El hombre nuevo, san Pablo / la reconciliación

En un escrito de san Pablo de los años 60 se ofreció un plan de vida a los cristianos de Colosas. El cristiano como un «hombre nuevo», imagen de Jesucristo, con unos compromisos.

Los consejos ofrecidos serán condición para ‘ser o no ser’ en el nuevo camino: la bondad, la paz, el perdón. Indicadores válidos también hoy para orientar y evaluar la vida.

    . . Revestidos de HOMBRE NUEVO como elegidos de Dios, vístanse así :
    . . de COMPASIÓN entrañable, de bondad, humildad y tolerancia;
    . . sean COMPRENSIVOS, el perdón generoso, si alguien tuviera queja;
    . . con el AMOR MUTUO como ceñidor, y todo quedará perfecto;
    . . la PAZ de Cristo reinará en sus corazones, y la compartirán;
    . . la SABIDURÍA de Cristo habitará en su interior, y sabrán qué hacer;
    . . entonarán siempre un canto de AGRADECIMIENTO a Dios Padre.

    Cf. Colosenses c.3

+ SEÑOR JESÚS, que nos haces libres con tu verdad, despójanos del hombre viejo que pone resistencia en nuestro interior, revístenos del hombre nuevo a tu imagen y danos tu gracia para ser en el mundo un reflejo de tu amor y tu grandeza.

Vean en comentario la trascendencia del trabajo de reconciliación, reconciliarnos con Dios, con nuestro prójimo y con nosotros mismos, colaborando para la reconciliación entre culturas, pueblos y religiones.
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Imagen: Presenta a Saulo de Tarso, el apóstol san Pablo, encarcelado en Roma, donde será decapitado en torno a los años 60 como seguidor de Cristo Jesús, siendo Nerón emperador.

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Un pensamiento en “El hombre nuevo, san Pablo / la reconciliación

  1. Esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos.-

    «Cristo nos ha encargado el ministerio de la reconciliación. San Pablo evidencia la dignidad de los apóstoles, mostrando la grandeza de la misión encomendada a ellos por el inmenso amor de Dios hacia nosotros. Aun habiendo los hombres rehusado escuchar al que los había invitado, Dios no dio libre curso a su ira ni los rechazó para siempre, sino que continúa llamándolos, bien directamente, bien por medio de sus ministros. ¿Quién será capaz de exaltar convenientemente tanta solicitud? Inmolaron al Hijo enviado para reparar sus ofensas, al Hijo único y consustancial, y el Padre no ha rechazado a sus asesinos, sino todo lo contrario. Y una vez que Cristo abandonó la tierra, nos encargó que le sustituyéramos: Nos encargó el ministerio de la reconciliación.

    No obstante el gran número de nuestros pecados, no solo no nos ha obligado a sufrir la pena, sino que además ha querido reconciliarse con nosotros: no contento con abonar nuestra deuda, no la ha tenido ni en cuenta. ¡Este es el modo en que debemos perdonar a nuestros enemigos si queremos asegurarnos el perdón de Dios! Él nos encargó el ministerio de la reconciliación».

    San Juan Crisóstomo. Homilía sobre la segunda carta a los Corintios. Es doctor de la Iglesia (Ca. 349-407).

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