Mª Magdalena / índice

Vean el resumen de capítulos y títulos de los 19 relatos que componen ‘María Magdalena y Jesús de Nazaret. Recuerdos y confesiones’.

– Relatos y leyendas que la Magdalena desea contarnos. Una mujer ya muy anciana que pide tomar la palabra. Las historias con las imágenes nos acercarán a aquellos personajes tan excepcionales.

El índice facilitará la mirada de conjunto y la búsqueda de temas y capítulos. Fueron publicados en ‘nicodemoblog’ a lo largo de los últimos meses:

I – FRESCOS RECUERDOS

1 . ¿Quién es Jesús?
2 . Jóvenes discípulos
3 . Mi alma en sombras
4 . Frescos recuerdos
5 . Cansado y sediento
6 . Él vive y reina

II – EN CASA DE LEVÍ

7 . Mi fe inmadura
8 . Esperando su regreso
9 . Crecí en Magdala
10 . Rescoldo encendido
11 . La luz del profeta
12 . Nuevos seguidores
13 . En casa de Leví

III – CERCA DEL CRUCIFICADO

14 . Un amor nuevo
15 . Una mañana de sol en Galilea
16 . Me miró sonriente
17 . Cerca del crucificado
18 . Entre la luz y las sombras
19 . ¿Dónde está Jesús?

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* Imagen: Verónica, Via crucis. En el evangelio apócrifo de Nicodemo, Verónica será la hemorroísa que secó el rostro de Cristo camino del Calvario.

Aquí verán eBook en pdf, «María Magdalena y Jesús de Nazaret», los 19 capítulos.

Mª Magdalena -14 / Un amor nuevo

La TERCERA y última serie de relatos nos cuenta recuerdos de la Magdalena en diferentes momentos finales de la vida de Jesús de Nazaret, cerca del crucificado y hasta que marchó al cielo. Historias apócrifas y piadosas como tantas otras. En esta ocasión la mujer nos ofrece su propia versión de lo sucedido, suplicando consideremos con benevolencia sus sentimientos. Ella quiere aportar su parte de luz.

María Magdalena denuncia la incomprensión y burla que vivieron tanto el Galileo como ella misma, y nos recuerda cuánto le costó creer de verdad en Jesucristo por su gran desespero tras la crucifixión. Muchos sólo pudieron sobrevivir a la larga crisis gracias al amparo que unos a otros se dispensaron.

«MARIA MAGDALENA»

14.- UN AMOR NUEVO

+ Pocas semanas antes del final de su vida me acerqué más al maestro Jesús en Jericó y en Betania, muy próximos a Jerusalén. Esos últimos días yo caminé muy pegada a él hablándole de otro modo, también sintiendo su presencia y su palabra con otro ánimo y otros deseos.

Brotó en mí un afán desmedido por abrirle de par en par las puertas y ventanas de mi alma. Quise mostrarle mi amor y mi entrega total a él, que su misericordia me cambió por entero. Que mi vida le pertenecía porque a él se la debía. Quise darle a entender que su presencia y su mirada amiga me rehabilitaron, lo mismo que a muchos que lo seguían y buscaron su ayuda y comprensión.

Más tarde comprendí que mis gestos excesivos con el gran maestro y mi interés desmesurado por él fueron incomprendidos y criticados por muchos, dando lugar a habladurías y leyendas fáciles de contar.

rubens-ctoencasade simon fariseo

+ Desgraciados por el pesado yugo de la ley, hipócritas de mente maliciosa al imaginar el pecado ajeno, cargados como estaban de prejuicios morales y religiosos, prefirieron ignorar la sabiduría del amor verdadero, sólo interesados en juzgar y condenar al que era o sentía diferente. Murmuraban así llenos de su propio saber:

– ‘Si éste fuera el Cristo de Dios o profeta de verdad sabría qué clase de mujer lo está tocando’.

No acertaron a comprender, porque es oculto, el sufrimiento de un corazón roto, poco a poco recompuesto gracias al amor nuevo, generoso y limpio, como el que Jesús de Nazaret a todos nos comunicaba.

He de confesarles que fue después de los sucesos de Jerusalén cuando en verdad me interesé por el gran maestro crucificado y arrebatado de mi lado. Aquellos días y semanas interminables conversé con mucha gente que lo conoció y apreció mucho. Yo pregunté a unos y otros, protesté cuanto pude por lo sucedido, quise pedir explicaciones, pobre de mí, loca por su muerte tan cruel.

Es verdad que no aguardé de inmediato fruto ninguno de aquel grano de trigo tan rico y fecundo echado por tierra y enterrado. Sólo estuve interesada en verlo de nuevo. Notaba que ese hombre Jesús dejó en mí una huella mayor de lo que yo podía confesar, y que esa huella, convertida ya en abierta herida, dolía y sangraba sin cesar: ‘Mi señor, quiero amarte siempre, no dejarte nunca’.

+ El trato más familiar con María de Nazaret, la madre de Jesús, me ayudó en gran manera durante aquellos días de tanta oscuridad y pena. Ella estuvo siempre acompañada por el apóstol Juan tan querido de nuestro señor, por su hermana menor y otros parientes juntados a ella en esos días.

En la mirada tan serena y en la cálida voz de la madre era fácil adivinar su fe y su gran corazón. Todos confesaron su sospecha: que María conocía de primera mano el sentido y trascendencia de cuanto estábamos viviendo, que entre madre e hijo existió una íntima complicidad de la que muchos hablaban pero que nadie explicó.

