– ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, pues son unos hipócritas! Pagan el diezmo, pero no cumplen la Ley en lo que realmente importa: la justicia, la misericordia y la fidelidad.
La justicia, la misericordia y la fidelidad, tres virtudes hermanadas por Jesús de Nazaret. Las une el amor de verdad, el primer mandamiento: «Amarás a Dios con toda tu alma, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo».
Fue bueno en el blog volver cada tiempo sobre el tema del ‘fariseísmo’, la religión de apariencias que tanto censuró Jesús en los evangelios.
Jesús de Nazaret nos pidió caminar en la verdad. Lo que agradará a Dios será la sinceridad de corazón, la misericordia y la justicia, que limpiarán de oscuro egoísmo y falsedad nuestra vida.
– Los fariseos presumen de cumplidores y critican a publicanos y pecadores, ‘Se creen superiores y desprecian a los demás’, san Lucas c.18. El fariseo será el personaje falso y acusador.
En otra ocasión hablamos de ‘«Falsos dioses y falsos profetas». Algunos darán vueltas al tema de Dios, o de lo verdadero y falso de la doctrina. Lo que importa será ‘la nueva humanidad’, la recuperación y el cuidado de la vida y las personas.
– Busquen el Reino de Dios y su justicia, lo demás se les dará por añadidura.
– Sean perfectos, sean misericordiosos, como su padre del cielo.
– Ustedes son la luz del mundo y la sal de la tierra.
= Diccionario R.A.E. — Fariseo / 1. Seguidor de secta judía que aparentó rigor y austeridad. / 2. Hipócrita. Persona injusta.
En san Lucas c.18, los fariseos presumen de cumplidores y critican a publicanos y pecadores. «Se creen superiores y desprecian a los demás». El fariseo será el personaje falso, acusador, que miente y trapichea con Dios y con el prójimo.
– Oración del fariseo: Te doy gracias, Señor, porque no soy como los demás.
– Oración del publicano: Dios mío, ten compasión de mí, porque soy un pecador.
= El fariseo engreído será el polo opuesto de JESÚS de Nazaret, humilde y sincero, que invita a «caminar en la verdad». Él fue muy crítico con una religión de apariencia y disfraz, tapadera de injusticias. Quiso quitar máscaras y oscuras intenciones.
En san Marcos c.7, Jesús irritado: «Hipócritas, este pueblo me honra con los labios, mas su corazón está lejos de mí. Su culto está vacío. Dejaron el precepto principal».
= La historia de las religiones hablará de sus períodos decadentes, sin aliento ni atractivo, alejados de la verdad inicial…
Verán en el post «La autoridad», una descripción del fariseísmo o mentalidad farisea.
Recordaré esta súplica, justa y necesaria:
¡QUITA MI MÁSCARA, SEÑOR!
La de la sordera,
para que pueda escuchar con nitidez tu voz
La del odio,
para que pueda amar sin distinción
La de la maldición,
para que pueda desear siempre el bien
La de la debilidad,
para que presente mi mejilla donde sea necesario
La del egoísmo,
para que nunca mire qué doy ni a quién doy
¡QUITA MI MÁSCARA, SEÑOR!
La de la maldad,
para que disfrute sembrando semillas del bien
La de la dureza,
para que brote en mí la comprensión
La de la severidad,
para que sepa comprender los defectos de los demás
La de la discordia,
para que vea amigos y no adversarios
¡QUITA, MI MÁSCARA, SEÑOR!
(Javier Leoz)
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Vean aquí el Video del Papa para marzo 2020, por la comunidad cristiana en China, por su caminar con esperanza, en fidelidad al Evangelio y en unidad.
Nicodemo fue un personaje del 4º Evangelio. Los textos dirán que Nicodemo el fariseo pasó alguna noche en Jerusalén conversando con Jesús de Nazaret, con muchas preguntas que hacerle.
El encuentro será de noche por miedo a ser visto, pues el fariseo no quiso ser espiado ni interrumpido. Buscando la luz, se cuenta que pidió a María Magdalena que le presentara a Jesús.
Recordaré el texto del encuentro entre Nicodemo y Jesús, con la opinión inmejorable que el fariseo tuvo del maestro de Galilea:
– Entre los fariseos uno llamado Nicodemo fue una noche a ver a Jesús: Maestro, Dios te ha enviado para enseñarnos, nadie hará los milagros que tú haces si Dios no está con él. (s Juan c.3)
Y en el apócrifo ‘Evangelio de Nicodemo’, donde salió en defensa de Jesús:
– Nicodemo se acercó al gobernador: ¿Qué queja o agravio tienen contra este hombre? Déjenlo, no le causen mal alguno, no merece la muerte.
En la imagen verán la ‘Pietà del Duomo’ de Miguel Ángel Buonarroti. Nicodemo, un autorretrato del artista, llevando en brazos al Cristo muerto, el descendimiento de la cruz.
– Llegó Nicodemo con cien libras de mirra y de áloe. Se llevaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con aromas, como acostumbran a sepultar.
Escritos con otro fin, unos versos de Miguel Ángel acompañarán aquí su escultura de la ‘Pietà’:
«Si en el rostro por los ojos el corazón se ve, otro signo no habrá más evidente de mi fuego; así es que baste ello, mi señor querido, para pedir merced; así yo tenga, y no por mi mérito, al deseado y dulce señor mío siempre entre mis brazos, prontos e indignos»
Nicodemo formó parte del grupo de sacerdotes y fariseos dirigentes, aunque en desacuerdo con ellos, crítico con todo lo del Templo, inciensos y mercados. Solo Jesús lo convenció, su modo de hablar y de vivir.
Observando muchas personas hambrientas y enfermas, le hablaron de Jesús compasivo, que curaba y bendecía.
El Maestro comentó que para comprender deberá ‘Nacer de nuevo’, y Nicodemo dijo sí. Más tarde dará la cara, ayudó a bajar de la cruz y a sepultar el cadáver del Nazareno. Manifestó así ser su discípulo, quedará excluido del Templo.
Este fue el ‘Padre nuestro’ de Nicodemo:
. . PADRE NUESTRO, padre de todos, padre del cielo, tú quieres sólo nuestro bien; cúmplase tu voluntad, tus mejores deseos, tu reino; que todos te conozcan, te quieran y bendigan.
. . Que de la casa no me aleje ni me pierda; sálvame señor, no dejes que de tu bondad dude ni desconfíe, que no caiga en la red del tentador.
. . Da a todos cada día su alimento, que perdonemos siempre como tú nos perdonas; de la noche del mal líbranos y de la muerte en sombras, danos de tu vida cada día y de tu aliento. Amén.
* Imagen: ‘Cristo Todopoderoso’, A. Rublev, icono ruso, s. xv.
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-En un Comentario verán el poema del cubano Cintio Vitier, «Palabras de Nicodemo».