El Cristo de San Damiano, Francisco de Asís

Crucifijo de San Damiano / franciscanos.org

:: Quise contarles aquí una vieja historia medieval. Un día Francisco entró en la pequeña Ermita dedicada a San Damián, recostada en una loma cerca de Asís. La hiedra trepaba hasta cubrir los muros laterales, en ellos se veían hendiduras que ponían en peligro el lugar.

En su interior había un sencillo altar de madera y, a modo de retablo, un Crucifijo bizantino. La imagen del Crucificado penetró en el alma de Francisco, que con los ojos elevados oró así:

¡Glorioso y gran Dios, mi Señor Jesucristo! Tú eres la luz del mundo, pon claridad, te suplico en los abismos oscuros de mi espíritu.
Dame tres regalos: la fe, firme como una espada; la esperanza, ancha como el mundo; el amor, profundo como el mar.
Mi querido Señor, te pido un favor más: que todas las mañanas al rayar el alba, amanezca como un sol ante mi vista tu santísima voluntad para que yo camine siempre a su luz. Y ten piedad de mí, Jesús

:: De pronto se oyó una voz que al parecer procedía del Cristo: «¡Francisco, ¿no ves que mi casa amenaza ruina? Corre y trata de repararla!».

Francisco observó la ermita por fuera, el mal estado de la construcción. Se acercó al anciano capellán, le dio dinero y pidió que comprara lámparas de aceite, que las encendiera en su nombre frente al Crucificado.

:: No bastó. Se le estará pidiendo algo más, su ayuda para reparar la gran Iglesia, la Iglesia romana, la religión y el Papado de entonces, la sociedad y sus gobernantes, todo necesitado de cambio urgente y reforma, amenazados de ruina por la corrupción generalizada.

El joven Francisco de Asís (+1226) decidió contribuir él mismo al cambio y la mejora con su renuncia a todo, su amor a la verdad, su opción por la pobreza y su dedicación a los más pobres.

«La forma más elevada de la pobreza evangélica es también la más realista: aquella en que el hombre reconoce y acepta la realidad humana y divina en toda su dimensión.» (Sabiduría de un pobre, E. Leclerc)

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Creer es amar, creer es buscar


¿QUÉ ES CREER? CREER ES AMAR

# Más que la falta de fe o el perderla, el mayor sufrimiento será la falta de amor. Lo dijo Teresa de Calcuta: «La más terrible pobreza es la soledad y el sentimiento de no ser amado».

Las Cartas publicadas de la madre Teresa reflejan un gran desconsuelo al no verse querida por Dios, pues en el origen de la fe estará la experiencia de relación personal con Dios.

(Ver el post «Teresa de Calcuta»)

# En los Evangelios la fe será ante todo conocer, amar y seguir a Jesús de Nazaret, incluido el permanecer al pie de la cruz.

-María Magdalena creyó y amó, idealizando. Tras la crisis y la cruz creyó de verdad, con todas las consecuencias.
-Creer es como amar, es el todo lo que cuenta.

# En el texto que copio a continuación, el padre Pedro Arrupe se servirá del modelo del enamoramiento, que apoderándose de toda la persona libera unas energías insospechadas de vida y entrega:

-Nada puede importar más que encontrar a Dios, enamorarse sin mirar atrás.
-Aquello de lo que te enamores, lo que arrebate tu imaginación, afectará todo.
-Será lo que te rompa el corazón y te llene de ánimo, alegría y gratitud.

Así estos 10 verbos activos predicados de la FE:

Creer es amar
Creer es buscar
Creer es confiar
Creer es conocer
Creer es caminar
Creer es esperar
Creer es escuchar
Creer es pensar
Creer es vivir
Creer es seguir a Cristo.


¿QUÉ ES CREER? CREER ES BUSCAR

– ¿Crisis de fe? La fe como el grano de trigo si no muere no da fruto, sirve para nada.
– Si la fe quedare en la teoría o el recuerdo, inmadura, no mueve ni transforma.
– La sensación predominante en una crisis religiosa será de oscuridad y búsqueda, como rezó Leopoldo Panero en estos versos:

«Todo mi corazón, ascua de hombre,
inútil sin tu amor, sin ti vacío,
en la noche te busca;
le siento que te busca, como un ciego
que extiende, al caminar, las manos llenas
de anchura y de alegría.»

# Resultará difícil comprender al Dios de la tradición judeo-cristiana, la zarza ardiendo, el portal de Belén, o crucificado como malhechor. ¿Qué pensar de él? Para creer es necesario desear y buscar sin desanimar, en la espera paciente y orante.