Yo puedo asegurarles que los discípulos sentían por la madre de Jesús una gran veneración, aun habiéndola tratado en pocas ocasiones. Después de la muerte y de la marcha del señor a los cielos, algunas personas no quisieron ya separarse de ella, como si también ellos escucharan en el monte de la cruz aquellas misteriosas palabras: «Juan, ahí tienes a tu madre».

Con todos ellos conviví y conversé cuantos días y noches permanecimos ocultos por temor y duelo en la casa que Juan el más joven de los discípulos tomó prestada en las afueras de la Ciudad. Este discípulo era muy respetado por los jefes de Jerusalen y por alguno de los que juzgaron a Jesús Galileo, probablemente por su amistad con Nicodemo, maestro fariseo más tarde discípulo.

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Cristo en casa de Simón, Peter P. Rubens. Se percibe un ambiente recargado y tenso, los rostros afeados de jueces y espectadores, mas la belleza angelical en los sirvientes, en el rostro de Jesús y en la mujer, que muestra todo su amor y agradecimiento.

– Via crucis iv, mosaico, La madre.

Mª Magdalena -12 / Nuevos seguidores

Prosigue María Magdalena en este relato con sus opiniones sobre algunas personas influyentes de su tiempo, San Pedro, San Pablo, San Juan Bautista, sus diferentes maneras de pensar y sobre el lugar de la mujer en los primeros grupos cristianos, según el modelo de la sinagoga, viéndose excluida de funciones y espacios reservados sólo a los discípulos varones.

«MARIA MAGDALENA»

12.- NUEVOS SEGUIDORES

— Lo ocurrido aquellos años, primeramente con Mateo el publicano que acabó discípulo tan incondicional, y poco después con Saulo el de Tarso al convertirse de perseguidor en predicador, fueron dos noticias que según mi recuerdo impactaron mucho en la sociedad de esos primeros tiempos.

Pero la noticia que más sobresaltó, extendiéndose rápida por los pueblos y regiones, fue la detención y ejecución en cruz del Nazareno, la desaparición de su cuerpo del sepulcro y lo que ocurrió después en Galilea, cuando mostrándose vivo ante muchos se alejó de nuestra vista, aunque ante muy pocos testigos.

Esto último es lo que más exasperó a las autoridades religiosas de Judea, el testimonio que dieron los primeros discípulos del Nazareno. Ellos dijeron que tras la muerte en cruz vieron su figura y oyeron su voz en el camino, en casa de Tomás, cerca del sepulcro y también junto al lago.

— El cambio tan brusco que dio Saulo de Tarso extrañó y dolió mucho en primer lugar a los que gobernaban la religión y el Templo, porque se sintieron grandemente burlados y humillados. El de Tarso era un joven rabino y fariseo muy distinguido, fanático de la ley rabínica y con mucha autoridad entre los altos dirigentes políticos y religiosos.

Todos recordarán que Saulo despreció a Jesús Galileo tratándole al principio de apóstata e impostor. Después acosó a sus discípulos hombres y mujeres cuanto pudo y le dejaron. Él fue el causante principal de nuestra ruina, huída y primer destierro. Se decía que era enemigo de cualquier diálogo, siempre opuesto a un acuerdo de paz con los discípulos mayores de nuestro señor.

Dios lo ha perdonado, yo también. Respeto su memoria aunque él no respetó la nuestra. Muy violento e intransigente se creaba problemas por todas partes. Cuentan que explicaba muy bien, aunque sólo unos pocos le entendían, por qué el Nazareno tuvo que morir en la Cruz.

Tras su conversión y larga estancia en el desierto, es verdad que Pablo amó y siguió finalmente con toda su alma al Galileo crucificado, hasta morir como él, por él y por su causa.

Muchos no entendieron el poco aprecio e interés que Saulo mostró en conocer el detalle de cuanto sucedió en Galilea y en Jerusalen. No valoró en su predicación el mensaje ni el testimonio de lo que Jesús hizo durante el tiempo de su misión entre nosotros, cuando recorrió cada uno de los pueblos de nuestra querida Palestina y de otras regiones y naciones cercanas.

Yo conocí a Saulo el fariseo antes de hacerse discípulo, pero no llegué a escucharlo después del cambio. A pesar de sus muchos viajes y estancias en el contorno de Antioquia nunca manifestó a nadie el deseo de conocerme ni la intención de hablarme.

— Era sabido, se comentó aquellos años primeros, que ni Pablo ni el Bautista hicieron nada con su autoridad e influencia para comprender y aliviar la situación tan penosa e injusta que las mujeres habíamos de soportar.

El buen maestro de Galilea se mostró en desacuerdo, y su modo de hacer era contrario a cualquier desprecio o exclusión.

La historia de los rechazos ha continuado entre los nuevos discípulos en algunos grupos y asambleas. He conocido mucha diversidad en la manera de vivir la vida, en las opiniones y ante las diferentes situaciones. Esto mismo ya ocurría entre Jesús de Nazaret y el Bautista, como en la distinta opinión de Leví o del apóstol Pedro sobre las mujeres que seguíamos a Jesús y lo que nos estaba permitido hacer o decir.

El grupo de Pedro siempre fue contrario a encomendar a mujeres convertidas la misión de evangelizar ni de palabra ni por escrito. También era diferente lo que explicaban sobre el amor y la compasión Saulo el fariseo convertido o Juan el muy amado discípulo. Mentalidades diversas, dentro de una nueva corriente de vida que irrumpió con Jesús el Galileo en cuanto el Bautista fue encarcelado y más tarde decapitado por el infame y cruel Herodes.

Tampoco Leví Mateo pensaba ni actuaba como era habitual en su entorno, no menospreciaba a la mujer por el hecho de serlo, sino todo lo contrario. Soy testigo en mi propia vida de estas notables excepciones que eran de alta consideración y respeto por los menospreciados y maltratados fuesen hombres o mujeres, pequeños o grandes.

