-
– El Hijo del hombre sufrirá, será humillado y rechazado.
– Si quieren seguirme, renunciarán a sí mismos y tomarán cada día su cruz. /san Lucas c.9
Enfermedad, muerte, sufrimiento. A la vista de lo que vivimos en seres queridos y en otros de lejos, quise traerles unos deseos sinceros, por la celebración de los Santos y difuntos.
La ocasión llegó tiempo atrás al escuchar aquel evangelio difícil. Alguien imaginó esas palabras duras de Jesús de Nazaret dirigidas a un discípulo indeciso, o a cualquiera de nosotros:
. . Mira, yo padecí y fui rechazado, por mostrar el rostro del Dios vivo, por plantar cara a los maestros de la ley, por tirar muros de egoísmo. Acusado por sumos sacerdotes y ejecutado en una cruz, al tercer día resucité.
. . ¿Tú, qué vas a hacer con tu vida? Si quieres ser mi discípulo, si quieres compartir mi vida y mi pasión, no te pongas en el centro de todo. Pon en el centro a Dios y a tu prójimo, y verás como cambian las cosas.
. . Carga con tu cruz de cada día, ven conmigo. Si quieres guardar tu vida, verás que no tienes nada. Si la regalas, verás que está llena. ¿Para qué ganar el mundo, si te sientes vacío?
-
– Cierto, mi vida podré vivirla con amor o con rabia, viendo tanto sufrimiento, con rechazo o con deseo de ayudar, aun con sacrificio.
– Así me sentiré bien, se encenderá mi luz, la paz que Jesús nos prometió: ‘Reciban mi paz, no teman. Yo vencí al mundo’.
__
Vean unos sentimientos de simpatía y complicidad entre el Cristo de la cruz y quien lo contempla con afecto y reconocimiento:
-
Él sufre con nuestros sufrimientos
Está triste por mis tristezas
Se siente solo con mi soledad
Abandonado por nuestros abandonos
Rechazado en nuestros rechazos
Se siente agredido si agredimos
Injuriado cuando injuriamos
Despreciado con nuestros desprecios
Herido con mis heridas
Aliviado con nuestras caricias
Consolado con mi amistad y compañía.
__
Recordaré este lindo poema de Antonio Machado, «La Saeta», con letra y música de Joan M. Serrat:
¡Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía, que echa flores al Jesús de la agonía, y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar, ni quiero a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar!
__
(1) Vía Crucis, Cristo bajado de la cruz (13ª) y El Cirineo (5ª), M.Rupnik. ‘Detuvieron a un tal Simón de Cirene y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús’. -s Marcos c.15
(2) Aquí verán reflexión de las «Siete Palabras» de Jesús desde la cruz.
(3) En comentario las 15 estaciones del ‘Via Crucis’ católico.
(4) En comentario el poema «Yo quisiera Señor en tu agonía», meditación de las heridas de Cristo y nuestra respuesta.

VIA CRUCIS
1ª estación: Jesús es sentenciado a muerte.
2ª estación: Jesús carga con la Cruz.
3ª estación: Jesús cae por primera vez.
4ª estación: Jesús encuentra a María, su Santísima Madre.
5ª estación: Simón de Cirene ayuda a llevar la Cruz de Jesús.
6ª estación: Verónica limpia el rostro de Jesús.
7ª estación: Jesús cae por segunda vez.
8ª estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
9ª estación: Jesús cae por tercera vez.
10ª estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.
11ª estación: Jesús es clavado en la Cruz.
12ª estación: Jesús muere en la Cruz.
13ª estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de su Madre.
14ª estación: Jesús es sepultado.
15ª estación: Jesús resucita.
ORACIÓN FINAL
Te suplico, Señor, que me concedas, por intercesión de tu Madre la Virgen, que cada vez que medite tu Pasión, quede grabado en mí lo que Tú has hecho por mí y tus constantes beneficios. Haz, Señor, que me acompañe, durante toda mi vida, un agradecimiento inmenso a tu Bondad. Amén.
«Yo quisiera, Señor, que tu agonía
la semilla de amor en mi alma fuera
y que nazca más grande todavía,
que guíe en pos de ti mi vida entera.
Que tus sienes divinas laceradas
por agudas espinas del tormento
sean llagas que siempre recordadas
purifiquen, Señor, mis pensamientos.
Las sangrantes heridas de tus manos
destellos sean de tu amor fecundo
que me hagan desdeñar placeres vanos
y me hablen de Verdad, y no del mundo.
Que las heridas de tus pies divinos
sean sostén de amor en que apoyarme
al cruzar por los ásperos caminos
en busca del camino de salvarme.
Y la herida cruel que en el costado
te ocasionó Longinos con su lanza
recuerde que me libre del pecado
y en mi alma haga nacer paz y esperanza»
–Federico Acosta Noriega