¿Quién fue Nicodemo?

Nicodemo fue un personaje del 4º Evangelio, según cuenta el apóstol Juan el discípulo amado. Dicen los textos que Nicodemo el fariseo pasó alguna noche en Jerusalén conversando con Jesús de Nazaret, tenía muchas preguntas que hacerle.

Fue de noche por miedo a ser visto, pues el fariseo no quiso ser espiado ni interrumpido. Buscando la luz, se cuenta que pidió a María Magdalena que le presentara a Jesús.

Recordaré el texto del encuentro entre Nicodemo y Jesús, con la opinión inmejorable que el fariseo tuvo del maestro de Galilea:

– Entre los fariseos uno llamado Nicodemo fue una noche a ver a Jesús: Maestro, Dios te ha enviado para enseñarnos, nadie hará los milagros que tú haces si Dios no está con él.

Y en el apócrifo ‘Evangelio de Nicodemo’, donde salió en defensa de Jesús:

– Nicodemo se acercó al gobernador: ¿Qué queja o agravio tienen contra este hombre? Déjenlo, no le causen mal alguno, no merece la muerte.

En la imagen verán la ‘Pietà del Duomo’ de Miguel Ángel Buonarroti. Nicodemo, un autorretrato del artista, llevando en brazos al Cristo muerto, el descendimiento de la cruz.

– Llegó Nicodemo con cien libras de mirra y de áloe. Se llevaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con aromas, como acostumbran a sepultar.

Escritos con otro fin, unos versos de Miguel Ángel acompañarán aquí su escultura de la ‘Pietà’:

«Si en el rostro por los ojos el corazón se ve,
otro signo no habrá más evidente de mi fuego;
así es que baste ello, mi señor querido, para pedir merced;
así yo tenga, y no por mi mérito,
al deseado y dulce señor mío
siempre entre mis brazos, prontos e indignos»

Nicodemo formó parte del grupo de sacerdotes y fariseos dirigentes, aunque en desacuerdo con ellos, crítico con todo lo del Templo, inciensos y mercados. Solo Jesús lo convenció, su modo de hablar y de vivir.

Observando muchas personas hambrientas y enfermas, le hablaron de Jesús compasivo, que curaba y bendecía.

El Maestro comentó que para comprender deberá ‘Nacer de nuevo’. Nicodemo dijo sí, dio la cara, ayudó a bajar de la cruz y a sepultar el cadáver del Nazareno, manifestó ser su discípulo. Quedará excluido del Templo.

Este fue el ‘Padre nuestro’ de Nicodemo:

. . PADRE NUESTRO, padre de todos, padre del cielo, tú quieres sólo nuestro bien; cúmplase tu voluntad, tus mejores deseos, tu reino; que todos te conozcan, te quieran y bendigan.
. . Que de la casa no me aleje ni me pierda; sálvame señor, no dejes que de tu bondad dude ni desconfíe, que no caiga en la red del tentador.
. . Da a todos cada día su alimento, que perdonemos siempre como tú nos perdonas; de la noche del mal líbranos y de la muerte en sombras, danos de tu vida cada día y de tu aliento. Amén.

* Imagen: ‘Cristo Todopoderoso’, A. Rublev, icono ruso, s. xv.

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-En un Comentario verán el poema del cubano Cintio Vitier, ‘Palabras de Nicodemo’.
-Aquí la entrada con el diálogo entre Nicodemo y Jesús, «Conversaciones en el templo»

Podrán ver recopilados «Orar con Nicodemo», pdf.

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Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.

Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.

Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino.

–Antonio Alcalde
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Mª Magdalena -15 / Una mañana de sol en Galilea

María Magdalena nos llevará al encuentro de Jesús crucificado, ahora ya resucitado, a quien podremos ver, oír e incluso tocar en estos siguientes relatos. Muchos discípulos están presentes, todos aparentemente ven lo mismo, pero no todos creen ver lo mismo ni creen de la misma manera.

La trascendencia del momento está envuelta en la sencillez del diálogo y la amistad. Unos más confiados acompañan y consuelan a los que desconfían, se sienten solos y con temor, «Él era la verdadera luz que ilumina a todo hombre». Parece inverosímil, el amigo común ha muerto y sin embargo mucha gente continúa buscándolo y viviendo de él.