— He de recordarles que el apóstol fariseo Saulo de Tarso tenía la misma edad que Jesús Nazareno, que vivió justo el doble de años que el gran maestro. Así como cuentan y está escrito, Pablo fue torturado y decapitado, a la vez que otros muchos seguidores, en la gran calzada que acerca a la capital del Imperio en un lugar muy próximo a Roma.

Todos ellos murieron por mandato expreso de Nerón, en aquel tiempo jefe máximo de los ejércitos que ocupaban nuestros pueblos, señor de todas las tierras y gentes conocidas, endiosado emperador de los romanos, loco y sanguinario tanto como puedan imaginar.

Por todas partes persecución, muerte y cruz. Lo de Jesús pareció tener un rápido final, sin embargo no fue así: la vida y la verdad fueron abriéndose paso entre tanta amenaza y contradicción, Jesús acompañó nuestro camino cada día con el renacer de la esperanza, hasta hoy mismo que yo les escribo muy anciana, pasadas ya muchas Pascuas.

Nos dió confianza y fortaleza recordar algunas promesas atribuidas al entorno mismo del maestro de Galilea:

– ‘Los rechazados por ser mis seguidores serán como faros de luz encendidos en la noche cerrada del mundo’
– ‘Reinarán rebosando felicidad los que ahora lloran humillados y cargados de temor’
– ‘Yo estaré con ustedes cada día hasta el final de este mundo. Si se mantienen fieles yo seré fiel, no les dejaré solos y haré todo nuevo’

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San Pedro y San Pablo», El Greco (+1614), presenta a los dos grandes apóstoles con sus rasgos propios. En san Pablo, la dureza de rostro del sagaz intelectual, orador brillante y escritor apasionado; en san Pedro, apacible y manso, dispuesto a comprender y perdonar, que lleva en su mano izquierda las llaves que abren y cierran la Iglesia.

Mª Magdalena -11 / La luz del profeta

«El que enciende una luz no la oculta o la pone debajo de la cama, la coloca en un candelabro para que todos vean la luz». En este y en el siguiente capítulo María Magdalena nos ofrece su parecer sobre algunos personajes de su tiempo: Juan el Bautista, Pablo (Saulo) de Tarso, el apóstol Mateo (Leví) el publicano, Pedro el apóstol.

En aquellos años, desprestigiadas las religiones tradicionales, nuevos caminos y otras mentalidades van entrando en escena. En esa diversidad de maneras de pensar, a la Magdalena le preocupa la marginación tradicional que sufre la mujer de su tiempo, también por parte de alguno de los discípulos y en algunas asambleas cristianas. Siguiendo gustosa las sugerencias y cuestiones de aquellos jóvenes palestinos, la Magdalena anciana y desterrada prosigue la búsqueda entre sus recuerdos, agradables o no tanto.

“MARIA MAGDALENA”

11.- LA LUZ DEL PROFETA

+ Mi recuerdo de Leví Mateo el discípulo publicano está lleno de amistad y gratitud. El me acogió en su casa cuando abandoné Magdala y me refugié en Cafarnaúm. Él me quiso, me ayudó y respetó siempre, quien algún tiempo después me presentó a Jesús y me explicó su fe loca y su admiración por el gran maestro de Galilea, reacción que yo entonces creí excesiva y pasajera. Sus discípulos acompañarán años más tarde mis noches oscuras y mi desconsuelo en los primeros tiempos de este largo destierro. Comprenderán que también a él le deba la vida.

Leví fue siempre fiel a sus amigos, a sus creencias y convicciones. Por eso su total cambio de vida en cuanto decidió finalmente seguir al Maestro me impactó largo tiempo. El recordarlo y el traer aquí su decisión irrevocable, me animará en este momento difícil a seguir adelante.

Estoy convencida que la ‘derrota’ de Leví Mateo fue un triunfo importante para la causa de Jesús. La decisión que tomó mi amigo publicano de seguir sin condiciones al de Nazaret interpeló a muchos, porque Mateo era una personalidad relevante y prestigiosa, influyente incluso en los ambientes más ortodoxos de la capital.

+ Muchos notables y gente de bien en la Galilea, sintiéndose distanciados de aquella religión hueca y sectaria, se interesaron por las propuestas nuevas que el Nazareno hacía, como antes aprobaron la oferta penitente del profeta Bautista en el Jordán.

Los niños de la concha, B.Murillo, 1675

De Juan el Bautista les diré que yo no simpaticé con él ni con sus seguidores, a causa de la dureza de su mensaje, su estilo atemorizador. Aun así este controvertido profeta reunía junto al gran río a multitudes que caminaban perdidas en el frío desierto de la religión de su tiempo, calentaba los ánimos y curaba los males de su tiempo, la desesperanza.

– Vendan sus bienes, que el reino de Dios se acerca y su vida no depende de los bienes que tengan, si no todos igualmente perecerán.
– Repartan sus ropas y su comida con el desnudo y el hambriento, porque ellos les juzgarán, les salvarán o condenarán eternamente.
– Los que ahora sufren y están tristes serán pronto consolados.

Nuestro gran maestro Jesús, que en un primer momento se presentó como bautista, alabó en gran medida y públicamente al predicador del Jordán, tanto como si tuviera contraída con él una deuda personal.

Algunos piensan con razón que de no haber sido pronto encarcelado y ejecutado, la estrella del Bautista del Jordán se hubiera ido ocultando y apagando ante el sol resplandeciente que era Jesús de Nazaret, ante la personalidad y las nuevas enseñanzas que difundía el joven maestro de Galilea.