San Agustín (354-439) comunicó en su libro «Confesiones» estos sentimientos y súplicas sobre la búsqueda de la verdad, de la belleza y la bondad divinas:

«¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
Tú estabas dentro de mí y yo fuera.
Fuera te andaba buscando, me abalanzaba sobre la belleza de tus criaturas.
Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Me llamaste, me gritaste, y desfondaste mi sordera.
Relampagueaste, resplandeciste, tu resplandor disipó mi ceguera.
Exhalaste tus perfumes, respiré hondo y suspiro por ti.
Te he paladeado, y muero de hambre y de sed.
Me has tocado, y ardo en deseos de tu paz.
¡Nos hiciste, Señor, para ti,
nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti!»

Recordarán también de San Agustín comentando la 1ª Carta de san Juan, donde dirá que ‘Dios es amor’:

“Ama y haz lo que quieras. Si callas, calla por amor. Si hablas, habla por amor. Si corriges, corrige por amor. Si perdonas, perdona por amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.

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* Imagen: «Manos con Flores», 1958, de Pablo Picasso.

-Pondré aquí en este día unos versos en recuerdo familiar, con todo cariño y entrega:

Bienaventuranza de bondad
unión de eternidad,
de noche amparo, de día
cielo, madre y vida mía.

-Podrán leer más del tema en nuestra colección de entradas «Creer», pdf.

Mª Magdalena -10 / Rescoldo encendido

‘Quien tenga sed que se acerque a mí, quien crea en mí que beba, de sus entrañas manarán ríos de agua viva’. Magdalena nos explicará el manantial y la fuente de donde brota fresca como agua viva su fe. Lo que nosotros llamaremos fe, ella la describe como un encuentro y una relación que dejan huella, una íntima entrega que transforma e ilumina, será una experiencia de mutuo amor y compromiso.

«MARIA MAGDALENA»

10.- UN RESCOLDO ENCENDIDO

+ Jesús el maestro debió notar en mí un gran desarraigo y dolor cuando me miró compasivo aquella vez primera. Se fijó en mí y yo en él, porque las heridas del alma dejan huella en el rostro y él siempre acertaba a encontrar la más pequeña y la más dolida de entre todas las ovejas.

Los enfermos y los abandonados buscando cobijo se acercaban a él y él a ellos. Siempre era así. Y el encuentro se convertía poco a poco en una fiesta íntima y restauradora, que permanecía después imborrable. ¿Qué creen que es la fe sino un vivir enamorada de esa primera llama encendida y de su rescoldo nunca del todo apagado? Rescoldo que de pronto se convierte en hoguera de paz y de amor, regalo por la espera.

Es la fe de los comienzos, la que desencadenó todo, aunque más tarde cargada también de incertidumbres. La huella que dejó ese primer encuentro será la luz que nos acompaña en la búsqueda y en la duda, nos guiará entre cañadas oscuras y va madurando y dando sabroso fruto cuando está limpia de amores propios, vanos temores e intereses. El amor primero celosamente guardado y cultivado, ese primer encuentro que lo es todo, fiesta, luz, melodía, manantial, hoguera…

Es cuanto quiere expresar esta súplica entrañable tantas veces repetida que resume bien mi mayor deseo.

– ‘Señor, quiero amarte siempre, no dejarte nunca’.

+ Siento que es arriesgado pensar o decir ‘Tengo fe’. Será un modo de hablar. Vamos creyendo día a día pero de diferente manera, esperando y amando cada vez más de otro modo. La vida de nuestros verdes campos es así en primavera, que siendo la misma es siempre nueva. La experiencia de la fe es también como un manantial oculto de donde surge en ocasiones una insospechada fuente de agua limpia y transparente que refresca y restaura todo.

Esto mismo sucedió en mí cuando estos jóvenes discípulos me acercaron hasta las esquinas más difíciles de mi propia alma, me llevaron a descansar allí curando y a veces recuperando sin dolor cicatrices de mi pequeña historia personal.

Los abrumados por un mal incurable fuimos llamados por el mismo Jesús para consolar a los que sufren y lloran. Nos encomendó acoger y sanar, llevar a todos hasta la luz de la verdad, que no juzga ni castiga sino que libera e ilumina.

’Sólo los misericordiosos recibirán la misericordia’

+ Habíamos aprendido que creer en aquel hombre justo era amarle y seguirle de corazón, en espíritu y en verdad, no sólo con los labios. Seguirle era vivir con una mente y un corazón iluminados, haciendo realidad sus palabras.