«MARIA MAGDALENA»

15 . UNA MAÑANA DE SOL EN GALILEA

= Quiero recordar bien aquel fresco amanecer en la mañana de un día cualquiera de la semana cuando los discípulos fueron llegando al descampado en el alto donde nos habíamos dado cita. Entre los árboles y las colinas a lo lejos pude ya adivinar el punto donde iba a nacer el sol que pronto nos deslumbraría; esas primeras luces del día que continúan evocando aun hoy la certeza de una presencia.

Muchos deseábamos ver de nuevo al gran maestro, el mismo de siempre pero diferente. En nuestros rostros aún podía adivinarse lo diverso que cada uno sentía, ilusión y confianza, dolor y temor. Unos jóvenes discípulos contaron su discusión por el camino ‘sólo era un profeta al que han hecho callar’. Yo los ví ya en silencio a la espera de lo que hoy pudiera ocurrir.

El gran maestro llegó de camino conversando con Juan el discípulo y con la hermana de su madre. Tras de ellos venía Tomás el Mellizo con otros discípulos y algunas mujeres.

Muchos no supieron que Jesús estaba allí esta mañana entre nosotros como uno más y no lo reconocieron. ‘Todo ha terminado’, dijeron con tristeza, que quedaba poco por decir y cómo estaban corriendo peligro en aquel descampado a la vista de todos.

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Algunos comentaron la noticia de extraños sucesos en torno al sepulcro y al cuerpo del Galileo, ‘nosotros vamos a creer la palabra de los primeros testigos del sepulcro sellado’.

Preguntaron por qué les habíamos llamado y por qué queríamos seguir juntos. Un grupo de discípulos regresó a sus aldeas, ellos dijeron tener muchas dudas y no creían lo dicho por unas mujeres ni tampoco el testimonio de algunos discípulos que parecían enloquecidos. Otros quedaron allá con nosotros y esperaron.

= Recordé entonces con cierto desagrado que nadie creyó días antes a la Magdalena en aquel día primero de la semana, mi propio testimonio sobre Jesús a quien yo había encontrado junto a la puerta del sepulcro. No supe explicar bien de qué estaba hablando, dejando al descubierto mis propias dudas.

Yo conté cuanto había visto y oído, pero sin creer del todo, no supe dar respuesta a las preguntas de los discípulos. Entre aterrada y admirada, cómo contar lo ocurrido en aquel amanecer tan singular de la mañana primera. Yo repetía una y otra vez el mensaje:

-Yo pude verlo y tocar, lo encontré en el huerto y me habló, el maestro dice que nos espera en Galilea.

Aquella mañana primera, tan cercano aún el duro suplicio de la cruz, los discípulos vivían enteramente destrozados y con temores. Ellos me oyeron insistente mas poco convincente, perdida en una extraña alegría, fuera de mí. Juan el amado discípulo lo explicó así días más tarde, queriendo disculparme y reconfortarme.

El joven discípulo sí creyó en mis palabras, dio fe a mi anuncio y tomó ligero el camino del sepulcro. No dudó porque sabía. Esperaba encontrar pronto vivo al gran maestro, aun habiendo visto tan cerca como nadie su cuerpo sin vida en la cruz y después en el sepulcro.

He subido contigo a la montaña
he creído soñar
he visto, he oído,
al despertar desciendo
te veo, te siento
eres tú, Señor, tú eres,
mi alma cree,
a veces cree que te sueña.

= En esta ocasión, en la soleada y fresca mañana de Galilea, pasadas ya siete semanas, yo me encontré en calma viendo a Jesús de nuevo con nosotros, compartiendo su pan y su paz nuestra mesa. Ningún reproche, ninguna queja, sólo consolando. Vemos a nuestro Señor pendiente de cada persona, ocupado en curar heridas y pacificar los ánimos, diluyendo nuestras dudas y temores. Este fue el último día que algunos pudimos contemplar a Jesús entre sus discípulos.

Recuerdo que fue fácil adivinar las huellas de los clavos de la cruz en sus manos, cuando partió el pan y después repartió entre todos. Aquel pan que tanto significó para nosotros porque venía del mismo Jesús como en otras ocasiones y que al llenarnos de él nos saciaba por entero. Ese pan santo y bendito que aun ahora nos reconforta y recuerda que son señales de amor las huellas de la cruz que en él permanecían.

-Miren bien en mi cuerpo y toquen.
-Aquí están las señales del suplicio y de la cruz.
-Tengan fe, soy yo.

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* Imagen: Juan y Pedro en la mañana de la resurrección, Eugène Burnand (+1921). Los discípulos muestran el interés por contrastar la buena noticia que les comunicó una mujer llamada María Magdalena. «El primer día de la semana por la mañana temprano, fue María Magdalena al sepulcro y vio la losa quitada. Fue entonces corriendo a ver a Simón Pedro y también al otro discípulo, el predilecto de Jesús, y les dijo: Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto. Salió entonces Pedro y también el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo se adelantó» (San Juan c. 20).

