Dicen los expertos que la fe no consiste en creer en algo, sino en creer en Alguien. No será lo más importante saberse un Credo, ni aceptar ciegamente un conjunto de doctrinas.
Lo decisivo como cristianos será el encuentro personal con Jesucristo, el único que puede responder en verdad a nuestras preguntas y deseos más profundos.
-
– Simone Weil escribió: «Donde falta el deseo de encontrarse con Dios, allí no hay creyentes, sino pobres caricaturas de personas que se dirigen a Dios por miedo o por interés».
El hombre moderno, escarmentado de dogmas, ideologías y sistemas caducos, quizás está dispuesto todavía a creer en personas que lo ayuden a vivir, dando un sentido más pleno a su existencia.
-
– ¿Cómo responderé a las preguntas de Jesús a los dicípulos?
– ¿Quién dice la gente que soy yo? Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
Leo que el filósofo y poeta andalusí Ibn Arabi, en 1200 escribió: «Aquel que ha quedado atrapado por esa enfermedad que se llama Jesús, no puede ya curarse». ¿Cuántos cristianos podrían reconocer en su experiencia personal la verdad de estas palabras?
__
-En comentario verán una reflexión sobre la fe y las dudas de fe, a propósito de la fe de Santo Tomás.
-Podrán leer más sobre el tema en «Creer», eBook, pdf.
Dice el escritor y teólogo J.A. Pagola: «Quien lo sabe ya todo y todo lo tiene claro, nunca aprenderá del Maestro de Nazaret… Los que se sienten propietarios satisfechos de su fe permanecen por lo general impermeables a su palabra. El evangelio es para quienes andan buscando. Esta postura de búsqueda es esencial.»
LAS DUDAS DE FE
Tomás, el discípulo que ha hecho un recorrido más largo y laborioso que nadie hasta encontrarse con Jesús, llega más lejos que nadie en la hondura de su fe: «Señor mío y Dios mío». Nadie ha confesado así a Jesús.
No hemos de asustarnos al sentir que brotan en nosotros dudas e interrogantes. Las dudas, vividas de manera sana, nos salvan de una fe superficial que se contenta con repetir fórmulas, sin crecer en confianza y amor. La fe cristiana crece en nosotros cuando nos sentimos amados y atraídos por ese Dios cuyo Rostro podemos vislumbrar en el relato que los evangelios nos hacen de Jesús. Entonces, su llamada a confiar tiene en nosotros más fuerza que nuestras propias dudas. «Dichosos los que crean sin haber visto».