«Les escribo a ustedes, jóvenes, porque son fuertes, y aceptaron la palabra de Dios en su corazón. Les escribo a ustedes, jóvenes, que vencieron al maligno, el orgullo y el deseo de poseer» (carta san Juan c.2).
Vieron ya en el blog varias entradas sobre la espiritualidad de los Ejercicios espirituales. Recibí una oración que retoma tareas propias del discípulo de Cristo, su compromiso como colaborador, el encargo de acompañar y ayudar a otros, la meta de hacer un mundo más justo y fraterno, como educadores de la paz y portadores de esperanza.
El discípulo joven será guía de inquietos buscadores que se preguntan, ¿Qué podré yo hacer por Cristo?
«Vayan al mundo entero y hagan discípulos míos de todas las naciones, enseñándoles cuanto aprendieron de mí. Curen a los enfermos, liberen a los cautivos de malos espíritus, animen a los desanimados» (san Lucas c.24).
Pronto notaron el deseo de trabajar por una causa justa, aun en medio del ambiente de desesperanza y hedonismo. El reto de no perder nunca la esperanza, será triste ver una persona joven encerrada en la desilusión.
– Dios de misericordia, tú nos llamaste a la misión, al servicio y el cuidado de los demás. Danos Señor corazones y mentes sintonizados con las necesidades actuales de nuestra juventud.
– Haznos signos de esperanza y de alegría; que podamos alentar a los jóvenes a recorrer caminos de paz y de justicia, servidores sin odios ni violencias.
– Que ellos mismos sean fuente de inspiración y de ánimo para muchos.
(Regis College, Toronto, ON, Canadá)