– ¿Qué tal se encuentra su esposa?
– La tengo desde hace algún tiempo enferma de melancolía.
Así comenzó en cierta ocasión el conversar de siempre. Pareció como de cumplido, sin embargo me hizo pensar: Qué cosa será la melancolía.
De entrada imaginé la señora deprimida, su honda tristeza por una desgracia familiar durando en el alma. Es frecuente el diagnóstico: Me veo desanimada, sin ganas de nada, me cuesta vivir. La vida que con sus sombras pareció asomarse a la muerte, como a un pozo oscuro.
– El curso de mis pensamientos me llevó hasta recordar aquel interpelante título del Curso de Psiquiatría: «El cansancio de la vida», donde se habló mucho de frustración y hastío.
Leí también que el ‘Fado’ portugués expresará la nostalgia y la melancolía, las penas del alma portuguesa. Fue en Lisboa, con el castillo de San Jorge en lo alto, donde nació el ‘Fado’, que significa «destino», fatum, el destino que siempre será amenaza y misterio.
Así junto a los muelles, desde el atardecer hasta la madrugada, en restaurantes y tabernas, para turistas y nacionales, podrán oír fados que impregnan todo de tristeza y melancolía.
* Melancolía, RAE: «Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que quien la padece no encuentre gusto ni diversión en nada».
Nació pues en un ambiente de marineros que embarcan, dejando amores en tierra, sujetos al destino, a muchos peligros, los del mar y también los de la tierra, mas el amor todo lo puede, espera siempre.
«Oh, llena de penas,
llena de penas me acuesto
y con más penas,
con más penas me levanto.
En mi pecho ya se queda,
ya se queda esta manera
de quererte tanto.
Por una lágrima tuya de alegría
me dejaría matar»
(María Lisboa)
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Con la ocasión pensé ponerles aquí «Calle Melancolía», la canción del querido poeta y cantante hispano Joaquín Sabina.
«Desolado paisaje de antenas y cables,
vivo en el número siete calle Melancolía
quiero mudarme hace años al barrio de la Alegría
pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía,
en la escalera me siento a silvar mi melodía.»