– ‘Yo soy la luz del mundo’
– ‘Acérquense a la luz, no teman, vivan como hijos de la luz’

También ahora queremos seguirle sin dejarle nunca, pecadores aún y suplicantes. El nos libró de nuestra ceguera, nos devolvió la confianza y nos puso en camino. Así como cuentan de aquel mendigo ciego que en las puertas de Jericó oyó pasar a Jesús de camino, y al oír que le hablaba enloqueció de alegría, pareció olvidar su ceguera y puso ya todo su empeño en sólo amar y seguir al Nazareno.

Seguir tus huellas
como ciego curado en el camino
sin manto ni sandalias
cantando por valles y colinas,
sin monedas ni pan ni vino
solo contigo
al calor de tu figura amiga
que sientes y adivinas.

Jesús ponía cada día ante nuestros ojos la nueva realidad. Todo seguía igual y sin embargo nos pareció diferente, porque la noche, la enfermedad y la muerte perdían ante él poder y vigencia. La vida rebrotaba nueva en los desanimados y los abandonados cuando el buen Galileo les acogía con tanto respeto y cariño al verles así tan rechazados y excluidos. A todos inspiraba confianza y los resucitaba.

Mª Magdalena -9 / Crecí en Magdala

En este relato más autobiográfico, Magdalena explica de dónde viene y cómo ha llegado hasta aquí. Es muy crítica con el afán por fabular propio de los primeros tiempos, publicando relatos falsos e interesados sobre Jesús de Nazaret o sobre ella misma. Parece claro que María Magdalena fue salvada de la muerte gracias a la intervención decisiva de sus mejores amigos, ‘Mujer ¿nadie te condenó? Yo tampoco, vete en paz y en adelante no peques más’.

«MARÍA MAGDALENA»

9.- CRECI EN MAGDALA

+ Escribo estas líneas por encargo, no para hablar de mí sino para explicarme sobre el gran maestro de Nazaret, para contar mi gran amor y mi pasión infinita por Jesús de Galilea.

Sé que habrán oído hablar y también habrán leído cosas sobre María la pecadora o sobre la hermana de Marta, de María la de los siete demonios y otras María, mujeres que aparecen en varios escritos conocidos. Yo no soy más que María de Magdala, la Magdalena. En algunos textos escritos por los discípulos de Leví Mateo, leídos desde el comienzo en las asambleas, se habló de la Magdalena. Como en otros relatos más recientes, redactados por gente desconocida con otras intenciones y falseando nombre y contenido.

Era previsible que así ocurriera porque hemos pasado de los recuerdos vivos a los recuerdos escritos. El deseo de no olvidar lleva a algunos a contar muchas historias, pero no todas son igualmente ciertas. Dos vidas enteras no bastaran para contar lo que vieron y oyeron aquellos hombres y mujeres que convivieron los primeros años con el Jesús de Nazaret.

+ En verdad no creo que algunos últimos relatos perduren ni sean útiles para la enseñanza ni para la fe. El tiempo y nuestros grandes maestros sentenciarán. Escritos muy recientes sólo buscan conseguir gloria propia y recompensa o, lo que es más triste, descalificar a nuestro Cristo y a sus seguidores, propósito repetido con frecuencia por gente que no sabe de lo que habla ni cree en lo que dice que cree ni tiene pensado creer en nada que le incomode.

Estos creadores de fábulas piadosas, a merced de los intereses de influyentes comerciantes, les aseguro que autores y manuscritos bien pronto serán olvidados, tal vez alguno quedará en la parte más alta de viejas bibliotecas o en sus cuartos más oscuros.

Me dicen que sólo los discípulos griegos del joven Juan, el discípulo amado de nuestro Señor, sólo ellos parecen acertar en lo que cuentan sobre mí.

+ Desde muy niña habité en Magdala, muy cerca de Cafarnaúm, a orillas del gran lago de Galilea. Los primeros discípulos me llamaron la Magdalena, para distinguirme de las otras mujeres que acompañaron a Jesús en Galilea y en su largo camino hacia Jerusalén.

En Magdala he crecido y tenido mi casa. Allí sigue viviendo, dicen, un hijo de la mujer que me alimentó. Ella me educó al principio por encargo y con esmero, pero sin cariño. Hasta que un día, por celos y calumnias, siendo yo todavía muy joven casi una niña aunque no doncella, una fría y oscura noche de invierno fui maltratada y echada fuera a los caminos con esta condena escrita colgada fuertemente y a mi cuello encadenada que decía así, ‘Si regresa será apedreada y despeñada’.

Mucho más sobre mí nadie sabía, tampoco nadie preguntaba. Pero en verdad ni yo misma sé ni sabré nunca dónde nací ni quién me trajo al mundo ni para qué. A veces me gustaba pensar que alguien en algún lugar había soñado conmigo, me echaba de menos y me esperaba, pero nunca lo supe ni ya más nunca lo sabré.