  • Tú le encendiste en el corazón el fuego de un inmenso amor a Cristo,
    que le había devuelto la libertad del espíritu, y le infundiste el valor de seguirlo fielmente hasta el Calvario.
  • Incluso tras la muerte de cruz buscó a su maestro con tanta pasión que mereció encontrar al Señor resucitado y ser la primera que anunciara a los apóstoles la alegría de la pascua.

Mª Magdalena -14 / Un amor nuevo

La TERCERA y última serie de relatos nos cuenta recuerdos de la Magdalena en diferentes momentos finales de la vida de Jesús de Nazaret, cerca del crucificado y hasta que marchó al cielo. Historias apócrifas y piadosas como tantas otras. En esta ocasión la mujer nos ofrece su propia versión de lo sucedido, suplicando consideremos con benevolencia sus sentimientos. Ella quiere aportar su parte de luz.

María Magdalena denuncia la incomprensión y burla que vivieron tanto el Galileo como ella misma, y nos recuerda cuánto le costó creer de verdad en Jesucristo por su gran desespero tras la crucifixión. Muchos sólo pudieron sobrevivir a la larga crisis gracias al amparo que unos a otros se dispensaron.

«MARIA MAGDALENA»

14.- UN AMOR NUEVO

+ Pocas semanas antes del final de su vida me acerqué más al maestro Jesús en Jericó y en Betania, muy próximos a Jerusalén. Esos últimos días yo caminé muy pegada a él hablándole de otro modo, también sintiendo su presencia y su palabra con otro ánimo y otros deseos.

Brotó en mí un afán desmedido por abrirle de par en par las puertas y ventanas de mi alma. Quise mostrarle mi amor y mi entrega total a él, que su misericordia me cambió por entero. Que mi vida le pertenecía porque a él se la debía. Quise darle a entender que su presencia y su mirada amiga me rehabilitaron, lo mismo que a muchos que lo seguían y buscaron su ayuda y comprensión.

Más tarde comprendí que mis gestos excesivos con el gran maestro y mi interés desmesurado por él fueron incomprendidos y criticados por muchos, dando lugar a habladurías y leyendas fáciles de contar.

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+ Desgraciados por el pesado yugo de la ley, hipócritas de mente maliciosa al imaginar el pecado ajeno, cargados como estaban de prejuicios morales y religiosos, prefirieron ignorar la sabiduría del amor verdadero, sólo interesados en juzgar y condenar al que era o sentía diferente. Murmuraban así llenos de su propio saber:

– ‘Si éste fuera el Cristo de Dios o profeta de verdad sabría qué clase de mujer lo está tocando’.

No acertaron a comprender, porque es oculto, el sufrimiento de un corazón roto, poco a poco recompuesto gracias al amor nuevo, generoso y limpio, como el que Jesús de Nazaret a todos nos comunicaba.

He de confesarles que fue después de los sucesos de Jerusalén cuando en verdad me interesé por el gran maestro crucificado y arrebatado de mi lado. Aquellos días y semanas interminables conversé con mucha gente que lo conoció y apreció mucho. Yo pregunté a unos y otros, protesté cuanto pude por lo sucedido, quise pedir explicaciones, pobre de mí, loca por su muerte tan cruel.

Es verdad que no aguardé de inmediato fruto ninguno de aquel grano de trigo tan rico y fecundo echado por tierra y enterrado. Sólo estuve interesada en verlo de nuevo. Notaba que ese hombre Jesús dejó en mí una huella mayor de lo que yo podía confesar, y que esa huella, convertida ya en abierta herida, dolía y sangraba sin cesar: ‘Mi señor, quiero amarte siempre, no dejarte nunca’.

+ El trato más familiar con María de Nazaret, la madre de Jesús, me ayudó en gran manera durante aquellos días de tanta oscuridad y pena. Ella estuvo siempre acompañada por el apóstol Juan tan querido de nuestro señor, por su hermana menor y otros parientes juntados a ella en esos días.

En la mirada tan serena y en la cálida voz de la madre era fácil adivinar su fe y su gran corazón. Todos confesaron su sospecha: que María conocía de primera mano el sentido y trascendencia de cuanto estábamos viviendo, que entre madre e hijo existió una íntima complicidad de la que muchos hablaban pero que nadie explicó.