+ Los discípulos bautistas explicaban que Juan en su predicación bautismal según parece anunciaba ya abiertamente lo que estaba por venir:

– Saben, ocurrirá necesariamente que Jesús de Nazaret, su persona y su gran mensaje, avanzará y yo me detendré.
– Conviene a todos que yo me aparte para dar paso al que es Cristo de Dios y viene de parte suya, al que muchos esperamos y buscamos. El sanará nuestras heridas y perdonará nuestros pecados.
– Una gran mayoría del pueblo y los principales dirigentes religiosos lo rechazarán con abierta hostilidad hasta el final.
– Créanme, lo seguirán unos pocos pastores y agricultores, algunas mujeres y un grupo de pescadores, sus discípulos. Estos se mantendrán fieles al Cristo hasta el final, incluso en la persecución, y hasta morir por él.

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* Imagen: San Juan Bautista, Juan de Juanes (+1579). Concluida su tarea, el Bautista señalará al que llamó «Ecce Agnus Dei», el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, manso y humilde, continuador de la propuesta de cambio del Jordán, uno y otro portadores de la cruz de rechazo y muerte.

Mª Magdalena -9 / Crecí en Magdala

En este relato más autobiográfico Magdalena nos explicará de dónde viene y cómo ha llegado hasta aquí. Es muy crítica con el afán por fabular propio de los primeros tiempos, publicando relatos falsos e interesados sobre Jesús de Nazaret y sobre ella misma. Parece claro que María Magdalena fue salvada de la muerte gracias a la intervención decisiva de sus mejores amigos, ‘Mujer ¿nadie te condenó? Yo tampoco, vete en paz y en adelante no peques más’.

«MARÍA MAGDALENA»

9.- CRECI EN MAGDALA

+ Escribo estas líneas por encargo, para explicarme sobre el gran maestro de Nazaret, para contar mi gran amor y mi pasión infinita por Jesús de Galilea.

Sé que habrán oído hablar y habrán leído cosas sobre María la pecadora o sobre la hermana de Marta, de María la de los siete demonios y otras María, mujeres que aparecen en varios escritos conocidos. Yo no soy más que María de Magdala, la Magdalena. En algunos textos escritos por los discípulos de Leví Mateo, leídos desde el comienzo en las asambleas, se habló de la Magdalena, como en otros relatos más recientes redactados por gente desconocida con otras intenciones y falseando nombre y contenido.

Era previsible que así ocurriera porque hemos pasado de los recuerdos vivos a los recuerdos escritos. El deseo de no olvidar lleva a algunos a contar muchas historias, pero no todas son igualmente ciertas. Dos vidas enteras no bastaran para contar lo que vieron y oyeron aquellos hombres y mujeres que convivieron los primeros años con el Jesús de Nazaret.

+ En verdad no creo que algunos últimos relatos perduren ni sean útiles para la enseñanza ni para la fe. El tiempo y nuestros grandes maestros sentenciarán. Escritos muy recientes sólo buscan conseguir gloria propia y recompensa o, lo que es más triste, descalificar a nuestro Cristo y a sus seguidores, propósito repetido con frecuencia por gente que no sabe de lo que habla ni cree en lo que dice que cree ni tiene pensado creer en nada que le incomode.

Estos creadores de fábulas piadosas, a merced de los intereses de influyentes comerciantes, les aseguro que autores y manuscritos bien pronto serán olvidados, tal vez alguno quedará en la parte más alta de viejas bibliotecas o en sus cuartos más oscuros.

Me dicen que sólo los discípulos griegos del joven Juan, el discípulo amado de nuestro Señor, sólo ellos parecen acertar en lo que cuentan sobre mí.

+ Desde muy niña habité en Magdala, muy cerca de Cafarnaúm, a orillas del gran lago de Galilea. Los primeros discípulos me llamaron la Magdalena, para distinguirme de las otras mujeres que acompañaron a Jesús en Galilea y en su largo camino hacia Jerusalén.

En Magdala crecí y tuve mi casa. Allí sigue viviendo, dicen, un hijo de la mujer que me alimentó. Ella me educó al principio por encargo y con esmero, pero sin cariño. Hasta que un día, por celos y calumnias, siendo yo todavía muy joven casi una niña aunque no doncella, una fría y oscura noche de invierno fui maltratada y echada fuera a los caminos con esta condena escrita colgada fuertemente y a mi cuello encadenada que decía así, ‘Si regresa será apedreada y despeñada’.

Mucho más sobre mí nadie supo, tampoco nadie preguntó. Pero en verdad ni yo misma sé ni sabré nunca dónde nací ni quién me trajo al mundo ni para qué. A veces gustaba pensar que alguien en algún lugar había soñado conmigo, me echó en falta y esperaba, pero nunca lo supe ni ya más nunca lo sabré.

+ Ahora mismo sólo me importa saber que alguien me abrió las puertas de su casa y me cobijó bajo su manto, que el buen pastor me amó y me rescató de las fauces amenazadoras de lobos feroces, que me libró de la noche oscura de la muerte muriendo conmigo, por mí y por todas las ovejas perdidas de Israel.

Pastor de verdad
pastor de mi vida,
ven hasta mí perdida
llévame hasta ti rendida.

Estas historias mías explican la amargura que habitaba en mi corazón huidizo, inquieto y temeroso. Porque en verdad hasta que conocí a Jesús mis días y mis noches los vivía sin vivir, sintiendo mi carne, mi alma y mi ser entero dolorido, penetrado de disgusto y envuelto en oscuridad.

La historia de mi pasado y mi situación respecto al sol, por el hecho de ser mujer, sirvió a otros muchos para dejarme fuera entre sombras de muerte, en el silencio de la exclusión.

