:: Se recuperó el manuscrito del poema ‘Crucifixión’ de Federico García Lorca. La noticia, buena para el arte y la cultura, la transcribo con extrañeza por el suceso mismo y sus circunstancias.
Será el largo viaje del manuscrito de uno de los poemas más queridos por su autor, incluido en «Poeta en Nueva York». Acabó en una sala de subastas londinense, rescatado ahora por la Fundación García Lorca y el Ministerio español de la Cultura.
«Ese poema es de los mejores que llevará el libro», dirá a su amigo Miguel Benítez. Lorca pensó en ‘Crucifixión’ como fundamental para su libro.
:: El poema, fecha de octubre 1929 en Nueva York, se vio envuelto en un halo de misterio acorde con lo que es «Poeta en NY». Su aspecto original, cuartillas ya carcomidas por el paso del tiempo, lo convierten en objeto de deseo para los amigos de todo lo de Lorca.
Para los especialistas será una pieza de museo y estudio, una composición poética compleja en símbolos y enigmas de naturaleza, muerte y sangre, el universo onírico lorquiano más el contexto social donde nació su libro.
:: He aquí algunos versos de ‘Crucifixión’, homenaje nuestro al poeta:
«La luna pudo detenerse al fin [por] la curva blanquísima de los caballos.
Un rayo de luz violeta que se escapaba de la herida
proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un niño muerto.
La sangre bajaba por el monte y los ángeles la buscaban,
pero los cálices eran de viento y al fin llenaba los zapatos.
Cojos perros fumaban sus pipas y un olor de cuero caliente
ponía grises los labios redondos de los que vomitaban en las esquinas.
Y llegaban largos alaridos por el Sur de la noche seca.
Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos.
Un sastre especialista en púrpura
había encerrado a las tres santas mujeres
y les enseñaba una calavera [por] los vidrios de la ventana.
Las tres en el arrabal rodeaban a un camello blanco
que lloraba porque al alba
tenía que pasar sin remedio por el ojo de una aguja.
¡Oh cruz! ¡Oh clavos! ¡Oh espina!
¡Oh espina clavada en el hueso hasta que se oxiden los planetas!»
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* Dibujo de Federico García Lorca.
Vean nuestra entrada, ”Poeta en Nueva York”.
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¿ Cómo pudo el poeta verlo así?. Me lo imagino ahí parado, viendo el espectáculo en una noche de viernes, y como los hechos ocurren en una loma, está viendo hacia arriba y en el trasfondo, con la silueta del caballo, aprecia aquel eclipse de luna roja como la sangre al circuncidar a un niño. ¿Qué llamó su atención al estar parado ahí?, retrocediendo al tiempo por casi dos mil años en una noche cualquiera, en la que los habitantes están acostumbrados a estos espectáculos públicos de los fariseos, toman y se embriagan y vomitan como es su costumbre en una noche de viernes.
El poeta ve a esas tres mujeres que por más que otros mientan, ellas saben de qué se trata, saben que el tiempo y el universo se acabarán, pero esa sangre que ahora baja decidida a mojar los corazones, nunca se acabará.
Los habitantes del pueblo cierran las puertas de sus casas, mucha algarabía, mucho estupor como siempre ocurre, mucho ruido causado por aquellos que clavan con sus martillos sobre maderos y gritan improperios.
Cierran las puertas a esas vacas sagradas del imperio a quienes tanto odian.
El espectáculo se acaba y los fariseos regresan a sus casas, con su ego satisfecho, empujando a los borrachos y cargando en sus espaldas la sangre del inocente cordero sacrificado. Ya no hay otra mujer ahí, a quien perdonarle sus pecados.
La noche sigue su curso, hace frío y las ranas cantan a la orilla del río, aquí nada ha pasado, nadie lo sabe, pero hay quienes lloran porque saben que mañana tendrán que luchar por no pasar por el ojo de la aguja del que tanto Él les habló.
Ocurrió como debía ser, como siempre fue en esa ciudad y al día siguiente la vida continuó y para muchos en su conciencia ya no sería igual nunca más, carcomidos por las polillas de su maldad.
VBS
Muchas gracias por sus pensamientos.. Para rezar y pensar