+ Ahora mismo sólo me importa saber que alguien me abrió las puertas de su casa y me cobijó bajo su manto, que el buen pastor me amó y me rescató de las fauces amenazadoras de lobos feroces, que me libró de la noche oscura de la muerte muriendo conmigo, por mí y por todas las ovejas perdidas de Israel.

Pastor de verdad
pastor de mi vida,
ven hasta mí perdida
llévame hasta ti rendida.

Estas historias mías explican la amargura que habitaba en mi corazón huidizo, inquieto y temeroso. Porque en verdad hasta que conocí a Jesús mis días y mis noches los vivía sin vivir, sintiendo mi carne, mi alma y mi ser entero dolorido, penetrado de disgusto y envuelto en oscuridad.

La historia de mi pasado y mi situación respecto al sol, por el hecho de ser mujer, sirvió a otros muchos para dejarme fuera entre sombras de muerte en el silencio de la exclusión.

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María Magdalena, José de Ribera, 1641, Madrid. Presenta la mujer en actitud orante en una cueva, elegante cortesana y joven penitente, con su frasco de perfumes.

Verónica, Marko Rupnik, Via crucis.

Mª Magdalena -8 / Esperando su regreso

«Él es la luz verdadera que ilumina a todo hombre». La aventura interior de la fe será descrita por María Magdalena como una victoria de la luz, un doloroso nacer de nuevo y un pasar de la muerte a la vida; la conversión personal como una aventura tan impredecible como la vida misma. Ella pudo finalmente confesar su fe total en Jesús de Nazaret, además de su loco amor por él. Mujer muy anciana, viendo ya acercarse el final, traerá a la memoria palabras y sentimientos que iluminen el último tramo de su vida.

“MARIA MAGDALENA”

8.- ESPERANDO SU REGRESO

+ Tras la muerte en cruz del maestro, el sendero hacia la iluminación fue para mí largo y doloroso. Al fin creí en él con todo mi ser y le confesé como mi cristo y mi señor, como el viviente y la fuente de vida para siempre.

En efecto, los inviernos en los que la luz y las sombras se alternaron en mi alma, fueron largos y angustiosos. Ahora sé bien que Jesús nazareno es mi señor y mi libertad verdadera, mi esposo, mi único amor, mi vida y mi todo. De verdad lo siento y lo vivo así.

Es como quien tiene la certeza misteriosa de una nueva vida que lo habita y palpita en su interior. El mismo Jesús utilizó la imagen de la vida en el vientre de la madre para hablar de su proyecto de reino de Dios: una vida nueva en nuestro interior, que crece y va madurando. Será necesario esperar pacientemente su misterioso curso natural en cada uno.

– Miren, cuando una mujer dio a luz a su niño, no se acuerda ya más de la angustia, es tanta la alegría por la nueva criatura.
– He venido para que todos vivan, que no perezca ninguno que crea en mí.

+ Yo sé que Jesús nuestro señor volverá para ultimar mi historia personal. Culminará así un costoso trabajo compartido de amor y de sufrimiento. Al final quedará el amor, sólo el amor.

Nuestra vida no es como una historia interminable que da vueltas sin fin o se desvanece sin futuro en la nada y el vacío. El punto final, la muerte, será el principio de lo nuevo, el triunfo de la misericordia y el amor. Así ocurrió en el propio Jesús, pionero de la nueva criatura nacida tras tanto dolor y sangre en la cruz.

+ Ahora yo solo espero su regreso, su último llamado. Creo saber que, al verme penando por su ausencia, también esta vez se dirigirá a mí y pronunciará con determinación mi propio nombre:

– ¡María!
– Maestro, busco tu rostro.
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Mi respuesta quisiera ser tan decidida como la del apóstol Tomás. De él cuentan que reconoció vivo a su Cristo amigo, cayó a sus pies rendido, y apesadumbrado entre sollozos le dijo:

– ¡Mi señor y mi dios! Yo creo en ti, mi rey y señor.
– Tomás, has visto y has creído, dichoso tú.

Siempre contigo
ante tus pies heridos
ante ti contigo
mi señor y mi todo
mi amigo,
te adoro y te amo
todo tuyo
todo en tus manos heridas
siempre contigo siempre.

Con el paso de los años mi espíritu está en calma. La paz ha regresado a mi alma que vigila día y noche y ahuyenta todo temor. La luz se hizo paso entre las sombras. He llegado a esta íntima convicción, creo y espero firmemente que la muerte ya no es derrota sino victoria.

* Imagen: «Llanto por la muerte de Cristo con santos», Sandro Botticelli (+1510), fragmento. Vemos a la Magdalena (?) abrazando con gran cuidado y cariño el rostro de Cristo muerto, el cuerpo recién desclavado y bajado de la cruz por los discípulos.