Yo puedo asegurarles que los discípulos sentían por la madre de Jesús una gran veneración, aun habiéndola tratado en pocas ocasiones. Después de la muerte y de la marcha del señor a los cielos, algunas personas no quisieron ya separarse de ella, como si también ellos escucharan en el monte de la cruz aquellas misteriosas palabras: «Juan, ahí tienes a tu madre».

Con todos ellos conviví y conversé cuantos días y noches permanecimos ocultos por temor y duelo en la casa que Juan el más joven de los discípulos tomó prestada en las afueras de la Ciudad. Este discípulo era muy respetado por los jefes de Jerusalen y por alguno de los que juzgaron a Jesús Galileo, probablemente por su amistad con Nicodemo, maestro fariseo más tarde discípulo.

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Cristo en casa de Simón, Peter P. Rubens. Se percibe un ambiente recargado y tenso, los rostros afeados de jueces y espectadores, mas la belleza angelical en los sirvientes, en el rostro de Jesús y en la mujer, que muestra todo su amor y agradecimiento.

– Via crucis iv, mosaico, La madre, Marko Rupnik.

Llama de amor, san Juan de la Cruz

San Juan de la Cruz (+1591), místico castellano y poeta difícil para los no iniciados, él mismo explicó en su obra en prosa su propia poesía.

Compañero de fatigas y trabajos con Santa Teresa para la reforma de conventos, murió la noche del 13 de diciembre juzgado por la Iglesia, abandonado por los frailes carmelitas. Su fiesta el 14 de diciembre.

El «Cántico Espiritual», basado en el Cantar de los Cantares, «La Noche oscura» y «La Llama de amor viva», sus obras líricas fundamentales.

La tríada muestra el proceso de acercamiento del alma a Dios, hasta el gozo de la unión personal. El orden de los tres poemas y sus tratados formará como una escala espiritual.

La «Llama de Amor viva» describe los deleites de la mutua intimidad e identificación, la unión mística del alma con Dios, el punto final. La experiencia creyente del amor divino como llama de fuego que enamora e ilumina, que hiere y también sana.

-Canciones del alma en la íntima comunión de amor de Dios-

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!
¡oh regalada llaga!
¡oh mano blanda!, ¡oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
matando muerte, en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras!
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
¡cuán delicadamente me enamoras!

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* Imagen: El Árbol de la Vida, Yoshiro Tachibana. Los amantes, unidos en la noche iluminada, junto al árbol de la vida, de la sabiduría y el amor.

El maestro japonés Yoshiro Tachibana falleció el 17 de Julio 2016 en Muxía (Coruña, España) donde residía. Descanse en paz.

Mª Magdalena -13 / En casa de Leví

María nos cuenta en este capítulo los planes y las alianzas entre Jesús y Mateo para proponer un nuevo camino a sus contemporáneos, un camino. La Magdalena sentirá por ambos un gran aprecio y veneración, si de un modo o de otro parece deberles la vida.

Jesús, Mateo, la Magdalena, contemporáneos de unos sucesos por los que ellos mismos y sus seguidores se verán acosados hasta la muerte y excluidos en toda la región y en las provincias, ‘Si me siguen deberán olvidarse de sí mismos y cargar con su cruz cada día’.

“MARIA MAGDALENA”

13.- EN CASA DE LEVÍ

+  Comencé a hablarles de Leví que aun siendo publicano fue honrado y hasta generoso en sus ofrendas al Templo. Gustaba de ayudar a los que se le acercaban y pasaban necesidad de pan o de protección. Acogía en su casa y sentaba a su mesa a gente de mala reputación, los excluidos de la sinagoga y del Templo.

Tenía su propio manera de ver las cosas y de vivir la vida. En verdad era muy respetado por todos, no parecía tener más que amigos. Conocerle fue para mí una gran fortuna.

Leví Mateo no fue un judío ortodoxo ni legalista, como tampoco Jesús Galileo. Por su oficio de publicano y por su reputación, Leví vivía una situación de excepción en la obediencia a normas y autoridades religiosas.