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– Imagen: María Magdalena, José de Ribera, 1641, Madrid. Presenta la mujer en actitud orante en una cueva, elegante cortesana y joven penitente, con su frasco de perfumes.
– Imagen: Verónica, Via crucis.
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(I’ll never be) María Magdalena – Sandra – 1985

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Mª Magdalena -8 / Esperando su regreso

«Él es la luz verdadera que ilumina a todo hombre». La aventura interior de la fe será descrita por María Magdalena como una victoria de la luz, un doloroso nacer de nuevo y un pasar de la muerte a la vida; la conversión personal como una aventura tan impredecible como la vida misma. Ella pudo finalmente confesar su fe total en Jesús de Nazaret, además de su loco amor por él. Mujer muy anciana, viendo ya acercarse el final, traerá a la memoria palabras y sentimientos que iluminen el último tramo de su vida.

“MARIA MAGDALENA”

8.- ESPERANDO SU REGRESO

+ Tras la muerte en cruz del maestro, el sendero hacia la iluminación fue para mí largo y doloroso. Al fin creí en él con todo mi ser y le confesé como mi cristo y mi señor, como el viviente y la fuente de vida para siempre.

En efecto, los inviernos en los que la luz y las sombras se alternaron en mi alma, fueron largos y angustiosos. Ahora sé bien que Jesús nazareno es mi señor y mi libertad verdadera, mi esposo, mi único amor, mi vida y mi todo. De verdad lo siento y lo vivo así.

Es como quien tiene la certeza misteriosa de una nueva vida que lo habita y palpita en su interior. El mismo Jesús utilizó la imagen de la vida en el vientre de la madre para hablar de su proyecto de reino de Dios: una vida nueva en nuestro interior, que crece y va madurando. Será necesario esperar pacientemente su misterioso curso natural en cada uno.

– Miren, cuando una mujer dio a luz a su niño, no se acuerda ya más de la angustia, es tanta la alegría por la nueva criatura.
– He venido para que todos vivan, que no perezca ninguno que crea en mí.

+ Yo sé que Jesús nuestro señor volverá para ultimar mi historia personal. Culminará así un costoso trabajo compartido de amor y de sufrimiento. Al final quedará el amor, sólo el amor.

Nuestra vida no es como una historia interminable que da vueltas sin fin o se desvanece sin futuro en la nada y el vacío. El punto final, la muerte, será el principio de lo nuevo, el triunfo de la misericordia y el amor. Así ocurrió en el propio Jesús, pionero de la nueva criatura nacida tras tanto dolor y sangre en la cruz.

+ Ahora yo solo espero su regreso, su último llamado. Creo saber que, al verme penando por su ausencia, también esta vez se dirigirá a mí y pronunciará con determinación mi propio nombre:

– ¡María!
– Maestro, busco tu rostro.
.

Mi respuesta quisiera ser tan decidida como la del apóstol Tomás. De él cuentan que reconoció vivo a su Cristo amigo, cayó a sus pies rendido, y apesadumbrado entre sollozos le dijo:

– ¡Mi señor y mi dios! Yo creo en ti, mi rey y señor.
– Tomás, has visto y has creído, dichoso tú.

Siempre contigo
ante tus pies heridos
ante ti contigo
mi señor y mi todo
mi amigo,
te adoro y te amo
todo tuyo
todo en tus manos heridas
siempre contigo siempre.

Con el paso de los años mi espíritu está en calma. La paz ha regresado a mi alma que vigila día y noche y ahuyenta todo temor. La luz se hizo paso entre las sombras. He llegado a esta íntima convicción, creo y espero firmemente que la muerte ya no es derrota sino victoria.

* Imagen: «Llanto por la muerte de Cristo con santos», Sandro Botticelli (+1510), fragmento. Vemos a la Magdalena (?) abrazando con gran cuidado y cariño el rostro de Cristo muerto, el cuerpo recién desclavado y bajado de la cruz por los discípulos.

Mª Magdalena -7 / Mi fe inmadura

Conocemos las historias escritas o contadas, en códigos antiguos y en libros modernos, sobre los amores ocultos e inconfesables entre Jesús el gran maestro de Nazaret y María la Magdalena. Me temo que no sean más que fábulas, historias bien contadas, incluso supuestamente bien documentadas.

En esta SEGUNDA PARTE, María prosigue el relato prometido de sus recuerdos, situada ahora en el entorno de Mateo el publicano su principal protector. Nos contará sus primeros pasos de acercamiento a Jesús de Nazaret. Resulta fácil descubrir que los dos se necesitan. En momentos de crisis tanto Magdalena como Jesús buscaron el uno en el otro la acogida, el afecto y la comprensión que muchos otros les negaron.

«MARIA MAGDALENA»

7 . MI FE INMADURA

A mis jóvenes amigos yo les hablaba de Jesús Galileo, lo que sabía de él por mí misma, lo que me había contado alguno de los primeros discípulos, como Juan el apóstol o más tarde Leví Mateo y sus discípulos, cuando coincidimos en nuestro obligado éxodo.

Porque en las semanas posteriores a la puesta en cruz y la marcha definitiva del maestro, muchos seguidores del Galileo tuvimos que escapar y salir del país. Yo me uní al grupo de discípulos de Leví huyendo hacia las montañas del norte camino de Siria.

Nos desperdigamos como pudimos en las aldeas de agricultores y de extranjeros a pocos días de camino de Antioquia la Grande. Aquella región fue nuestro refugio ante el continuo acoso de nuestros perseguidores, ahí donde desde entonces tengo la casa y mis cosas.