Conversaciones en el Templo, Nicodemo

– Nicodemo dio su nombre a este blog, referido al personaje del 4º evangelio con quien Jesús de Nazaret conversó en la noche y fue su discípulo de última hora. Coincidirá luego con la Magdalena al pie de la cruz, con María la madre del Señor y con el discípulo amado.

Aquí Nicodemo quiso hacernos llegar alguna conversación con el Maestro galileo. El fariseo tenía en verdad muchas preguntas: ¿Quién eres tú? ¿De dónde vienes? ¿Quién es tu padre? ¿Qué planes tienes? ¿Qué esperas de nosotros? ¿Qué debemos hacer?

Nicodemo conoció a JESÚS en el gran Templo entre mucho alboroto. El maestro de Nazaret protestó en la nave donde el pueblo hacía sus rezos. No era posible ya hacerlo con el griterío de los vendedores y sus mercancías, negociando con la religión y los sacrificios.

JESÚS no lo soportó. El templo fue para buscar y hallar al Dios vivo, y ahora es mercado y banco de negocios. Si no hay silencio y paz, cómo conversar con el Dios escondido. Mejor salir afuera para encontrarlo.

El Maestro se lamentó con energía, muy crítico con los dirigentes. Una comisión de fariseos vino a interrogarlo, entre ellos Nicodemo que escuchó y asintió atemorizado las quejas del nazareno: ¡Raza de víboras, hipócritas, han convertido la casa de mi Padre en un mercado!

JESÚS salió del Templo a toda prisa hacia un descampado donde aguardaron discípulos y multitudes abandonadas por sus pastores desde hace mucho.
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El fariseo guardó la impresión que JESÚS le causó en el Templo, lo buscó en otra ocasión al terminar el día para conversar con más calma sobre Dios, el templo y los preceptos.

– Maestro JESÚS, mis mejores deseos para ti, que Dios te guarde y te bendiga. Quiero conocerte, saber quién eres y de dónde vienes. Aseguran que no eres Galileo, que naciste en Judea. Dicen que tu verdadero padre no es conocido, otros que vienes de muy lejos.

– Maestro JESÚS, cuentan que hablas de nuestro Dios como padre tuyo y padre de todos. Dime si tú lo conoces bien y si nos lo darás a conocer. Tus discípulos cuentan que te vieron hablar con Él con gran familiaridad, como nadie nunca antes. Crees que nosotros debiéramos hablarle así a nuestro Dios.

+ Amigo Nicodemo, acércate a Dios Padre, no temas. Él está cerca de ti y te habla al corazón, te dice: ‘Escucha Nicodemo, JESÚS es mi hijo querido, él te mostrará el camino, préstale atención’. Deberás cambiar tus ideas y tu corazón, como nacer de nuevo.

– Maestro JESÚS, alguno de nuestros sabios y profetas hablaron del Dios de nuestros padres como de un padre bueno que nos dio la vida, el mundo y cuanto existe, que cuida de nosotros. ¿Tú crees que nuestro Dios nos quiere como un padre y una madre quieren a su hijo pequeño más querido? En verdad muchos de nosotros ya no creemos en esa antigua tradición.

+ Amigo Nicodemo, cierto hemos roto nuestro pacto de fidelidad, pacto de justicia y misericordia. El dios de la alianza está descontento. Dios es padre mío y es padre nuestro. No debes temer, él te lleva en sus brazos y cuida de ti, él te hablará al corazón. El te acompaña en la vida y te recibirá en su casa en la hora de la muerte.

– Maestro JESÚS, tú eres un maestro en el que tengo fe. Sé que no buscas tu gloria ni tu propio interés, tu mirada está limpia y en tu corazón sólo adivino amor. En verdad nos alejamos del Dios verdadero, nos hemos hecho un dios de barro a nuestra conveniencia. Cambiaré mi manera de pensar y aprenderé de ti. Ahora debo irme, hasta otro día.
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* Retrato de Cristo, Rembrandt (+1669).

Podrán ver aquí recopilados ORAR con NICODEMO, pdf.

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Claribel Alegría, María Magdalena

magdalena_penitente_george_tour

Será oportuno traer a Nicodemoblog este bello poema de Claribel Alegría que lleva por título «María Magdalena», en su libro “Soltando amarras” (2005), de la poeta nicaragüense.

– Descubriremos en los versos rasgos propios de su obra: el intimismo, la soledad, la complejidad de la vida. Poema ágil y sentido, descripción delicada de los sentimientos de María Magdalena por Jesús de Nazaret.

