«Los tips del Bergoglio para alcanzar la felicidad», así el diario Clarín presentó días pasados las propuestas del Papa Francisco. Fue la primera entrevista del Papa latino para un medio argentino.
Los diez puntos que para el Papa serán clave para llevar una vida feliz, dando felicidad
Nada de nuevo, pero suponen hacer una opción, pues no todo vale lo mismo. La máxima preocupación del Papa será la PAZ en los pueblos en guerra, las familias y la infancia.
Los medios y las redes sociales hablaron de “Los diez consejos para ser feliz del Papa Francisco»:
1 . «Vive y deja vivir», será el primer paso de la PAZ y la felicidad, dejar paso a los demás, facilitar el camino de otros, acompañar, respetar no entorpecer.
2 . «Darse a los demás», sin estancarse cada uno en su egoísmo, abriendo la vida propia y su corazón.
3 . «Moverse remansadamente», actividad sí, mas con benevolencia y humildad, con pausa e interioridad, sin ello será solo el vacío y la nada.
4 . «Jugar con los chicos», tiempo para ellos, para la lectura, la conversación, la sana cultura del ocio, sentirse bien juntos.
5 . «Compartir los domingos con la familia», la vida de familia una prioridad para ser feliz y el equilibrio, descanso y felicidad compartidos.
6 . «Ayudar a los jóvenes a conseguir empleo», el problema agudo de nuestro tiempo que desespera a tantos, se disparó el índice de suicidios.
7 . «Cuidar la naturaleza», se nos va de las manos la vida con el trato indiscriminado e interesado de los medios naturales, será como un suicidio para nuestros hijos y nietos.
8 . «Olvidarse rápido de lo negativo», preferir una mirada positiva, constructora, reconciliada, cargada de esperanza.
9 . «Respetar al que piensa distinto», practicar una mente abierta que aprende del otro. La fe crece por atracción, no por proselitismo ni imposición.
10 . «Buscar activamente la PAZ», es un problema que preocupa, la violencia, la inutilidad de tanta muerte inocente y tanta destrucción, ahora mismo en Oriente medio y África.
– Unos fragmentos de la ORACIÓN reciente del Papa por la PAZ en Oriente:
«Señor, Dios de PAZ, ¡nunca más la guerra! Guíanos tú hacia la PAZ. Desarma la lengua y las manos, renueva los corazones y las mentes. Que la palabra que nos lleva al encuentro sea siempre ‘hermano’, que el estilo de nuestra vida se convierta en Shalom, PAZ, Salam. Amén»
___
(1) Dibujo: Eva Vázquez
(2) Imagen: José de Ribera, San Cristóbal, llevando en brazos a Jesús Niño. Vean la leyenda en comentario.

Pingback: Salvar la tierra | nicodemoblog
Pingback: Vivir desde dentro | nicodemoblog
Pingback: La felicidad / la alegría | nicodemoblog
SAN CRISTÓBAL DE LICIA – La leyenda
Esta imagen se refiere a una de las leyendas más conocidas sobre el santo. Según esta tradición, su verdadero nombre era Reprobus, y era un gigante que deseaba servir al mayor rey que existiese.
Llegado a la corte de un rey que se consideraba invencible, se puso a su servicio; pero un día vio que el monarca se santiguaba ante la mención del diablo. Le preguntó el por qué, y el rey le dijo que tenía miedo del diablo, por lo que cada vez que lo oía nombrar, hacía el signo de la cruz buscando protección.
El gigante entonces se puso a buscar al diablo, considerándolo más poderoso que el rey. No tardó en encontrarlo, y comenzó a seguirlo y a servirlo. Pero un día, pasando por un camino en el que había una cruz, el diablo cambió de ruta. Reprobus le preguntó el motivo, y el diablo admitió que se veía obligado a escapar asustado ante la cruz, porque Cristo había muerto sobre una cruz.
Entonces Reprobus lo abandonó para buscar a Jesucristo. Conoció a un ermitaño que le instruyó en la fe cristiana y le sugirió que construyese una cabaña cerca de un río de aguas peligrosas y viviese allí ayudando a los caminantes a atravesarlo, empleando su estatura y su fuerza.
Este servicio complacería a Cristo, pues mucha gente perecía tratando de atravesar el río. Un día, el gigante escuchó una voz infantil que le pedía ayuda:
era un niño que deseaba pasar a la otra orilla. El gigante lo cargó sobre sus hombros y comenzó a atravesar las aguas tumultuosas; pero a medida que avanzaba, el peso del niño aumentaba, hasta el punto de que solo con un gran esfuerzo consiguió alcanzar la orilla opuesta. Allí el Niño le reveló su identidad: era Jesús, y el peso que el gigante había sostenido era el del mundo entero, salvado por la Sangre de Cristo.