En un reciente encuentro entregaron el texto que hoy pondré aquí. Como en otras ocasiones que me gustó, les resumo y comparto, deseando comunicar así sentimientos y sueños propios. Un texto para recitar a sorbos, notando si expresa el propio corazón como canto suave, o íntimo poema y oración.
Su mirada atenta invita a que la nuestra esté pendiente del Cristo, de su camino de ahora y de sus pensamientos. Fue el mismo Jesús de Nazaret quien dijo de sí a pregunta de los discípulos: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. El que me sigue no se perderá”. Suerte.
Señor del camino…
– ¿A dónde vas y a dónde quieres llegar cada tarde entre dos luces, cansado de andar, camino de esperanza? ¿Quién te seguirá, quién pondrá su pie desnudo en tu pisada?
– La luz de las estrellas será tu tienda, en la noche. Caminante de corazón pobre y libre, serás tienda abierta. Caminante alzando la vista, buscando siempre la altura.
– Señor de los caminos abiertos, arrancándome de lo seguro, de lo mío, de mis cosas, me lanzas a seguir tu paso hecho sendero, a seguirte donde quiera que vayas.
– Señor, si el camino es largo, si la sed y el sol abrasan, Tú eres, Señor, en cada pisada el vaso fresco de agua. Mi libertad aún busca anhela y clama, levantar muy alto el alma.
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