Mi amigo publicano y el maestro de Nazaret se entendían bien en su frecuente conversar, coincidieron en lo que convenía hacer para renovar lo que ellos mismos llamaban la ‘antigua alianza’. En más de una ocasión oí a Leví reflexiones como éstas:

– Sera necesario caminar en espíritu y en verdad, sin tanto ritual y palabrería. La gente reclama más misericordia y menos sacrificios.
– Nuestro Dios nos ha abandonado, todos sienten gran desespero y decepción. El Dios de nuestros padres los amaba, acompañaba y protegía siempre.
– El pueblo busca pan y libertad, sólo unos pocos tienen alimento en abundancia.
– El romano que ocupa nuestros pueblos tiene su propio interés, menosprecia nuestra tradición y empeora la situación sembrando violencia.
– Las plazas y los caminos se llenan día y noche de gente abandonada, enferma, sin techo, hambrienta, clamando al cielo sin descanso.
– ¿Qué podemos hacer?

+ Estando muy al comienzo de su predicación, el maestro de Galilea buscaba gente inquieta y generosa. Bastaría un gesto del gran maestro para que Mateo se embarcara en la aventura de seguirlo. Para Mateo se trataba al fin de realizar un sueño muy querido:

– Maestro Jesús, quiero seguirte, acompañarte en tu trabajo, vivir contigo y como tú para siempre.
– Ven conmigo, Mateo, déjalo todo ahora mismo y sígueme.

Los dos querían renovar la vida y purificar ese aire mortal que respiraban, mas ¿cómo hacerlo? ¿qué planes tenía Jesús? Los dos temían el rechazo de las autoridades religiosas y la exclusión. Podían ver ya a lo lejos aproximándose la sombra del fracaso, pero también sentían con fuerza que una luz nueva clareaba en sus corazones y lo iluminaba todo.

+ Magdalena, ¿cómo te encontraste tú entre estos grandes personajes de tu tiempo?

Yo preferí mirar en silencio sin perder detalle, escuchar y aprender, pero sobre todo amé. Me junté cuanto pude a cuantos me abrían sin otro interés las puertas de su vida y de su corazón, los que no me dejaron fuera a la intemperie. Yo misma más que nunca mendigo del buen amor, cansada de tantos rechazos y menosprecios.

Mientras habité en la casa de Leví me ocupé de las necesidades y tareas de una casa con tanto movimiento de gente, negocios e invitados. A veces el mismo Leví me pedía trabajar sobre sus pergaminos, cambiar en letras y números de Roma algunos escritos y documentos propios de su oficio. Los signos y dibujos que utilizan los romanos en sus documentos eran muy distintos a los nuestros, que yo había aprendido desde muy niña a dibujar.
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* Imagen: La vocación de Mateo, M.C. Reymerswaele (1530), expresa la sorpresa y la satisfacción del encuentro decisivo entre maestro y discípulo.

Mª Magdalena -12 / Nuevos seguidores

Prosigue María Magdalena en este relato con sus opiniones sobre algunas personas influyentes de su tiempo, San Pedro, San Pablo, San Juan Bautista, sus diferentes maneras de pensar y sobre el lugar de la mujer en los primeros grupos cristianos, según el modelo de la sinagoga, excluida de funciones y espacios reservados sólo a los discípulos varones.

«MARIA MAGDALENA»

12.- NUEVOS SEGUIDORES

— Lo ocurrido aquellos años, primeramente con Mateo el publicano que acabó discípulo tan incondicional, y poco después con Saulo el de Tarso al convertirse de perseguidor en predicador, fueron dos noticias que según mi recuerdo impactaron mucho en la sociedad de esos primeros tiempos.

Pero la noticia que más sobresaltó, extendiéndose rápida por los pueblos y regiones, fue la detención y ejecución en cruz del Nazareno, la desaparición de su cuerpo del sepulcro y lo que ocurrió después en Galilea, cuando mostrándose vivo ante muchos se alejó de nuestra vista, aunque ante muy pocos testigos.

Esto último es lo que más exasperó a las autoridades religiosas de Judea, el testimonio que dieron los primeros discípulos del Nazareno. Ellos dijeron que tras la muerte en cruz vieron su figura y oyeron su voz en el camino, en casa de Tomás, cerca del sepulcro y también junto al lago.

— El cambio tan brusco que dio Saulo de Tarso extrañó y dolió mucho en primer lugar a los que gobernaban la religión y el Templo, porque se sintieron grandemente burlados y humillados. El de Tarso era un joven rabino y fariseo muy distinguido, fanático de la ley rabínica y con mucha autoridad entre los altos dirigentes políticos y religiosos.

Todos recordarán que Saulo despreció a Jesús Galileo tratándole al principio de apóstata e impostor. Después acosó a sus discípulos hombres y mujeres cuanto pudo y le dejaron. Él fue el causante principal de nuestra ruina, huída y primer destierro. Se decía que era enemigo de cualquier diálogo, siempre opuesto a un acuerdo de paz con los discípulos mayores de nuestro señor.

