vez, arroyo de luz y manantial de esperanza para todos. La fe iluminará el duro camino de la vida, oscurecido por el mal y el sufrimiento.
– Si yo deseara en verdad su venida, le abriré sin temor mis puertas, él entrará y cambiará mi vida, será como nacer de nuevo. Así lo explicaba por los años 1100 de nuestra era, un joven monje francés, Guerrico de Igny:
: “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros” (Juan 14,18). Hay una venida del Señor frecuente y personal, según el mérito y el fervor de cada uno, en el tiempo que media entre su primera venida y su vuelta el último día.
: Por su venida actual reforma nuestro orgullo según el ejemplo de su humildad. Este venir del que hablamos se realiza en el secreto del alma…
: El Señor llega sin ser visto y se aleja sin que uno lo perciba. Su presencia será luz del alma y del espíritu, produce en quien lo contempla una dulce y dichosa admiración.
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