En mi huida desesperada mis mejores maestros y compañeros fueron los discípulos de Leví Mateo el publicano. Ellos fueron instruidos por el propio Leví y por algunos escribas convertidos que creyeron a última hora en Jesús nazareno. Estos discípulos fueron muy amables y respetuosos conmigo, con ellos me familiaricé y ayudaron para no desesperar en la larga y oscura noche de la ausencia mientras duraba mi fe inmadura. Les deberé mucho.

En verdad yo misma hablé pocas veces, no muchas palabras, con el gran maestro Jesús. Lo escuché con atención y admiré, pero sin acertar del todo con la hondura de su mensaje ni vislumbrar de lejos el gran misterio escondido de su persona.

Lo seguí algún tiempo después junto al gran lago por los caminos de Galilea, buscando en el buen maestro la paz y el perdón a todos prometida. El ambiente que lo rodeaba me complacía y el tono de sus palabras me tranquilizaba. No quise dejarlo ya ni escuchar otras promesas.

    Buscando la luz y la vida mía
    te encontré mi amor y mi vida,
    palabra de paz y presencia
    peregrino de amor sin respiro.
    Pienso y descanso contigo
    sueña y descansa conmigo,
    ya no señor sino amigo.

En aquel entonces yo me sentí perdida, extraña ante Dios y la religión, mas ante la persona de Jesús atraída por su persona y su bondad, por las propuestas que a todos hacía.

Sentí vergüenza de mí misma y gran confusión al verme en ocasiones despreciada y excluida, también por parte de alguno de los discípulos.

Yo notaba en cambio sobre mí la limpia mirada de Jesús nazareno que no me rechazaba, el calor de su cercanía, agradecida sin fin por su interés y su acogida, sus palabras amables y su escucha.

    – María, ven a mí si estás abatida. No temas, descansa.
    – Maestro, te seguiré vayas donde vayas.
    – No tengo donde reclinar mi cabeza.
    – Estaré junto a ti, perfumaré tus cabellos y besaré los pies del mensajero que trajo la paz.
    – Ven conmigo, si me sigues no andarás entre sombras, tendrás la luz de la vida.

Como en tantas otras ocasiones, él continuó su camino al amanecer del día siguiente, buscando sin pausa otras ovejas perdidas de Israel, como él decía. Yo deseé con toda mi alma respetar su trabajo, sus promesas y renuncias. La misión a él encomendada fue su principal alimento, toda su vida y su gran pasión.

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-Imagen: Magdalena penitente, Guido Reni (1575-1642), mirando suplicante al Cristo de la cruz.
-Imagen: El Salvador, icono siglo xiv.
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La fe y la esperanza pasarán, lo que queda es el amor . .

Mariah Carey – Without You – (No puedo vivir sin ti)

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Mª Magdalena -6 / Él vive y reina

Con este sexto relato termina en nuestro blog la primera parte de las conversaciones y reflexiones de Magdalena con unos jóvenes discípulos que quisieron saber. María, explicando sus propias dificultades para creer, se muestra muy crítica con los que no creyeron. Lo que está en cuestión será la “resurrección” del crucificado Jesús de Nazaret, la realidad del sepulcro vacío y el encuentro de los discípulos con el maestro que vive de nuevo.

A pesar de las descalificaciones que su testimonio soportó por el hecho de ser mujer, no cabe duda de que María Magdalena fue testigo indiscutible y desinteresado de una y otra realidad, del nazareno muerto en cruz y del nazareno que vive, come y conversa. Fue el contenido fundamental del testimonio de los discípulos.

«MARIA MAGDALENA»

6.- ÉL VIVE Y REINA

Debo confesarles que, al recordar la larga espera de mi propia iluminación, mi cerrazón para entender, y cuánto costó abrir mis ojos ciegos y los de otros discípulos, reconociendo qué duras fueron mis entrañas hasta adorarlo vivo, no entiendo cómo algunos sabios de Israel y también fieles creyentes que luego abandonaron, cómo pudieron pensar que todo fue una leyenda imaginada por una alocada mujer y unos discípulos atemorizados.

No fue posible que tanta luz y tanta vida comunicada, con tanto sufrimiento, pudiera brotar de unas mentes iluminadas y desconcertadas, tan impotentes para imaginar y soñar, solo capaces de penar y desesperar.

Algunos malintencionados y obcecados debieron querer justificar así su propia negativa a creer, culpándonos de dar cuerpo a una maravilla inimaginable para nosotros mismos, hombres y mujeres simples como los demás, mortales y frágiles como todos.

frangelico_tangere-3Esta fue la maravilla, que Jesús muerto no quedó en el sepulcro nuevo del huerto de fuera para siempre, sino que comenzó muy pronto a vivir con cada uno de nosotros una vida que ya no muere, que él era todo vida, solo vida.

– Yo soy la resurrección, yo soy la vida, crean en mí.
– No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida.

# Yo lo creo ahora firmemente y en verdad es así. Porque no se engañen, no fueron tanto los días de su vida tan breve entre nosotros ni las enseñanzas del Nazareno lo que en definitiva importaba, sino su vida nueva, la vida que nos prometió a todos y que él adquirió tras su muerte en la cruz. Ante el acontecimiento de su puesta en el sepulcro y posterior desaparición, unos discípulos continuaron y otros marcharon regresando decepcionados a sus aldeas y ocupaciones habituales.

Después de tan horrible suplicio y muerte, si nuestro Cristo no hubiera resucitado, entenderán que la fe de los discípulos quedara vacía de sentido y sin futuro. ¿Quién va a declararse seguidor y apostar fuerte por un gran maestro de Israel que fue públicamente declarado infiel y blasfemo, maltratado y crucificado por malhechor y traidor?