Dios le ha perdonado, yo también. Respeto su memoria aunque él no respetó la nuestra. Muy violento e intransigente se creaba problemas por todas partes. Cuentan que explicaba muy bien, aunque sólo unos pocos le entendían, por qué el Nazareno tuvo que morir en la Cruz. Tras su conversión y larga estancia en el desierto, es verdad que Pablo amó y siguió finalmente con toda su alma al Galileo crucificado, hasta morir como él, por él y por su causa.

Muchos no entendieron el poco aprecio e interés que Saulo mostró en conocer el detalle de cuanto sucedió en Galilea y en Jerusalen. No valoró en su predicación el mensaje ni el testimonio de lo que Jesús hizo durante el tiempo de su misión entre nosotros, cuando recorrió cada uno de los pueblos de nuestra querida Palestina y de otras regiones y naciones cercanas.

Yo conocí a Saulo el fariseo antes de hacerse discípulo, pero no llegué a escucharle después del cambio. A pesar de sus muchos viajes y estancias en el contorno de Antioquia nunca manifestó a nadie el deseo de conocerme ni la intención de hablarme.

— Era sabido, se comentó aquellos años primeros, que ni Pablo ni el Bautista hicieron nada con su autoridad e influencia para comprender y aliviar la situación tan penosa e injusta que las mujeres habíamos de soportar. El buen maestro de Galilea se mostró en desacuerdo, y su modo de hacer era contrario a cualquier desprecio o exclusión.

La historia de los rechazos ha continuado entre los nuevos discípulos en algunos grupos y asambleas. He conocido mucha diversidad en la manera de vivir la vida, en las opiniones y ante las diferentes situaciones. Esto mismo ya ocurría entre Jesús de Nazaret y el Bautista, como en la distinta opinión de Leví o del apóstol Pedro sobre las mujeres que seguíamos a Jesús y lo que nos estaba permitido hacer o decir.

El grupo de Pedro siempre fue contrario a encomendar a mujeres convertidas la misión de evangelizar ni de palabra ni por escrito. También era diferente lo que explicaban sobre el amor y la compasión Saulo el fariseo convertido o Juan el muy amado discípulo. Mentalidades diversas, dentro de una nueva corriente de vida que irrumpió con Jesús el Galileo, en cuanto el Bautista fue encarcelado y más tarde decapitado por el infame y cruel Herodes.

Tampoco Leví Mateo pensaba ni actuaba como era habitual en su entorno, no menospreciaba a la mujer por el hecho de serlo, sino todo lo contrario. Soy testigo en mi propia vida de estas notables excepciones que eran de alta consideración y respeto por los menospreciados y maltratados fuesen hombres o mujeres, pequeños o grandes.

— He de recordarles que el apóstol fariseo Saulo de Tarso tenía la misma edad que Jesús Nazareno, que vivió justo el doble de años que el gran maestro. Así como cuentan y está escrito, Pablo fue torturado y decapitado, a la vez que otros muchos seguidores, en la gran calzada que acerca a la capital del Imperio en un lugar muy próximo a Roma.

Todos ellos murieron por mandato expreso de Nerón, en aquel tiempo jefe máximo de los ejércitos que ocupaban nuestros pueblos, señor de todas las tierras y gentes conocidas, endiosado emperador de los romanos, loco y sanguinario tanto como puedan imaginar.

Por todas partes persecución, muerte y cruz. Lo de Jesús pareció tener un rápido final, sin embargo no fue así: la vida y la verdad fueron abriéndose paso entre tanta amenaza y contradicción, Jesús acompañó nuestro camino cada día con el renacer de la esperanza, hasta hoy mismo que yo les escribo muy anciana, pasadas ya muchas Pascuas.

Nos dió confianza y fortaleza recordar algunas promesas atribuidas al entorno mismo del maestro de Galilea:

– ‘Los rechazados por ser mis seguidores serán como faros de luz encendidos en la noche cerrada del mundo’
– ‘Reinarán rebosando felicidad los que ahora lloran humillados y cargados de temor’
– ‘Yo estaré con ustedes cada día hasta el final de este mundo. Si se mantienen fieles yo seré fiel, no les dejaré solos y haré todo nuevo’

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San Pedro y San Pablo», El Greco (+1614), presenta a los dos grandes apóstoles con sus rasgos propios. En san Pablo, la dureza del rostro del sagaz intelectual, orador brillante y escritor apasionado; en san Pedro, apacible y manso, dispuesto a comprender y perdonar, que lleva en su mano izquierda las llaves que abren y cierran la Iglesia.