Te amé, Jesús
te amé
y tú también me amaste
entre todos los rostros
me buscabas
y me querías cerca.
Me sedujo tu voz
la serena pasión
de tu palabra.
Sentí temblar tu carne
sentí temblar al hombre
cuando ungí tu cuerpo
con perfumes
y enjugué tus pies
con mis cabellos.
Pude haberte hechizado
y no lo hice
me frenó tu mirada
tu renuncia
entre todos los hombres
fuiste el hombre
y no quiero curarme
de este amor.

* Imagen: «La Madeleine», 1644, Georges de La Tour.

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Les recordaré otros versos de Claribel, su reacción ante la muerte de seres queridos. La poesía vino en su ayuda.

– «Me di cuenta de que uno tiene que quererse primero para luego sufrir con los otros».

Porque aprendí a quererme
puedo sangrar
con tus heridas.

(Querencias, A Juan Gelman)

N .- La poeta nicaragüense Claribel Alegría, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2017, falleció en la mañana del 25 de enero del 2018 en Managua a los 93 años de edad. En sus versos el influjo de la poesía desnuda de Juan Ramón Jiménez, y el compromiso de Benedetti. Dijo de ella Diego Doncel: «Su poesía es como un susurro, como una confidencia, como un secreto importante contado al oído; tiene por ello un tono sencillo, esencial». Descanse en paz.
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-Podrán leer en el blog los relatos, «Ma. Magdalena. Índice» .

Mª Magdalena -7 / Mi fe inmadura

Conocemos las historias escritas o contadas, en códigos antiguos y en libros modernos, sobre los amores ocultos e inconfesables entre Jesús el gran maestro de Nazaret y María la Magdalena. Me temo que no sean más que fábulas, historias bien contadas, incluso supuestamente bien documentadas.

En esta SEGUNDA PARTE, María prosigue el relato prometido de sus recuerdos, situada ahora en el entorno de Mateo el publicano su principal protector. Nos contará sus primeros pasos de acercamiento a Jesús de Nazaret. Resulta fácil descubrir que los dos se necesitan. En momentos de crisis tanto Magdalena como Jesús buscaron el uno en el otro la acogida, el afecto y la comprensión que muchos otros les negaron.

«MARIA MAGDALENA»

7 . MI FE INMADURA

A mis jóvenes amigos yo les hablaba de Jesús Galileo, lo que sabía de él por mí misma, lo que me había contado alguno de los primeros discípulos, como Juan el apóstol o más tarde Leví Mateo y sus discípulos, cuando coincidimos en nuestro obligado éxodo.

Porque en las semanas posteriores a la puesta en cruz y la marcha definitiva del maestro, muchos seguidores del Galileo tuvimos que escapar y salir del país. Yo me uní al grupo de discípulos de Leví huyendo hacia las montañas del norte camino de Siria. Nos desperdigamos como pudimos en las aldeas de agricultores y de extranjeros a pocos días de camino de Antioquia la Grande. Aquella región fue nuestro refugio ante el continuo acoso de nuestros perseguidores, ahí donde desde entonces tengo la casa y mis cosas.

Magdapenitente_Guido Reni,1575-1642En mi huida desesperada mis mejores maestros y compañeros fueron los discípulos de Leví Mateo el publicano. Ellos fueron instruidos por el propio Leví y por algunos escribas convertidos que creyeron a última hora en Jesús nazareno. Estos discípulos fueron muy amables y respetuosos conmigo, con ellos me familiaricé y ayudaron para no desesperar en la larga y oscura noche de la ausencia mientras duraba mi fe inmadura. Les deberé mucho.

En verdad yo misma hablé pocas veces, no muchas palabras, con el gran maestro Jesús. Lo escuché con atención y admiré, pero sin acertar del todo con la hondura de su mensaje ni vislumbrar de lejos el gran misterio escondido de su persona.

Lo seguí algún tiempo después junto al gran lago por los caminos de Galilea, buscando en el buen maestro la paz y el perdón a todos prometida. El ambiente que lo rodeaba me complacía y el tono de sus palabras me tranquilizaba. No quise dejarlo ya ni escuchar otras promesas.

Buscando la luz y la vida mía
te encontré mi amor y mi vida,
palabra de paz y presencia
peregrino de amor sin respiro.
Pienso y descanso contigo
sueña y descansa conmigo,
ya no señor sino amigo.

En aquel entonces yo me sentí perdida, extraña ante Dios y la religión, mas ante la persona de Jesús atraída por su persona y su bondad, por las propuestas que a todos hacía. Sentí vergüenza de mí misma y gran confusión al verme en ocasiones despreciada y excluida, también por parte de alguno de los discípulos.

