Por la pasada fiesta de la Pascua un colega hizo llegar al blog su apuesta de resurrección para todos:
– Yo resucito, nos dice el Señor, si ellos resucitan.
– Yo soy el enfermo, el pobre prisionero, el anciano olvidado, el niño hambriento.
– Soy también la mujer maltratada y la prostituida, tan llenas de sufrimiento…
– Soy el parado que ve cómo se le apaga la esperanza.
– Soy cuantos marchan de su país, muertos de hambre y de miedo, buscando poder vivir y la ‘dignidad’ del ‘ganarse el pan’.
– Yo soy el que sufre sin nadie que le comprenda.
– Espero resucitar. Tengo que resucitar.
– Les necesito. Yo resucitaré, si ellos resucitan. Así será buena la Pascua.
Prometemos vivir el presente en solidaridad, por un futuro más fraterno. Viviremos el triple mandato del Señor: lávense los pies unos a otros, ámense como yo los amé, y harán Eucaristía en mi nemoria.
La foto que les puse. El Papa Francisco maestro bueno que nos reeduca en la misericordia. Un Jueves santo lava los pies en la prisión romana.
Viéndonos a veces tan ciegos e insensibles, rezaremos así:
-
+ Tú eres la luz, luz que te entregas;
tú ciegas los ojos del soberbio
y curas al pobre su ceguera.
+ Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta.
Podrán leer en comentario un ‘lavatorio de los pies’ virtual, al unir y extender nuestro gesto con el de Jesús por personas de nuestro entorno que precisan ayuda y atención.
__
JUEVES SANTO
Lavatorio de los pies
Jesús realiza un gesto desconcertante, propio de esclavos: arrodillarse ante sus discípulos y lavarles los pies. El mensaje que transmite no puede ser más claro. Quien se llama cristiano, ha de ser como él y ponerse al servicio de los demás, sin importar la posición en que uno se encuentre porque somos todos iguales. Jesús dice: ‘Si yo les lavé los pies, siendo su Señor y Maestro, también ustedes deberán lavarse los pies unos a otros’ (san Juan c.13). Eucaristía y servicio no pueden separarse.
Pudiéramos también nosotros cumplir virtualmente este mandato del Señor en su Cena de despedida, expresando nuestro propósito de adoptar la misma postura de Jesús a los pies de los demás:
1. Queremos lavar los pies de las personas más delicadas de nuestras familias, de nuestro vecindario, de nuestros pueblos: de los abuelos y abuelas, de los impedidos y discapacitados, de los enfermos, de los que viven en soledad.
2. Queremos lavar los pies de las personas que se han visto obligadas a dejar sus casas y sus países para conservar la vida: de los refugiados y migrantes, de las víctimas de las guerras (tanto las que aparecen en los informativos como las que quedan olvidadas por nuestros medios), de las que se han quedado sin medios de vida por las catástrofes naturales.
3. Queremos lavar los pies de las mujeres y los niños que son víctimas de la trata o de abusos, por parte de personas en quienes confiaban.
4. Queremos lavar los pies de los que están privados de libertad por algo malo que han hecho y no obtienen de nuestra sociedad una segunda oportunidad para rehacer su vida.
5. Queremos lavar los pies de los mendigos y vagabundos, de las personas que viven en la calle y no tienen techo donde cobijarse ni familia que les acoja.
6. Queremos lavar los pies de las personas que tienen adicciones incurables, o enfermedades inaguantables, o trastornos mentales
7. Queremos lavar los pies de los menores tutelados o mantenidos unos años en instituciones públicas, sin nadie que les muestre afecto.
Te pedimos, que sepamos acariciar y refrescar los pies de nuestros hermanos y hermanas más necesitados, como Tú lavas y revitalizas nuestros pies, tan sucios de la vida.