El Rostro de Cristo

Fra Angelico, Transfiguración.

La tradición occidental identifica como verdadero Rostro la huella de Cristo en la tela que secó su cara camino del Calvario. En el evangelio apócrifo de Nicodemo, fue Verónica, la mujer del flujo de sangre.

Varias Iglesias dijeron poseer la imagen del Rostro de Cristo. Cuenta la ‘Leyenda Aurea’ que el emperador Tiberio se curó al ver la imagen que llevó a Roma la Verónica. Verán detalles en comentario.

Según el Oriente cristiano, la auténtica Santa Faz es el ‘Mandylion’ de Edesa, retrato enviado para curar al rey Abgar. La Santa Faz de Yaroslavl, aquí en la imagen.

Jesucristo es el icono, la imagen del Dios invisible, presentó rostros diversos:

. . El apacible rostro de Jesús,
en el monte de Bienaventuranzas.
. . Su rostro transfigurado,
que brillaba como el sol.
. . El rostro desfigurado por el dolor,
bajado de la cruz.
. . Su rostro de hombre nuevo resucitado,
reconocido «al partir el pan».

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La Santa Faz, Icono ruso, s xiii, Yaroslavl (Rusia). Los ojos grandes darán magnetismo al rostro; la nariz, la boca pequeña y cerrada, silencio y fuerza interior.
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Imagen: Fra Angelico, La Transfiguración del Señor, c.1440, Convento san Marcos, Florencia.

– El aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos de volvieron resplandecientes. (san Marcos c.9)
– En el rostro transfigurado de Jesús brilla un rayo de la luz divina que Él tenía en su interior. Esta misma luz resplandecerá en el rostro de Cristo el día de la Resurrección. La Transfiguración como anticipación del misterio Pascual. (Benedicto XVI)

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Podrán leer más temas sobre Jesucristo en «El Rostro de Cristo», pdf.

García Lorca, poema ‘Crucifixión’

:: Se recuperó el manuscrito del poema ‘Crucifixión’ de Federico García Lorca. La noticia, buena para el arte y la cultura, la transcribo con extrañeza por el suceso mismo y sus circunstancias.

Será el largo viaje del manuscrito de uno de los poemas más queridos por su autor, incluido en «Poeta en Nueva York». Acabó en una sala de subastas londinense, rescatado ahora por la Fundación García Lorca y el Ministerio español de la Cultura.

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«Ese poema es de los mejores que llevará el libro», dirá a su amigo Miguel Benítez. Lorca pensó en ‘Crucifixión’ como fundamental para su libro.

:: El poema, fecha de octubre 1929 en Nueva York, se vio envuelto en un halo de misterio acorde con lo que es «Poeta en NY». Su aspecto original, cuartillas ya carcomidas por el paso del tiempo, lo convierten en objeto de deseo para los amigos de todo lo de Lorca.

Para los especialistas será una pieza de museo y estudio, una composición poética compleja en símbolos y enigmas de naturaleza, muerte y sangre, el universo onírico lorquiano más el contexto social donde nació su libro.

:: He aquí algunos versos de ‘Crucifixión’, homenaje nuestro al poeta:

«La luna pudo detenerse al fin [por] la curva blanquísima de los caballos.
Un rayo de luz violeta que se escapaba de la herida
proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un niño muerto.
La sangre bajaba por el monte y los ángeles la buscaban,
pero los cálices eran de viento y al fin llenaba los zapatos.
Cojos perros fumaban sus pipas y un olor de cuero caliente
ponía grises los labios redondos de los que vomitaban en las esquinas.
Y llegaban largos alaridos por el Sur de la noche seca.
Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos.
Un sastre especialista en púrpura
había encerrado a las tres santas mujeres
y les enseñaba una calavera [por] los vidrios de la ventana.
Las tres en el arrabal rodeaban a un camello blanco
que lloraba porque al alba
tenía que pasar sin remedio por el ojo de una aguja.
¡Oh cruz! ¡Oh clavos! ¡Oh espina!
¡Oh espina clavada en el hueso hasta que se oxiden los planetas!»
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* Dibujo de Federico García Lorca.

Vean nuestra entrada, ”Poeta en Nueva York”.

