Jesús, imagen de Dios

«Un día Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan y subió a un cerro a orar. Y mientras estaba orando, su cara cambió de aspecto y su ropa se volvió de una blancura fulgurante» /san Lucas c.9.
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Vimos romper el día
sobre tu hermoso rostro
y al sol abrirse paso
por tu frente.

Que el viento de la noche
no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso
en la mañana.

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A . De la persona de Jesucristo se escribió mucho y se escribirá. También el arte, tan rico y diverso, presentará su rostro y su figura en diferentes épocas y estilos.

Ante Jesús, imagen de Dios, icono del Padre, estaré presto para acoger su presencia y su mirada, para conversar e intimar. Dejarás que bese tu frente, cada mañana.

Recordarán aquella respuesta de un conocido cuando le preguntaron:
– Padre Arrupe ¿Quién es Jesucristo para usted?
– Mire, para mí Jesucristo lo es todo.

En iglesias, oratorios y hogares será frecuente rezar ante una imagen o cuadro de Jesucristo. Por el dibujo, el gesto, la mirada, buscaron acceder ‘de lo visible a lo invisible’.

    + La luz de tu gloria, Señor, brilló con resplandor en el Verbo hecho carne. Conociendo a Dios visiblemente, él nos llevará a conocer y amar al Invisible + (Oración de Navidad)

(Ilustración de Arturo Asensio, Jesús el camino, © ppc-edit)
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Más vale amar que solo creer, se establece una relación de dependencia, de necesidad, como del aire y el agua, la vida y la luz… Lo mejor de lo humano vale también para lo divino.

Así canta la banda mexicana de rock Maná, ‘Vivir sin aire’.

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B . Jesucristo, imagen de Dios, Señor del universo y de la historia, como dirá el viejo cántico que inspiró esta entrada:

    + Cristo es el principio de todo, Él es la IMAGEN del Dios invisible, el primogénito de toda la creación…
    + Todo fue creado por medio de él y para él. Él existía antes que todo, todo tiene en él su consistencia, es la CABEZA del cuerpo, de la Iglesia…
    + Gracias a él todo fue reconciliado con Dios, por la sangre de su cruz restableció la PAZ en la tierra como en los cielos.
    (Colosenses c.1)

C . Oración a Jesús Señor, de Pierre Teilhard de Chardin, religioso y científico francés (+1955):

«TÚ ERES, JESÚS, el resumen y la culminación de toda perfección humana y cósmica. Ni un rasgo de belleza, ni un encanto de bondad, ni un elemento de fuerza, que no encuentre en ti su pura expresión y coronación.

CUANDO TE POSEO, tengo reunido en un solo objeto el encuentro ideal de todo lo que el universo puede dar y hacer soñar. Plenitud del ser creado, tú también eres, Jesús, la plenitud de mi ser personal y el de todos los seres que aceptan tu señorío.

EN TU SENO, DIOS MÍO, mejor que en cualquier abrazo, tengo a todos los que amo iluminados por tu belleza, iluminándonos con los rayos recibidos de ti. A través tuyo, tocaré la intimidad de cada ser, haré pasar en él lo que deseo, si sé rezarte»

(Texto original francés en comentario)
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(1) Vean estos buenos deseos, «Quédate, Señor, con nosotros». escritos para la fiesta de la Ascensión, Jesús ya resucitado, ante el temor a perder de vista al Señor Jesús, sin su presencia y sin su ayuda.

(2) En comentario se presenta el sentir interno de Jesús, su confianza, alegría y amor al Padre, y nos invita también a nosotros a esa intimidad, es un texto de san Pablo VI.

(3) También en comentarios un poema de José Luis Blanco Vega dedicado a la gloria de Dios, manifestada en la naturaleza y sobre todo en Jesucristo resucitado.

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Podrán leer más sobre Jesucristo en la colección de entradas «El Rostro de Cristo», y en «Jesucristo», eBook, pdf.

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3 pensamientos en “Jesús, imagen de Dios

  1. ORACIÓN de Pierre Teilhard de Chardin SJ (1881-1955):

    «Vous êtes, Jésus, le résumé et le faîte de toute perfection humaine et cosmique. Pas un trait de beauté, pas un charme de bonté, pas un élément de force, qui ne trouve en vous son expression épurée et son couronnement.
    -Quand je vous possède, je tiens vraiment ramassée en un seul objet, la réunion idéale de tout ce que l’univers peut donner et faire rêver. Plénitude de l’être créé, vous êtes aussi, Jésus, la plénitude de mon être personnel, et celle de tous les vivants qui acceptent votre domination.
    -En vous et en vous seul, comme dans un abîme sans borne nos puissances peuvent se lancer, donner leur pleine mesure, sans se heurter à aucune limite avec la certitude de ne trouver dans vos profondeurs, l’écueil d’aucun défaut, le fond d’aucune petitesse.
    -En votre sein, mon Dieu, mieux que dans aucune étreinte, je possède tous ceux que j’aime, illuminés par votre beauté, nous illuminant à leur tour des rayons qu’ils ont reçus de vous. Par vous, je puis toucher à l’intime de chaque être, faire passer en lui ce que je désire, si je sais vous prier.»

  2. – Poema de José Luis Blanco Vega dedicado a la gloria de Dios manifestada en la naturaleza y sobre todo en Jesucristo resucitado, señor de la universo, presente también en la oración del creyente y de la Iglesia.

    Crece la luz bajo tu hermosa mano,
    Padre celeste, y suben
    los hombres matutinos al encuentro
    de Cristo Primogénito.

    Él hizo amanecer en tu presencia
    y enalteció la aurora
    cuando no estaba el hombre sobre el mundo
    para poder cantarla.

    Él es principio y fin del universo,
    y el tiempo, en su caída,
    se acoge al que es la fuerza de las cosas
    y en él rejuvenece.

    Él es la luz profunda, el soplo vivo
    que hace posible el mundo
    y anima, en nuestros labios jubilosos,
    el himno que cantamos.

    He aquí la nueva luz que asciende y busca
    su cuerpo misterioso;
    he aquí, en el ancho sol de la mañana,
    el signo de su gloria.

    Y tú que nos lo entregas cada día,
    revélanos al Hijo,
    potencia de tu diestra y Primogénito
    de toda criatura.

  3. – Dichosos los pobres,
    porque vuestro es el reino de Dios

    «Es importante captar bien el secreto del gozo insondable que es propio de Jesús y del cual está lleno… Si Jesús irradia una paz, una seguridad, una alegría, una disponibilidad así, es por el amor inefable que siente al ser amado por su Padre. En el momento de su bautismo a orillas del Jordán, este amor, presente desde el primer instante de su encarnación, se manifestó: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto. Esta certeza es inseparable de la conciencia de Jesús. Es una presencia que jamás le deja solo. Es un conocimiento íntimo que le llena: El Padre me conoce y yo conozco al Padre. Es un intercambio incesante y total: Todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío.

    Hay ahí una relación incomunicable de amor que se confunde con la existencia de Hijo y que es el secreto de la vida trinitaria: en ella, el Padre aparece como el que se da al Hijo sin reserva ni intermitencia, en un impulso de generosidad gozosa; y el Hijo, el que se da al Padre de la misma manera, con un impulso de gratitud gozosa, en el Espíritu Santo. Y he aquí que los discípulos y todos los que creen en Cristo son llamados a participar de este gozo. Jesús quiere que lleven en sí mismos su gozo y plenitud: Les he dado a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en ellos.»

    San Pablo VI (+1978)

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