Yo notaba en cambio sobre mí la limpia mirada de Jesús nazareno que no me rechazaba, el calor de su cercanía, agradecida sin fin por su interés y su acogida, sus palabras amables y su escucha.

– María, ven a mí si estás abatida. No temas, descansa.
– Maestro, te seguiré vayas donde vayas.
– No tengo donde reclinar mi cabeza.
– Estaré junto a ti, perfumaré tus cabellos y besaré los pies del mensajero que trajo la paz.
– Ven conmigo, si me sigues no andarás entre sombras, tendrás la luz de la vida.

Como en tantas otras ocasiones, él continuó su camino al amanecer del día siguiente, buscando sin pausa otras ovejas perdidas de Israel, como él decía. Yo deseé con toda mi alma respetar su trabajo, sus promesas y renuncias. La misión a él encomendada fue su principal alimento, toda su vida y su gran pasión.

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* Imagen: Magdalena penitente, Guido Reni (1575-1642), mujer joven y atractiva, discípulo fiel y enamorado, que mira suplicante al Cristo de la cruz.

Mª Magdalena -6 / Él vive y reina

Con este sexto relato termina en nuestro blog la primera parte de las conversaciones y reflexiones de Magdalena con unos jóvenes discípulos que quisieron saber. María, explicando sus propias dificultades para creer, se muestra muy crítica con los que no creyeron. Lo que está en cuestión será la “resurrección” del crucificado Jesús de Nazaret, la realidad del sepulcro vacío y el encuentro de los discípulos con el maestro que vive de nuevo.

A pesar de las descalificaciones que su testimonio soportó por el hecho de ser mujer, no cabe duda de que María Magdalena fue testigo indiscutible y desinteresado de una y otra realidad, del nazareno muerto en cruz y del nazareno que vive, come y conversa. Fue el contenido fundamental del testimonio de los discípulos.

«MARIA MAGDALENA»

6.- ÉL VIVE Y REINA

Debo confesarles que, al recordar la larga espera de mi propia iluminación, mi cerrazón para entender la nueva realidad y cuánto costó abrir mis ojos ciegos y los de otros discípulos, reconociendo qué duras fueron mis entrañas hasta adorarle vivo, no entiendo cómo algunos sabios de Israel y también fieles creyentes que luego abandonaron, cómo pudieron pensar que todo fue una leyenda imaginada por una alocada mujer y unos discípulos atemorizados.

No fue posible que tanta luz y tanta vida comunicada, con tanto sufrimiento, que pudiera brotar de unas mentes iluminadas y desconcertadas, tan impotentes para imaginar y soñar, solo capaces de penar y desesperar.

Algunos malintencionados y obcecados debieron querer justificar así su propia negativa a creer, culpándonos de dar cuerpo a una maravilla inimaginable para nosotros mismos, hombres y mujeres simples como los demás, mortales y frágiles como todos.

frangelico_tangere-3Esta fue la maravilla, que Jesús muerto no quedó en el sepulcro nuevo del huerto de fuera para siempre, sino que comenzó muy pronto a vivir con cada uno de nosotros una vida que ya no muere, que él era todo vida, solo vida.

– Yo soy la resurrección, yo soy la vida, crean en mí.
– No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida.

# Yo lo creo ahora firmemente y en verdad es así. Porque no se engañen, no fueron tanto los días de su vida tan breve entre nosotros ni las enseñanzas del Nazareno lo que en definitiva importaba, sino su vida nueva, la vida que nos prometió a todos y que él adquirió tras su muerte en la cruz. Ante el acontecimiento de su puesta en el sepulcro y posterior desaparición, unos discípulos continuaron y otros marcharon regresando decepcionados a sus aldeas y ocupaciones habituales.

Después de tan horrible suplicio y muerte, si nuestro cristo no hubiera resucitado, entenderán que la nueva fe de los discípulos quedaba vacía de sentido y sin futuro. ¿Quién va a declararse seguidor y apostar fuerte por un gran maestro de Israel que ha sido públicamente declarado infiel y blasfemo, maltratado y crucificado por malhechor y traidor?

# Esos mismos sentimientos y reflexiones ocurrieron cuando yo conversaba con los jóvenes que me visitaron e hicieron tantas preguntas. Cuando me oyeron hablar de él como de alguien que vive, ¿no confundieron al resucitado con un fantasma o un sueño que aparece y desaparece, que vive al margen de nuestra vida real?

No fue así. Jesús vivo convivió y convive aún hoy como uno más, su presencia reconocida iluminó y transformó todo sin violentar nada, la certeza de su cercanía da sentido y trascendencia a una pequeña conversación o una comida fraterna, confundido entremezclado con lo de cada día. En esos instantes ya nadie preguntó, todos sabían, cada uno en su momento, que era él, que es nuestro señor.