Mª Magdalena -11 / La luz del profeta

«El que enciende una luz no la oculta o la pone debajo de la cama, la coloca en un candelabro para que todos vean la luz». En este y en el siguiente capítulo María Magdalena nos ofrece su parecer sobre algunos personajes de su tiempo: Juan el Bautista, Pablo (Saulo) de Tarso, el apóstol Mateo (Leví) el publicano, Pedro el apóstol.

En aquellos años, desprestigiadas las religiones tradicionales, nuevos caminos y otras mentalidades van entrando en escena. En esa diversidad de maneras de pensar, a la Magdalena le preocupa la marginación tradicional que sufre la mujer de su tiempo, también por parte de alguno de los discípulos y en algunas asambleas cristianas.

“MARIA MAGDALENA”

11.- LA LUZ DEL PROFETA

+ Mi recuerdo de Leví Mateo el discípulo publicano está lleno de amistad y gratitud. El me acogió en su casa cuando abandoné Magdala y me refugié en Cafarnaúm. Él me quiso, me ayudó y respetó siempre, quien algún tiempo después me presentó a Jesús y me explicó su fe loca y su admiración por el gran maestro de Galilea, reacción que yo entonces creí excesiva y pasajera. Sus discípulos acompañarán años más tarde mis noches oscuras y mi desconsuelo en los primeros tiempos de este largo destierro. Comprenderán que también a él le debo la vida.

Leví fue siempre fiel a sus amigos, a sus creencias y convicciones. Por eso su total cambio de vida en cuanto decidió finalmente seguir al maestro me impactó largo tiempo. El recordarle y el traer aquí su decisión irrevocable me anima también en este momento a seguir adelante.

Estoy convencida que la ‘derrota’ de Leví Mateo fue un triunfo muy importante para la causa de Jesús. La decisión que tomó mi amigo publicano de seguir tan incondicionalmente al de Nazaret interpeló a muchos, porque Mateo era una personalidad relevante y prestigiosa, en aquel entonces muy influyente incluso en los ambientes más ortodoxos de Jerusalen.

+ Muchos notables y gente de bien en la rica comarca galilea, sintiéndose cada día más distanciados de aquella religión hueca y sectaria, se interesaron con curiosidad por las propuestas nuevas que el Nazareno hacía, como antes aprobaron la oferta penitente del profeta bautista en el Jordán.

Sobre Juan el Bautista les puedo decir que yo nunca simpaticé con él ni con sus seguidores, a causa de la dureza de su mensaje y de su estilo atemorizador. Aun así este controvertido profeta reunía junto al gran río a multitudes que caminaban perdidas en el frío desierto de la religión de su tiempo, calentaba los ánimos y curaba en aquellos tiempos las heridas de tanto superviviente.

– Vendan sus bienes, que el reino de Dios se acerca y su vida no depende de los bienes que tengan, si no todos igualmente perecerán.
– Repartan sus ropas y su comida con el desnudo y el hambriento, porque ellos les juzgarán, les salvarán o condenarán eternamente.
– Los que ahora sufren y están tristes serán pronto consolados.

Nuestro gran maestro Jesús, que en un primer momento se presentó como bautista, alabó en gran medida y públicamente al predicador del Jordán, tanto como si tuviera contraída con él una deuda personal.

Algunos piensan con razón que de no haber sido pronto encarcelado y ejecutado, la estrella del Bautista del Jordán se hubiera ido ocultando y apagando ante el sol resplandeciente que era Jesús de Nazaret, ante la personalidad y las nuevas enseñanzas que difundía el joven maestro de Galilea.

+ Los discípulos bautistas explicaban que Juan en su predicación bautismal según parece anunciaba ya abiertamente lo que estaba por venir:

– Saben, ocurrirá necesariamente que Jesús de Nazaret, su persona y su gran mensaje, avanzará y yo me detendré.
– Conviene a todos que yo me aparte para dar paso al que es cristo de Dios y viene de parte suya, al que muchos esperamos y buscamos. El sanará nuestras heridas y perdonará nuestros pecados.
– Una gran mayoría del pueblo y los principales dirigentes religiosos le van a rechazar con abierta hostilidad hasta el final.
– Créanme, lo seguirán unos pocos pastores y agricultores, algunas mujeres y un grupo de pescadores que serán sus discípulos. Estos se mantendrán fieles al Cristo hasta el final, incluso en la persecución y hasta morir por él.

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* Imagen: San Juan Bautista, Juan de Juanes (+1579). Concluida su tarea el Bautista señalará al que llamó «Ecce Agnus Dei», el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, manso y humilde, continuador de la propuesta de cambio comenzada junto al Jordán, uno y otro portadores de la cruz del rechazo y de la muerte.