# Esos mismos sentimientos y reflexiones ocurrieron cuando yo conversé con los jóvenes que me visitaron e hicieron tantas preguntas. Al oírme hablar de él como de alguien que vive, ¿no confundieron al resucitado con un fantasma o un sueño que aparece y desaparece, que vive al margen de nuestra vida real?

No fue así. Jesús vivo convivió y convive aún hoy como uno más, su presencia reconocida iluminó y transformó todo sin violentar nada, la certeza de su cercanía da sentido y trascendencia a una pequeña conversación o una comida fraterna, confundido entremezclado con lo de cada día. En esos instantes ya nadie preguntó, todos sabían, cada uno en su momento, que era él, que es nuestro señor.

El espacio y el tiempo se dilataban y a la vez se recogían para acoger la maravilla y facilitar su percepción en los que esperan y creen ¿cómo explicarlo sin romper el encanto de la nueva realidad? Aun con incertidumbres, debía cada uno hacer la experiencia y escuchar nuevamente su palabra:

– Soy yo, no teman, tengan paz.

# Mis jóvenes amigos se demoraron en ocasiones en pequeños detalles sin importancia, historias del pasado que yo misma les había contado. Entonces yo detuve mi relato, les miré a los ojos y les hablé con fuerza, como queriendo sobresaltarles y despertarles de sus sueños.

– Eso ya pasó ¿saben?
– Él vive y reina, volverá.
– Tengan la seguridad, créanme, yo lo vi y pude oír y tocar.
– ¡El es nuestro señor!

Ellos protestaron a mis palabras, y me urgían a continuar con mis historias y comentarios, yo respondí cada rato como supe a sus ansias de conocer lo sucedido. Cada uno quería llegar por sí mismo a mi fe de ahora, la que todo ilumina, la que yo tanto tardé en sentir, cuando finalmente se me abrieron los ojos del alma no pudiendo ya contemplarle de carne y hueso como antes.

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* Imagen: ‘Noli me tangere’: Jesús aparece a la Magdalena, 1441, Fra Angélico, Florencia. En un paradisíaco jardín junto al sepulcro vacío, vemos a la Magdalena conversando con el jardinero. Ella busca el cadáver desaparecido, el jardinero es para el pintor y el espectador el mismo Jesús resucitado. El estilo hace ver la ingenuidad de los personajes y sus pretensiones. María al reconocerle quiere comprobar lo ocurrido con sus propias manos; Jesús hace ademán de alejarse, pero encarga a la mujer que comunique cuanto ha visto. Según el evangelio del discípulo amado, la Magdalena será la primera que vio el sepulcro vacío y al Nazareno vivo y hablándole.

Teresa de Calcuta, ¿dónde está mi fe?

Pocas semanas atrás leí en algún medio de comunicación esta cuestión que me sorprendió, ¿Creía en Dios Teresa de Calcuta? Conocemos la veneración que por esta mujer sentía gente tan diversa de todos los credos y colores, sobre todo los más pobres y abandonados de la tierra.

Teresa de Calcuta (+1997), Premio Nobel de la Paz 1979, fue beatificada por Juan Pablo II en 2003. Sus seguidores trabajan en los cinco continentes con la gente más pobre del planeta.

# La Madre Teresa escribió varias cartas a sus confesores, publicadas ahora. Reveló que mantenía una difícil relación con Dios, solo la oscuridad y el silencio, entre dudas y sombras, una crisis que duró cerca de 50 años:

«¿Dónde está mi fe? Solo soledad y oscuridad, ¿para qué tanto trabajo?
. . El silencio y el vacío tan grandes, miro y no veo, escucho y no oigo. Un terrible silencio dentro de mí.
. . Señor, mi Dios, ¿por qué me abandonas? Yo llamo pero nadie responde, nadie a quien agarrarme, sola.
. . ¿Dónde está mi fe? En lo más profundo nada, solo vacío y oscuridad. Dios mío, qué desgarrador este dolor, no tengo fe.
. . Contradicciones en mi alma, un anhelo de Dios tan profundo, un sufrimiento y un sentimiento de no ser querida por Dios, rechazada, sin fe, sin amor.»

# Si la FE se ensombrece mas queda el amor, estará a salvo lo primordial. En la Madre Teresa quedará para siempre su entrega por amor a los más necesitados.

Vivir esa entrega de verdad en la oscuridad engrandece a esta pequeña religiosa de origen albanés. Recorriendo los barrios más pobres de India, Calcuta (Bengala Occ.), cargaba los moribundos de cualquier credo tirados por las calles, y los llevaba a su casa a morir dignamente.

# Vinieron al recuerdo imágenes de «La Ciudad de la Alegría», la película y libro de Dominique Lapierre, amigo y colaborador de Madre Teresa, cautivado por su persona y la misión, en memoria aquí también con cariño para mamá Luce Lapierre.

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-Libro citado: «Madre Teresa. Ven, sé mi luz», B. Kolodiejchuk, 2008.
-Imagen: Madre Teresa de Calcuta, Icono de N. Markell.

Vean sobre el tema de la fe en pdf nuestro eBook «Creer».

# La madre Teresa de Calcuta fue solemnemente canonizada en Roma por el Papa Francisco el domingo 4 de septiembre de 2016.

(Cf. post «Teresa de Calcuta, santa»).

Mª Magdalena -3 / Mi alma en sombras

En estos relatos cortos María Magdalena quiso contarnos sus recuerdos. Hoy nos confesará su oscura soledad. Los primeros discípulos y amigos del maestro de Nazaret ya desaparecieron. Sospecha que únicamente Juan el discípulo amado vivirá todavía, viejo, ciego y desterrado.