El espacio y el tiempo se dilataban y a la vez se recogían para acoger la maravilla y facilitar su percepción en los que esperan y creen ¿cómo explicarlo sin romper el encanto de la nueva realidad? Aun con incertidumbres, debía cada uno hacer la experiencia y escuchar nuevamente su palabra:

– Soy yo, no teman, tengan paz.

# Mis jóvenes amigos se demoraron en ocasiones en pequeños detalles sin importancia, historias del pasado que yo misma les había contado. Entonces yo detuve mi relato, les miré a los ojos y les hablé con fuerza, como queriendo sobresaltarles y despertarles de sus sueños.

– Eso ya pasó ¿saben?
– Él vive y reina, volverá.
– Tengan la seguridad, créanme, yo lo vi y pude oír y tocar.
– ¡El es nuestro señor!

Ellos protestaron a mis palabras, y me urgían a continuar con mis historias y comentarios, yo respondí cada rato como supe a sus ansias de conocer lo sucedido. Cada uno quería llegar por sí mismo a mi fe de ahora, la que todo ilumina, la que yo tanto tardé en sentir, cuando finalmente se me abrieron los ojos del alma no pudiendo ya contemplarle de carne y hueso como antes.

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* Imagen: ‘Noli me tangere’: Jesús aparece a la Magdalena, 1441, Fra Angélico, Florencia. En un paradisíaco jardín junto al sepulcro vacío, vemos a la Magdalena conversando con el jardinero. Ella busca el cadáver desaparecido, el jardinero es para el pintor y el espectador el mismo Jesús resucitado. El estilo hace ver la ingenuidad de los personajes y sus pretensiones. María al reconocerle quiere comprobar lo ocurrido con sus propias manos; Jesús hace ademán de alejarse, pero encarga a la mujer que comunique cuanto ha visto. Según el evangelio del discípulo amado, la Magdalena será la primera que vio el sepulcro vacío y al Nazareno vivo y hablándole.

Teresa de Calcuta, ¿dónde está mi fe?

Pocas semanas atrás leí en algún medio de comunicación esta cuestión que me sorprendió, ¿Creía en Dios Teresa de Calcuta? Conocemos la veneración que por esta mujer sentía gente tan diversa de todos los credos y colores, sobre todo los más pobres y abandonados de la tierra.

Teresa de Calcuta (+1997), Premio Nobel de la Paz 1979, fue beatificada por Juan Pablo II en 2003. Sus seguidores trabajan en los cinco continentes con la gente más pobre del planeta.

# La Madre Teresa escribió varias cartas a sus confesores, publicadas ahora. Reveló que mantenía una difícil relación con Dios, solo la oscuridad y el silencio, entre dudas y sombras, una crisis que duró cerca de 50 años:

«¿Dónde está mi fe? Solo soledad y oscuridad, ¿para qué tanto trabajo?
-El silencio y el vacío tan grandes, miro y no veo, escucho y no oigo. Un terrible silencio dentro de mí.
-Señor, mi Dios, ¿por qué me abandonas? Yo llamo pero nadie responde, nadie a quien agarrarme, sola.
-¿Dónde está mi fe? En lo más profundo nada, solo vacío y oscuridad. Dios mío, qué desgarrador este dolor, no tengo fe.
-Contradicciones en mi alma, un anhelo de Dios tan profundo, un sufrimiento y un sentimiento de no ser querida por Dios, rechazada, sin fe, sin amor.»

# Si la FE se ensombrece mas queda el amor, estará a salvo lo primordial. En la Madre Teresa quedará para siempre su entrega por amor a los más necesitados.

Vivir esa entrega de verdad en la oscuridad engrandece a esta pequeña religiosa de origen albanés. Recorriendo los barrios más pobres de India, Calcuta (Bengala Occ.), cargaba los moribundos de cualquier credo tirados por las calles, y los llevaba a su casa a morir dignamente.

# Vinieron al recuerdo imágenes de «La Ciudad de la Alegría», la película y libro de Dominique Lapierre, amigo y colaborador de Madre Teresa, cautivado por su persona y la misión, en memoria aquí también con cariño para mamá Luce Lapierre.

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-Libro citado: «Madre Teresa. Ven, sé mi luz», B. Kolodiejchuk, 2008.
-Imagen: Madre Teresa de Calcuta, Icono de N. Markell.

Vean sobre el tema de la fe en pdf nuestro eBook «Creer».

# La madre Teresa de Calcuta fue solemnemente canonizada en Roma por el Papa Francisco el domingo 4 de septiembre de 2016.

(Cf. post «Teresa de Calcuta, santa»).