Nostalgia y melancolía expresarán en este tercer relato la tristeza de vivir propia de un alma en sombras. ¿Qué le está ocurriendo a María Magdalena, anciana ya y enferma, que nos habla tan dolorida? Se le hace larga la espera y ya sólo desea reunirse finalmente con su señor muy amado: «Mira que peno por verte / y mi mal es tan entero / que muero porque no muero».

«MARIA MAGDALENA»

3 . MI ALMA EN SOMBRAS

+ Les diré que la propuesta de estos jóvenes me agradó, y a la vez me inquietó el regresar a aquellos años primeros ya tan lejanos. Preocupada en acertar con lo que ellos buscaban, yo quise ofrecerles lo mejor de cuanto esperaban de mí. Ellos me vieron como compañera de camino con una experiencia que les atraía, y también les pudiera ser útil, por no andar solos en su decisión de acercarse al maestro Jesús.

Estos jóvenes no supieron, ni tampoco adivinar, que aun siendo mujer aprendí algo a escondidas. Desde muy niña me aficioné a dibujar y escribir como podía los contornos y colores de mi alma solitaria, dolorida y ensimismada. Los paisajes de dentro y también los de fuera que pude observar. En tiempos pasados este monólogo conmigo misma me alivió algo del peso del silencio, haciendo más llevadero el misterio del mal de mis adentros. Quise dispersar así las sombras que siempre me acompañaron, adentrándome más en ellas por este camino.

También gusté cantar antiguos poemas y hasta inventarlos y escribirlos yo misma, porque hay momentos en los que el corazón sintiéndose libre consigue del modo expresar mejor sus enigmas, sus más íntimos sentimientos.

+ Ahora que me encuentro más conmigo y más quieta, por esta ancianidad mía tan larga, creo entender mejor las razones que estos jóvenes trajeron para convencerme, porque en buena parte serán también las mías.

Ocurrió que no todos piensan ni hablan igual del gran maestro de Galilea. Con el paso de los años se oyeron decir de él y también de mí misma y de otros discípulos cosas que no pude entender, que me duelen ahora y poco tendrán que ver con la historia verdadera de lo ocurrido.

+ En verdad apenas quedan ya testigos de aquellos primeros años. Ya desaparecieron discípulos y seguidoras primeras, hombres y mujeres que conservaron impreso en su alma el mensaje tan atractivo, la figura tan amable de Jesús el Nazareno.

Supe que el apóstol Juan aún vive, aquel joven y muy amado discípulo, siendo poco más anciano que yo. Se dijo que en su destierro va pasando los días y las noches casi sin ver buscando su rostro, el rostro de su maestro amado.

Los últimos días del más joven de los apóstoles pasarán mirando hacia ese cielo azul infinito que un limpio atardecer abrió a Jesús de par en par sus altas y estrechas puertas.

Ven ya nuestro señor,
mira mi corazón que abierto espera
vacío sin ti viviendo en sombras,
mira no me canse de esperar
que tan larga espera enferma,
no se borre tu imagen y figura
no tardes más enamorado,
ven ya nuestro señor.

+ Los dos fuimos testigos en Galilea de su partida y ausencia para siempre. Ahora los dos esperanzados aguardamos su regreso. El mismo maestro lo anunció:

– No teman, voy a nuestro padre, tengan paz y esperen.
– Volveré pronto para llevarlos conmigo, confíen en mí.

Vivo cada anochecer en espera del regreso de aquel lucero luminoso que aun alejándose, no llegó a apagarse del todo. Me dispongo pues para ese misterioso reencuentro, busco su rostro sabiendo bien que la ilusión por verlo de nuevo dispersará las sombras y amainará cualquier zozobra.

En lo humano y lo divino, entre luces y sombras, la unión sufre mal el misterio y la distancia.

Te adoro y te amo, mi señor,
íntima presencia, abrazo infinito
y mi todo, nada más.
Estar contigo, amigo del alma,
recostado en tu regazo,
señor y dios mío, mi único amor.

Decir mi sentir, llorar contigo
amor, soledad y pena,
tú me quedas, nada más.
Vivir para ti esperando tu venir
y al caer de la tarde descansar,
amor de mi vida, solo en ti, nada más.

Lo adivino llegar entre aquellas lejanas colinas por donde cada mañana regresa el sol. Entristecida a veces por tanta tiniebla, no veo las colinas ni el nuevo sol oculto entre oscuros nubarrones. Es a él a quien busco y llamo con todo mi ser, así cuando cantamos en nuestras asambleas y canto también para mí por mi propio consuelo en muchos anocheceres, buscando restañar con mi lamento la herida de tan larga ausencia:

– Ven ya nuestro señor
– Vivo sin ti viviendo en sombras
– Ven ya, no tardes más

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  • Imagen: Juan apóstol y evangelista, icono moderno. Según la tradición, Juan el más joven apóstol, el discípulo amado, murió en Éfeso muy anciano. En la imagen descansando sobre el costado del maestro, horas después con Nicodemo y Magdalena acompañando al Cristo crucificado. Su fiesta los 27 de diciembre.

La fiesta en memoria de Santa María Magdalena el 22 de julio desde el siglo X en el Monasterio de San Lorenzo de Constantinopla, donde se creyeron depositadas sus reliquias desde el año 899 provenientes de Éfeso. A partir del s. XIII el Misal de Letrán aceptó la tradición que reunía en una persona a María de Betania y a la pecadora anónima.

Vean aquí los primeros versos del poema de la carmelita española santa Teresa de Jesús (+1582), «Vivo sin vivir en mí», sugerido al entrar en el post:

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

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* Si lo desean, podrán escuchar el poema «Veante mis ojos» de santa Teresa en esta versión: